La Revista

Monday 29 Apr 2024 | Actualizado a 08:33 AM

La lengua quizá no, pero el cerebro sí distingue entre edulcorantes y azúcar

El consumo de bebidas con alto contenido de calorías contribuye de manera importante al exceso de peso y la obesidad que han alcanzado en Estados Unidos proporción de epidemia.

Por EFEV

/ 21 de febrero de 2014 / 21:07

El consumo de alimentos y bebidas endulzados artificialmente, especialmente cuando la persona está hambrienta o cansada, aumenta las probabilidades de que luego desee más azúcar real, según dijo hoy el investigador brasileño Ivan de Araújo.

Durante una conferencia en los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE.UU. sobre «Las diferentes respuestas de recompensa a los edulcorantes artificiales frente a la glucosa», el profesor de Psiquiatría en la Universidad Yale dijo que la lengua quizá no distinga entre edulcorantes y azúcar, pero el cerebro sí conoce la diferencia.

El consumo de bebidas con alto contenido de calorías contribuye de manera importante al exceso de peso y la obesidad que han alcanzado en Estados Unidos proporción de epidemia, aún después de la introducción en el mercado, décadas atrás, de los edulcorantes artificiales.

Según un estudio publicado por NIH, el consumo de bebidas gaseosas dulces en todo el mundo subió de 36 litros por persona por año en 1997 a 43 litros en 2010.

Un aumento del 1% en el consumo de estas bebidas se vinculó con 4,8 adultos con exceso de peso adicionales por cada cien, 2,3 adultos obesos más por cada cien y otros 0,3 adultos con diabetes por cada cien.

En el estudio realizado en Yale con ratones los investigadores observaron una señal particular en el cerebro que es necesaria para determinar la selección entre azúcares y edulcorantes.

Esta señal modula los niveles de dopamina, un neurotransmisor químico que forma parte del sistema de recompensa en el cerebro, y ocurre solamente cuando el organismo metaboliza el azúcar en una forma que las células puedan usar como combustible.

En el laboratorio los científicos sometieron a los ratones a pruebas de comportamiento en las cuales usaron diferentes edulcorantes y azúcares y observaron las respuestas químicas en sus cerebros con la señal de recompensa.

Cuando los científicos aplicaron sustancias que interfieren con un paso crítico en la conversión de azúcar en energía, el interés de los ratones por los edulcorantes artificiales disminuyó significativamente y con él bajaron los niveles de dopamina en el cerebro.

Al darle a los ratones hambrientos, es decir con bajo nivel de azúcar en la sangre, la opción entre los edulcorantes artificiales y el azúcar, se mostraron mucho más interesados en el azúcar aún si el edulcorante artificial era más dulce que la solución azucarada.

De Araujo y sus colaboradores creen que es probable que se encuentren las mismas diferencias en los humanos.
 

«Específicamente esto implica que los humanos que, con frecuencia, ingieren productos dulces con bajo contenido de calorías cuando tienen hambre o están cansados, son más propensos a ‘recaer’ y elegirán alternativas con alto contenido de calorías en el futuro», señaló De Araujo.
 Como resultado de esos estudios, añadió el investigador oriundo de Sao Paulo y graduado de la Universidad de Brasilia, una solución a mitad de camino sería la combinación de edulcorantes artificiales con cantidades mínimas de azúcar de forma que el metabolismo de la energía no disminuya al tiempo que se mantiene baja la ingesta de calorías.

Comparte y opina:

Según estudios los microbios serían responsables de la mayor extinción en la Tierra

Los datos indican que los microorganismos llamados methanosarcinas se multiplicaron de manera explosiva y repentina en los océanos, produciendo cantidades enormes de metano.

Por EFEV

/ 31 de marzo de 2014 / 21:39

Microbios productores de metano, un poderoso gas de efecto invernadero, podrían haber provocado la mayor extinción en la historia de la Tierra hace 252 millones de años con la desaparición repentina del 90% de las especies, revelaron investigadores estadounidenses este lunes.

Este nuevo hallazgo, que se respalda en el análisis de muchos fósiles, indica que microorganismos llamados methanosarcinas se multiplicaron de manera explosiva y repentina en los océanos, produciendo cantidades enormes de metano.

Este gas, que se integró en la atmósfera, modificó el clima y la composición química de los océanos, subrayan estos expertos cuya teoría alimenta controversias sobre el tema.

Aunque no descartan el papel de las erupciones volcánicas para explicar esta extinción, una de las cinco conocidas en la historia de la Tierra, éstas tienen un papel secundario, según estos investigadores del MIT (Massachusetts Institute of Technology), cuyos trabajos fueron publicados el lunes en la última entrega de los Anales de la Academia estadounidense de las Ciencias (PNAS).

Los nuevos indicios sugieren, según los científicos, que la explosión de la población de estos microbios se atribuiría a una nueva aptitud a usar una fuente rica en carbono orgánico gracias a un nutriente, el níquel, procedente de las erupciones volcánicas.

Estos científicos respaldan sus teorías con tres series de indicios.   En primer lugar, las pruebas geoquímicas muestran un crecimiento exponencial del dióxido de carbono (CO2) en los océanos en el período de la extinción al final del período Permiano.

Luego hablan de los indicios genéticos que muestran cambios biológicos de estos microbios, los methanosarcinas, en el mismo período, lo que les permitió convertirse en importantes productores de metano a través de la acumulación de CO2 en el océano.

Finalmente, un análisis de capas sedimentarias muestra un crecimiento abrupto de níquel exactamente en el mismo período.

Los depósitos de carbono revelan que algo produjo un aumento importante y repentino de gas que contenía carbono –dióxido de carbono y metano– en el momento de la gran extinción.

Algunos investigadores sugirieron que estos gases carbónicos procedían de los volcanes que crearon los traps de Siberia, una extensa formación de lava basáltica producida por las mayores erupciones volcánicas en la historia de la Tierra.

Pero los investigadores del MIT demostraron que estas erupciones no eran suficientes como para producir todo el carbono medido en los sedimentos.   Además, «una inyección rápida de CO2 procedente de los volcanes habría sido seguida por una disminución gradual», explica Gregory Fournier, uno de los investigadores. «Sin embargo sucedió lo contrario, un crecimiento rápido y continuo que permite pensar en una explosión de microbios productores de metano».

Comparte y opina:

Últimas Noticias