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Encerrados y otros escapes

Mediante ley corta, la Cámara de Senadores declaró el 24 de septiembre Día del Privado de Libertad. Esto invita a pensar en una temática que fue abordada en diferentes oportunidades y desde distintos ángulos por el cine mundial.

En un breve recorrido por ciertos títulos importantes, podemos citar: Fuga de Alcatraz (Siegel, 1979), la historia de un gran escape en un filme protagonizado por Clint Eastwood, una serie de detalles que consolidan la idea de poder salir de los más representativos centros penitenciarios que hayan existido. Papillon (Schaffner, 1973), protagonizada por Steve McQueen y Dustin Hoffman, es otra historia de fugas, además de ser uno de los éxitos de taquilla y convertida —a fuerza de repetirse— en un clásico de las películas que tienen a prisiones como escenarios y protagonistas.

Más allá de estas grandes historias aparatosas e industriales, el tema también ha sido enfocado desde otras perspectivas. Por ejemplo, la ganadora del Goya a Mejor Película en 2009, Celda 211 (Monzón, 2009), en la que el argumento gira en torno a un motín al interior de una cárcel, y en la que como subtrama el grupo armado ETA tiene un peso considerable. Como particularidad es importante ver el uso estético que le da el director con el uso de las cámaras de seguridad al interior de las celdas para seguir a los personajes.

Carandirú (Babenco, 2003) cuenta el drama ocurrido en la cárcel de Carandirú en Brasil en 1992, en la que murieron 111 prisioneros de los cuales 102 fueron asesinados por la Policía. Se trata de una fotografía a uno de los centros penitenciarios más grandes que hayan existido en América Latina. Este es un testimonio de un alto valor estético y narrativo.

*Claudio Sánchez es crítico de cine.