En los últimos años, Sacred Bones Records —que lanzó a The Men, Vár, Cult of Youth, Pharmakon— se ha consolidado como la casa de un rock que aspira a revitalizar el legado de bandas que, en los 80, persiguieron un sonido tan torvo y oscuro que sugería cenotafios, pero que se antojaba ambicioso e innovador a su modo. Resulta natural que la discográfica haya volcado su mirada sobre ese periodo (y estilo) para su primera incursión en el mundo de las antologías retrospectivas. No es una idea original, pero puede deparar alguna sorpresa, a pesar de la alargada sombra que proyectan Joy Division, The Cure y Bauhaus sobre grupos que integran el compilado.

Incluso tratándose de un recopilatorio restringido a un nicho tan particular, el disco es todo menos homogéneo; excepto en lo ignoto de las bandas: salvo Baroque Bordello, tampoco unas superestrellas, es casi imposible encontrar antecedentes de los artistas antologados. Esto no evita que sus giros sonoros se hagan predecibles: los italianos Move ofrecen una diestra falsificación del sonido Cure en Pornography, A Taste of Decay predice las bandas noventeras que procuraron imitar a los Misfits y T.S.O.L., Afterimage incluso plagia el riff de Transmission… Son Twisted Nerve los que comienzan a romper el molde, sustituyendo la precisión pseudomecanizada de Steven Morris por una batería de vehemencia espídica, The Naked and The Dead suben la apuesta con unas guitarras y una sección rítmica calcadas de Bauhaus, sobre las que reemplazan al histriónico Peter Murphy por una vocalista de registro cristalino (tal vez demasiado), jugada que repite Baroque Bordello, cuya cantante sí posee el dramatismo vocal para conducir una canción de este estilo.

Si habría que destacar algún tema entre los 11, The love, de Screaming for Emily, es un buen candidato; a pesar de ser un arquetipo gótico descarado. La energía de su vocalista consigue escapar del paradigma lánguido/cavernoso de Ian Curtis, tirando hacia un registro alto pero melódico, que conjuga a la perfección con unos teclados muy The Cure y unos quiebres rítmicos típicos de Bauhaus.

Por lo demás, se agradece el synth punk juguetón de Kitchen & the Plastic Spoons, y el desparpajo de Your Funeral, que evoca el mejor punk australiano (y puede que a los Loving Dark’s), fogonazos de color que disipan la monotonía del compilado.

Un disco con un tono tan funerario puede resultar indigesto. A diferencia de los cultores originales de este estilo, las bandas que hoy se aproximan al deathrock, no comparten su monocromatismo radical. Puede que ahí esté la valía de este recopilatorio, desde ya menos interesante que The Miminal Wave Tapes (2010), un proyecto que comenzó buceando por rarezas electro-punk belgas, y terminó estimulando el resurgimiento del género.

Killed by deathrock se inspira en la seminal serie Killed by death, que durante la década de los 90 hizo circular cintas piratas de grupos punk setenteros. Por ello evita las controversias retóricas —hay para quienes todo lo que no comparta la raíz punk de Christian Death o The Flesh Eaters no es deathrock— y ofrece una sólida selección de canciones para quienes puedan sentirse atraídos por el género. Si se espera diversidad, mejor escuchar el reciente recopilatorio Mutazione: Italian Electronic & New Wave Underground (2013). Más allá del valor arqueológico de estas canciones, o los inevitables vaivenes que sufre la antología como formato, celebramos la aparición de una nueva vía de acceso al deathrock. Y qué mejor si se aleja de los caminos trillados de siempre.

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