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El cine y los trenes

Los hermanos Lumière filmaban en 1896 su segunda película, La llegada del tren. Así, inauguraban la larga historia de la relación entre el cine y los trenes. Con estas primeras imágenes se hizo patente el unívoco destino de ambos y su función primordial: reducir las distancias en un globo que hasta ese momento parecía demasiado grande.

Mientras que el cine daba sus primeros pasos hacia su constitución, en Estados Unidos se pretendía unir el vasto territorio con vías de tren. Así, los fríos fierros que cruzaban los desiertos se convertían en una parte esencial del imaginario, en cuanto daba la impresión que el hombre era capaz de acortar las distancias a su antojo. Si bien muchos habrían deseado subirse a las poderosas máquinas, un pasaje en tren no estaba al alcance de todos.

Por el otro lado, desde sus primeras filmaciones, los Lumière se dedicaban a hacer lo que en ese entonces se llamaban películas de actualidades, cortos de un par de minutos que mostraban, en planos fijos, vistas de diferentes lugares del mundo. Así, el cine traía noticias de puntos lejanos, lugares que quedaban a disposición de cualquiera por unos cuantos centavos y, por tanto, accesibles a todos.

Si los Lumière ponían a disposición un viaje imaginario en tren, es con los Hale’tours que la ilusión se lleva al extremo. Los “pasajeros” de la atracción se subían a un vagón de tren real y en una de las paredes del mismo se proyectaban imágenes de un trayecto de ferrocarril. Si bien no se trataba de un viaje físico, por el reducido costo del pasaje valía la pena adentrarse al vagón. Así, los Hale’s tours, muy populares a principios de siglo, hacían patente una de las grandes aspiraciones de un hombre moderno: el deseo de viajar.

Pistas

Wong Kar Wai

‘2046’

El cineasta chino Wong Kar Wai explora en esta obra de 2004 la posibilidad de viajar por el tiempo y por la memoria en ferrocarril. El filme cuenta la historia de un periodista y su relación con un tren que sale de vez en cuando hacia un año determinado: 2046. El director juega con la ciencia ficción: el personaje escribe una novela y la película usa muchos de sus elementos.

Claude Lanzman

‘Shoah’

El tren también tuvo una función nefasta en Europa, al ser una de las herramientas claves para llevar a cabo el holocausto. En Shoah (1985), el filme de nueve horas de Claude Lanzmann, con una minuciosidad obsesiva, la cámara pasa por cada una de las vías del tren que llevaban a los campos de exterminio alemanes, prestando especial atención a la “estación” de Treblinka.

Antonio Eguino

‘Los Andes no creen en Dios’

El tren, en el cine boliviano, aparece solamente una vez: en Los Andes no creen en Dios (2007) de Antonio Eguino. Esto no es casualidad, puesto que demuestra la relación entre cine, tren y modernidad. La película, que se adentra en las minas, debía contemplar el uso de este medio de transporte, por lo que se restauró un vagón de tren real.