Develan el misterio del cementerio de ‘vampiros’
Polonia. Diecisiete tumbas tenían cuerpos decapitados
El misterio del cementerio polaco de “vampiros” de Gliwice (Polonia) —17 tumbas de hace más de cinco siglos con esqueletos decapitados que llenaron páginas de los medios locales en julio— ha sido aclarado por el mismo arqueólogo que descubrió los enterramientos.
Eran “gente diferente, enfermos, jorobados, demasiado altos o demasiado bajos, por ejemplo; gente inocente usada como chivo expiatorio cuando llegaban amenazas como la peste”, explicó Jacek Pierzak.
Cuando los arqueólogos abrieron una antigua tumba cercana a una carretera en construcción cerca de Gliwice, sureste de Polonia, se encontraron con una escena que parecía sacada de una película de terror: un presunto enterramiento vampiro.
El presunto cementerio “vampiro” se descubrió en julio y ha resultado ser la inhumación más grande de este tipo hallada hasta ahora en el mundo: 44 tumbas de las cuales 17 contenían cuerpos decapitados, con la cabeza entre las piernas, en la mano o sobre uno de los hombros, siguiendo el ritual con el que en Europa del Este se enterraba a los sospechosos de ser vampiros.
Estos entierros confirmaban la práctica de la antigua creencia eslava que indicaba que a los considerados “no muertos” se les debía sepultar de manera especial, para evitar así su retorno al mundo de los vivos. “Los cuerpos pertenecían a personas que presuntamente fueron acusadas de ser vampiros”, señaló Pierzak en una entrevista publicada por el portal tvn.pl, decapitadas “posiblemente con una espada” y por un “verdugo especialista”.
“Se trata de un ritual para evitar que el mal que presuntamente contenían esas personas volviera a la vida”, añadió el arqueólogo, que considera que los allí enterrados no eran más que personas “diferentes” del resto, posiblemente con alguna discapacidad que hacía que el resto de la comunidad los mirase con recelo.
En el considerado “cementerio maldito” de Gliwice descansan personas marginadas, degenerados, deformes o, simplemente, inocentes culpables sólo de ser diferentes, sostuvo el arqueólogo Pierzak. Estas personas fueron víctimas de “una emoción humana normal: el miedo a lo desconocido”, añadió.
Los entierros se remontan a finales del siglo XV o principios del XVI, apuntó Pierzak, quien reconoce que no ha encontrado ninguna mención a este cementerio “olvidado” en ninguna crónica o documento de la ciudad. En las tumbas no se encontró ninguna posesión de los fallecidos, como joyas, instrumentos o armas que permita tener más información de su origen; lo único que hallaron los arqueólogos en una fosa fue un elemento similar a una pinza de ropa.
Las creencias vampíricas procedentes del paganismo las preservaron los cristianos en algunas regiones de Europa durante la Edad Media, cuando se pensaba que podían utilizarse estacas de hierro o de madera para atravesar el corazón del muerto, cubrirlo con ascuas o atar sus extremidades para evitar su conversión en vampiro. Según la costumbre, en la noche inmediatamente después del entierro, y siempre antes de medianoche, cuando se creía que el difunto se convertía en vampiro, un grupo de valientes exhumaba el cadáver y le clavaba un hierro o una estaca de madera en el pecho.
Monstruo polimorfo perturba un poblado
AFP
Un monstruo que cambia de forma constantemente perturba desde hace un mes la calma del poblado sudafricano de Steytlerville (sur). El monstruo fue visto en dos ocasiones el domingo por la noche, indicó Zandisile Nelani, de la Policía de El Cabo Oriental. Un hombre con un abrigo negro apareció primero cerca de una taberna.
Un vecino que se acercaba constató que no tenía cabeza. El desconocido se transformó luego en un peligroso perro del tamaño de una vaca. Posteriormente, el monstruo fue visto por diversas personas en la misma calle y se transformó en un mono antes de desaparecer. La Policía ya recibió la pasada semana declaraciones de algunos ciudadanos señalando la presencia de un monstruo que cambia de forma cuando se le mira y que sólo aparece por la noche, y pidió a los pobladores fotografiar al presunto monstruo para probar su existencia.