‘El último Elvis’: larga vida al rey
Un año después de su estreno en Argentina (donde fue la sorpresa grata de su boyante cine “independiente”) llega —gracias a Yaneramai Films de Marcelo Cordero— a las salas paceñas este filme solvente en cuanto a su narrativa; crepuscular, triste y melancólico.
El último Elvis es la ópera prima del joven cineasta argentino Armando Bo. Es la historia de un obrero bonaerense que por las noches imita a un decadente, rey del rock, Elvis Presley en ese mundo suburbano donde también cantara otro grande, Noberto Pappo Napolitano. Dolor, culpa, soledad, esperanza y sacrificio componen una gran pequeña película tamizada con claroscuros y una intepretación estelar que se come la pantalla: John Mc Inerny da vida a Carlos Gutiérrez, el imitador, con un registro de voz hermoso, ayudando a componer una banda sonora simplemente deliciosa.
Un año después de su estreno en Argentina (donde fue la sorpresa grata de su boyante cine “independiente”) llega —gracias a Yaneramai Films de Marcelo Cordero— a las salas paceñas este filme solvente en cuanto a su narrativa; crepuscular, triste y melancólico.
El último Elvis recuerda al cine sórdido de Alejandro González Iñárritu, no por nada ambos (Bo y el mexicano) han trabajado juntos en varias cintas. En un mundo donde triunfa lo falso, donde lo trucho nos invade, Bo llega para reivindicar a los olvidados, a los auténticos decadentes, a la copia más original, al artista genuino más allá del éxito, la grandeza y el glamour. Ahora sí, Elvis ha muerto. Larga vida al rock genuino.
Ricardo Bajo H. es periodista.