El mítico Rick’s Café de la película ‘Casablanca’ no es fantasía
Iniciativa. Una exdiplomática de EEUU recreó el lugar hace diez años; es frecuentado por turistas
¿Quién dijo que el café de la mítica película Casablanca nunca existió? ¿Que solo fue un decorado de Hollywood? Ya no es así: el café es real, está en la misma ciudad de Casablanca y acaba de cumplir diez años.
Con un parecido cartel en la entrada y con una idéntica barra, con un piano antiguo en el que cada noche suena As time goes by, en una casa tradicional con patio similar al de la cinta, el decorado se encuentra servido. Por si fuera poco, el pianista se llama Issam (y no es broma). Uno puede acercarse a él y pedirle: “Tócala otra vez, Issam”.
El Rick’s Café es el sueño de una estadounidense: Kathy Kruger, quien lleva viviendo en Marruecos desde 1998, cuando servía en la diplomacia de su país. Nada más llegar a la ciudad preguntó por el Café de Rick, y para su sorpresa, nadie había tenido la ocurrencia de recrearlo.
Kathy recorrió entonces la antigua medina de Casablanca en busca de un inmueble que recordase al mítico café donde espías, militares, contrabandistas, ludópatas y perdedores de toda clase recalaban en la mítica barra de Rick en busca de negocios o arreglos al filo de la ley.
En el actual Rick’s falta toda aquella fauna de personajes ansiosos por obtener un visado o un permiso y salir de la ciudad; por el contrario, abundan hombres de negocios extranjeros, marroquíes adinerados y, como dice Kathy, cada vez más turistas aconsejados por sus propias agencias de viaje o el boca a oreja en que se ha convertido el TripAdvisor.
Pero que nadie piense que va a encontrarse a militares nazis disfrazados o la parafernalia de la Segunda Guerra Mundial, ni que en algún momento de la noche va a aparecer una pareja que reproduzca los diálogos inolvidables del amor roto entre Rick y Elsa.
“Tal vez haya quien se imagine algo kitsch, pero no estamos a ese nivel: nuestro restaurante es real, no una caricatura; no se trata de reproducir una película, sino su espíritu, el aire cosmopolita y abierto”, recalca Issam, quien además de pianista ejerce de gerente del lugar junto a la ubicua Kathy.
Y así es: se escucha en el Rick’s el inglés y el francés, el español y el árabe; los camareros hablan varios idiomas y llevan, como en la cinta, el típico fez rojo en la cabeza, pero no hay muchas más concesiones a la nostalgia, salvo en los detalles decorativos: fotogramas de la película que adornan las paredes o un televisor en una discreta esquina que emite el filme sin descanso. El café de la cinta era el lugar más conocido de Casablanca.