Aprovechando su gira de conciertos en Brasil, Justin Bieber decidió organizar una fiesta la madrugada del pasado domingo en la mansión que ha alquilado en Río de Janeiro, donde invitó a alrededor de 30 seguidoras que había conocido la misma noche en una discoteca.

Para amenizar la alocada velada junto a sus fans, el popular cantante hizo un abundante pedido de comida rápida, así como de todo tipo de chocolatinas y golosinas, aunque no permitió que ninguna de sus invitadas sacara ninguna fotografía del momento, ya que decidió confiscar todo tipo de dispositivos móviles y les obligó a firmar un contrato de privacidad.

«Conocí a Justin en la zona privada de la discoteca Zax y después fui con un montón de chicas más a su casa frente a la playa. Era una mansión increíble. Pero no pudimos sacar fotos porque tuvimos que firmar un contrato de privacidad», reveló una fuente al portal Ego.Globo.com.

Otra de las invitadas a la fiesta de Justin fue la estudiante Marina Binimeliz, quien fue testigo de la desorbitada cantidad de comida que el intérprete distribuyó por todo el complejo y también de la gran autoestima del ídolo adolescente.

«Había un montón de dulces en las mesas al lado de la piscina, en la terraza y en el salón. Pero lo más llamativo de la noche fue cuando Justin gritó que era el rey del mundo antes de tirarse a la piscina con dos chicas», reveló al diario Daily Mirror.