La Revista

Wednesday 15 May 2024 | Actualizado a 14:50 PM

García Márquez y sus discursos «terroríficos» aunque «útiles»

Gabriel García Márquez consideraba los discursos "como el más terrorífico de los compromisos humanos", aunque consideraba que podían tener utilidad práctica. Así lo puso de manifiesto en "Yo no vengo a decir un discurso", el libro que reúne los textos que escribió con la intención de ser leídos en voz alta.

/ 17 de abril de 2014 / 21:40

Para Gabriel García Márquez, la única prueba concreta de la existencia del hombre era la poesía. Con esta idea terminó «La soledad de América Latina», su discurso de aceptación del Premio Nobel, un texto no muy largo, lleno de sonidos de violín convertidos en palabras para hablar de América Latina.

Un discurso con el que recorrió las fábulas desde las crónicas de Indias, la realidad y singularidad de América Latina y su aventura de la imaginación, de las dictaduras de los años setenta y del Nobel como galardón o brindis por y para la poesía.

«En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte», dijo García Márquez en su discurso.

«El premio que acabo de recibir -espetó- lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía».

Gabriel García Márquez consideraba los discursos «como el más terrorífico de los compromisos humanos», aunque consideraba que podían tener utilidad práctica. Así lo puso de manifiesto en «Yo no vengo a decir un discurso», el libro que reúne los textos que escribió con la intención de ser leídos en voz alta.

Un libro donde se reconoce la prosa llena de música, duende y alma del escritor colombiano.

En «Yo no vengo a decir un discurso», García Márquez seleccionó veintidós textos que recorren su vida, desde el que escribió a los diecisiete años para despedir a sus compañeros del curso superior en Zapaquirá, en 1944, hasta el que leyó en México ante las Academias de la Lengua y los Reyes de España en 2007.

La poesía, la escritura, América Latina, el periodismo como el mejor de los oficios, el cine, el medio ambiente, sus amigos escritores o políticos, como el ex presidente de Colombia Belisario Betancur o el escritor Álvaro Mutis, son algunos de los temas de estas piezas literarias; porque es así como se pueden considerar a estos discursos o relatos impregnados de magia y sello personal.

En estas páginas el Nobel también desvela por qué empezó a escribir y cómo empezó. «Yo comencé a ser escritor de la misma forma en que me subí a este estrado: a la fuerza», dice el autor de «Cien años de soledad».

Y esa aventura comenzó cuando resolvió escribir un cuento «para taparle la boca a Eduardo Zalamea Borda», quien había escrito que las nuevas generaciones de escritores no ofrecían nada.

Un cuento que el escritor mandó a «El Espectador» y que el periódico publicó un domingo a toda página, con una nota de Borda reconociendo que se había equivocado y que en ese cuento surgía el genio de la literatura colombiana.

Luego García Márquez reconoce en estas páginas que «el oficio de escritor es tal vez el único que se hace más difícil a medida que más se práctica».

En su apartado dedicado al discurso de agradecimiento del Nobel García Márquez también reivindicó, como escritor y como persona, esa singularidad de América Latina de la que, en otras cosas, dice: «Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social?».

Y continúa: «¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes?».

También en su encendida defensa de la imaginación escribió que «América Latina es el primer productor mundial de imaginación creadora, la materia básica más rica y necesaria del mundo nuevo…».

Y del periodismo añade que se aprende «haciéndolo», que la buena primicia «no es la que se da primero sino la que mejor se da» o que la grabadora no es el sustituto de la memoria.

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Verdadero miedo

Alberto Chimal publica siete cuentos de terror real, sobre redes sociales, narcos y empresas.

/ 25 de octubre de 2015 / 04:00

El escritor mexicano Alberto Chimal, Premio Nacional de Cuentos en su país en 2002 y finalista del Rómulo Gallegos en 2013, siembra el terror en sus relatos. Pero ha cambiado los vampiros y los hombres lobos por otros malos más realistas y más de hoy: las poderosas corporaciones, los acosadores en las redes sociales, los suplantadores o los narcos. Así se puede leer en su último libro, Los atacantes –editorial Páginas de Espuma– donde reúne siete cuentos de terror sobre la parte más oscura del ser humano y cuyo fino hilo conductor es el desasosiego y la inquietud que todos ellos crean en el lector:

“Los cuentos tiene variedad de situaciones, pero en todos hay un atacante, alguna presencia, un poder que hace víctimas de otros, un poder con hilos invencibles”, argumenta este autor de literatura fantástica, muy preocupado por la estética del relato.

“Parecerían historias de miedo clásicas, pero lo que quiero reflejar en ellas es la sensación de desvalimiento e impotencia que tiene el ser humano hoy ante los poderes fácticos de grandes empresas y organizaciones, que parece que no tienen contrapeso y bajo cuyo poder y vigilancia estamos; y eso pasa en mi país y en el resto del mundo”, subraya el autor.

VIOLENCIA. En los cuentos de Chimal existe todo un mundo que, por desgracia, se parece bastante a una parte del que nos rodea cotidianamente. Lo habitan elementos que acechan desde las sombras: seres que toman píldoras fabricadas con la carne y la sangre de los hijos de sus criados; un empleado acosado por los correos de internet; suplantadores de personalidad que ejercen su chantaje en las redes sociales; fotos y videos trucados; el pánico de una ciudad que despierta con una pesadilla, o la historia de un descendiente de los capos narcotraficantes que se dedica a la literatura.

La violencia y el poder se relacionan en los cuentos de una manera que, según su autor, tiene mucho que ver con la realidad de su país: “En México y en muchos otros lugares se vive desde hace años con un ambiente de violencia extrema contra la que no podemos hacer nada, y con esa sensación están escritos estos relatos. Con eso y con la corrupción, que creo que es el origen de todo y el tema central de este momento en el mundo”.

PODERES. Chimal pone énfasis en que le preocupa mucho “cómo los gobiernos supranacionales pueden hacer lo que quieran sin que se les ponga límite ninguno”. Las grandes empresas, los Estados y los poderes fácticos son casi los únicos con capacidad para imponer sus ideas, sus obras científicas y culturales a las poblaciones menos poderosas, como es el caso de América Latina”. Así, la aculturación, un fenómeno que se ha dado siempre, resulta ahora más desigual que nunca.

La alienación de los individuos —presentados en varios casos dentro de la apariencia de zombis— está presente en todos los relatos de Los atacantes, un libro de historias escritas con pulso de relojero y en las que se diría que el final queda para que lo escriba el lector siguiendo las sugerencias del autor: “El cuento parece que tiene que contar y decir todo, que quede cerrado, pero a mí me gusta que también deje algo en el aire”, sostiene Chimal, que espera que el lector vuelva varias veces a los textos para descubrir los varios lados de la historia y les dé interpretaciones alternativas.

Gran defensor de la literatura fantástica, Chimal —cuyo primer gran referente fue Jorge Luis Borges— asegura que este género se puede utilizar como la herramienta perfecta para hablar de lo real. “Existe cierto prejuicio y desconfianza respecto al género fantástico. Pero éste es un recurso o un género que puede aparecer en toda clase de obras y, además, sirve para pensar en la realidad”. Y él lo utiliza para reflexionar sobre la actualidad de México que interpreta como “un rico territorio creativo en el que se están dando obras muy interesantes, porque esas inquietudes que provoca se tienen que manifestar”.

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Verdadero miedo

Alberto Chimal publica siete cuentos de terror real, sobre redes sociales, narcos y empresas.

/ 25 de octubre de 2015 / 04:00

El escritor mexicano Alberto Chimal, Premio Nacional de Cuentos en su país en 2002 y finalista del Rómulo Gallegos en 2013, siembra el terror en sus relatos. Pero ha cambiado los vampiros y los hombres lobos por otros malos más realistas y más de hoy: las poderosas corporaciones, los acosadores en las redes sociales, los suplantadores o los narcos. Así se puede leer en su último libro, Los atacantes –editorial Páginas de Espuma– donde reúne siete cuentos de terror sobre la parte más oscura del ser humano y cuyo fino hilo conductor es el desasosiego y la inquietud que todos ellos crean en el lector:

“Los cuentos tiene variedad de situaciones, pero en todos hay un atacante, alguna presencia, un poder que hace víctimas de otros, un poder con hilos invencibles”, argumenta este autor de literatura fantástica, muy preocupado por la estética del relato.

“Parecerían historias de miedo clásicas, pero lo que quiero reflejar en ellas es la sensación de desvalimiento e impotencia que tiene el ser humano hoy ante los poderes fácticos de grandes empresas y organizaciones, que parece que no tienen contrapeso y bajo cuyo poder y vigilancia estamos; y eso pasa en mi país y en el resto del mundo”, subraya el autor.

VIOLENCIA. En los cuentos de Chimal existe todo un mundo que, por desgracia, se parece bastante a una parte del que nos rodea cotidianamente. Lo habitan elementos que acechan desde las sombras: seres que toman píldoras fabricadas con la carne y la sangre de los hijos de sus criados; un empleado acosado por los correos de internet; suplantadores de personalidad que ejercen su chantaje en las redes sociales; fotos y videos trucados; el pánico de una ciudad que despierta con una pesadilla, o la historia de un descendiente de los capos narcotraficantes que se dedica a la literatura.

La violencia y el poder se relacionan en los cuentos de una manera que, según su autor, tiene mucho que ver con la realidad de su país: “En México y en muchos otros lugares se vive desde hace años con un ambiente de violencia extrema contra la que no podemos hacer nada, y con esa sensación están escritos estos relatos. Con eso y con la corrupción, que creo que es el origen de todo y el tema central de este momento en el mundo”.

PODERES. Chimal pone énfasis en que le preocupa mucho “cómo los gobiernos supranacionales pueden hacer lo que quieran sin que se les ponga límite ninguno”. Las grandes empresas, los Estados y los poderes fácticos son casi los únicos con capacidad para imponer sus ideas, sus obras científicas y culturales a las poblaciones menos poderosas, como es el caso de América Latina”. Así, la aculturación, un fenómeno que se ha dado siempre, resulta ahora más desigual que nunca.

La alienación de los individuos —presentados en varios casos dentro de la apariencia de zombis— está presente en todos los relatos de Los atacantes, un libro de historias escritas con pulso de relojero y en las que se diría que el final queda para que lo escriba el lector siguiendo las sugerencias del autor: “El cuento parece que tiene que contar y decir todo, que quede cerrado, pero a mí me gusta que también deje algo en el aire”, sostiene Chimal, que espera que el lector vuelva varias veces a los textos para descubrir los varios lados de la historia y les dé interpretaciones alternativas.

Gran defensor de la literatura fantástica, Chimal —cuyo primer gran referente fue Jorge Luis Borges— asegura que este género se puede utilizar como la herramienta perfecta para hablar de lo real. “Existe cierto prejuicio y desconfianza respecto al género fantástico. Pero éste es un recurso o un género que puede aparecer en toda clase de obras y, además, sirve para pensar en la realidad”. Y él lo utiliza para reflexionar sobre la actualidad de México que interpreta como “un rico territorio creativo en el que se están dando obras muy interesantes, porque esas inquietudes que provoca se tienen que manifestar”.

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Premio a casi un siglo de poemas puros

La uruguaya Ida Vitale recibe el reconocimiento más importante en español

/ 24 de mayo de 2015 / 04:00

La poeta uruguaya Ida Vitale se convirtió el miércoles en la quinta mujer en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, considerado el premio más importante de la poesía en español. De esta forma se reconoce la extensa obra de una autora que ha recorrido casi un siglo llenándolo de poemas, lecturas, traducciones y ensayos. El escritor español Luis Antonio de Villena, miembro del jurado, afirmó que a la hora de tomar la decisión lo han tenido fácil: “este año, aunque han quedado tres grandísimos poetas finalistas, la decisión ha sido clara porque Vitale, a punto de cumplir 94 años, tiene una trayectoria literaria muy completa”.

Vitale pertenece a la generación del 45, la misma de Benedetti, Aldea Vilariño y Carlos Maggi, que falleció esta misma semana. Todos ellos tienen como faro al también uruguayo Juan Carlos Onetti. Pero en Vitale, además, se reconocen otras influencias importantes. De Villena señala que “su poesía es pura, con Juan Ramón Jiménez como punto de partida”, aunque tampoco se le pueda considerar solamente una discípula de ese premio nobel: “Sus poemas van más allá, son los de alguien que ha leído a Juan Ramón, sobre todo el de la última etapa más metafísica, y lo ha interiorizado, porque la obra de Vitale es la de alguien que interioriza todas las visiones sobre la realidad de la vida”, añadió Villena.

El representante de la asociación de autores de Uruguay, Ignacio Suárez, opinó que el galardón es muy merecido y que, hasta cierto punto, va más allá de la obra de Vitale, porque ésta es “muy representativa de la generación del 45”. Este grupo marcó un nuevo camino literario “que rompió con la vieja tarjeta postal presentada por la camada de poetas anteriores”, que planteaba “un Uruguay bucólico”, y pasó a utilizar la poesía como una herramienta para “interpretar la realidad e incidir en ella”.

MÉXICO. Esa forma de enfocar lo que le rodea la compartió y la enriqueció con otros grandes escritores. Vitale heredó su elegancia, su lucidez y su cosmopolitismo de una familia italiana emigrada a Uruguay, y en aquel país obtuvo su primer estilo. Pero en 1974 se trasladó, exiliada en México, huyendo de la dictadura, y allí desarrolló su estilo junto a Octavio Paz —con quien trabajó en la revista Vuelta— y al escritor, ensayista, poeta y dramaturgo español José Bergamín, exiliado como ella.

Vitale actualmente imparte clases en la universidad de Texas (EEUU) y visita Europa a menudo, para saludar a sus colegas y amigos, dictar conferencias y formar parte de prestigiosos jurados literarios. En su faceta académica ha publicado reconocidos estudios sobre Antonio Machado, Cervantes y Jorge de Lima.

El jurado del premio, al emitir su comunicado, hizo un juego de palabras que quizás parezca un tanto fácil, pero que define bien a la poeta: “es una mujer que hace honor a su apellido, Vitale: está llena de vitalidad y hoy sigue escribiendo y trabajando”. Así, la escritora continúa aumentando una obra ya muy rica y llena de una lírica pura, íntima y honesta, en la que destacan poemarios como Palabra dada, Mella y criba, La luz de esta memoria, Paso a paso, Jardín de sílice, Un invierno equivocado, La luz de esta memoria o Reducción del infinito.

Todo este trabajo estará ahora más al alcance de los lectores, pues el premio que acaba de recibir Vitale incluye la edición de un volumen antológico de su obra poética, con estudios y notas a cargo de un destacado profesor de literatura de la Universidad de Salamanca.

Pero la poeta uruguaya ni mucho menos es solo pasado: aún continúa produciendo, y a buen ritmo. Le preguntaron si este premio le devuelve un poco de energía para afrontar su trabajo y ella respondió: “¿Energía? Energía, para los editores”. La uruguaya ya afirmó hace dos años que para mantener tanta actividad a sus años “la clave está en ser honesto con uno mismo y con el lector, aunque siempre hay una parte de juego cuando uno escribe”.

Al enterarse de que había sido premiada, Vitale se acordó de Maggi y los demás compañeros de su generación: “Los países pasan por momentos de esplendor en las Letras. Hay generaciones con las que parece que todo lo bueno se concentra en un lugar y un instante”. La poeta opinó que hoy día, Uruguay pasa por un buen momento de creación en campos como el cine, y, como emigrante que es, recomendó a los escritores de su país que “no se encierren en un círculo uruguayo”, ya que la literatura tiene que convertirse en un instrumento para “conectar a personas de países diversos”.

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Premio a casi un siglo de poemas puros

La uruguaya Ida Vitale recibe el reconocimiento más importante en español

/ 24 de mayo de 2015 / 04:00

La poeta uruguaya Ida Vitale se convirtió el miércoles en la quinta mujer en obtener el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, considerado el premio más importante de la poesía en español. De esta forma se reconoce la extensa obra de una autora que ha recorrido casi un siglo llenándolo de poemas, lecturas, traducciones y ensayos. El escritor español Luis Antonio de Villena, miembro del jurado, afirmó que a la hora de tomar la decisión lo han tenido fácil: “este año, aunque han quedado tres grandísimos poetas finalistas, la decisión ha sido clara porque Vitale, a punto de cumplir 94 años, tiene una trayectoria literaria muy completa”.

Vitale pertenece a la generación del 45, la misma de Benedetti, Aldea Vilariño y Carlos Maggi, que falleció esta misma semana. Todos ellos tienen como faro al también uruguayo Juan Carlos Onetti. Pero en Vitale, además, se reconocen otras influencias importantes. De Villena señala que “su poesía es pura, con Juan Ramón Jiménez como punto de partida”, aunque tampoco se le pueda considerar solamente una discípula de ese premio nobel: “Sus poemas van más allá, son los de alguien que ha leído a Juan Ramón, sobre todo el de la última etapa más metafísica, y lo ha interiorizado, porque la obra de Vitale es la de alguien que interioriza todas las visiones sobre la realidad de la vida”, añadió Villena.

El representante de la asociación de autores de Uruguay, Ignacio Suárez, opinó que el galardón es muy merecido y que, hasta cierto punto, va más allá de la obra de Vitale, porque ésta es “muy representativa de la generación del 45”. Este grupo marcó un nuevo camino literario “que rompió con la vieja tarjeta postal presentada por la camada de poetas anteriores”, que planteaba “un Uruguay bucólico”, y pasó a utilizar la poesía como una herramienta para “interpretar la realidad e incidir en ella”.

MÉXICO. Esa forma de enfocar lo que le rodea la compartió y la enriqueció con otros grandes escritores. Vitale heredó su elegancia, su lucidez y su cosmopolitismo de una familia italiana emigrada a Uruguay, y en aquel país obtuvo su primer estilo. Pero en 1974 se trasladó, exiliada en México, huyendo de la dictadura, y allí desarrolló su estilo junto a Octavio Paz —con quien trabajó en la revista Vuelta— y al escritor, ensayista, poeta y dramaturgo español José Bergamín, exiliado como ella.

Vitale actualmente imparte clases en la universidad de Texas (EEUU) y visita Europa a menudo, para saludar a sus colegas y amigos, dictar conferencias y formar parte de prestigiosos jurados literarios. En su faceta académica ha publicado reconocidos estudios sobre Antonio Machado, Cervantes y Jorge de Lima.

El jurado del premio, al emitir su comunicado, hizo un juego de palabras que quizás parezca un tanto fácil, pero que define bien a la poeta: “es una mujer que hace honor a su apellido, Vitale: está llena de vitalidad y hoy sigue escribiendo y trabajando”. Así, la escritora continúa aumentando una obra ya muy rica y llena de una lírica pura, íntima y honesta, en la que destacan poemarios como Palabra dada, Mella y criba, La luz de esta memoria, Paso a paso, Jardín de sílice, Un invierno equivocado, La luz de esta memoria o Reducción del infinito.

Todo este trabajo estará ahora más al alcance de los lectores, pues el premio que acaba de recibir Vitale incluye la edición de un volumen antológico de su obra poética, con estudios y notas a cargo de un destacado profesor de literatura de la Universidad de Salamanca.

Pero la poeta uruguaya ni mucho menos es solo pasado: aún continúa produciendo, y a buen ritmo. Le preguntaron si este premio le devuelve un poco de energía para afrontar su trabajo y ella respondió: “¿Energía? Energía, para los editores”. La uruguaya ya afirmó hace dos años que para mantener tanta actividad a sus años “la clave está en ser honesto con uno mismo y con el lector, aunque siempre hay una parte de juego cuando uno escribe”.

Al enterarse de que había sido premiada, Vitale se acordó de Maggi y los demás compañeros de su generación: “Los países pasan por momentos de esplendor en las Letras. Hay generaciones con las que parece que todo lo bueno se concentra en un lugar y un instante”. La poeta opinó que hoy día, Uruguay pasa por un buen momento de creación en campos como el cine, y, como emigrante que es, recomendó a los escritores de su país que “no se encierren en un círculo uruguayo”, ya que la literatura tiene que convertirse en un instrumento para “conectar a personas de países diversos”.

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Fernando Pessoa, policíaco

Un volumen reúne todos los relatos policiales que escribió el poeta portugués

/ 24 de agosto de 2014 / 04:00

Uno de los pocos divertimentos intelectuales que persisten en lo que aún le queda de intelectual a la humanidad es la lectura de novelas policíacas…”. Así lo sentía Fernando Pessoa, uno de los poetas más excelsos del siglo XX y al que su pasión por este género le llevó a escribir varias obras.

Un conjunto de novelas que la editorial Acantilado ha reunido por primera vez en un solo volumen, con el título Quaresma, descifrador con introducción y edición de Ana María Freitas. Se trata de unas novelas, en su mayoría inéditas, que nunca habían sido publicadas hasta ahora completas, “tal como Pessoa tenía previsto y según los esquemas hallados entre los documentos que conforman su legado escrito y que forman parte de ese gran baúl del poeta”.

Fernando Pessoa, el gran escritor portugués, nacido en Lisboa en 1888 y fallecido en 1935, escribió muchísimo y de forma muy diferentes a lo largo de su vida. Poeta, ensayista y traductor, Pessoa fue uno en esencia, pero por lo menos cuatro por desdoblamiento de personalidad y de máscaras: Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro Campos o Bernardo Soares, sus heterónimos.

Así, el autor de Libro del desasosiego que tenía una mirada muy plural de la vida, y que era capaz de construir los versos más sublimes y estéticos, envueltos en la saudade portuguesa, o numerosos ensayos literarios y políticos, y que fue símbolo de modernidad cultural, también fue un lector apasionado de novela negra.

“Entre el inestimable y reducido número de horas felices que la vida me permite pasar, considero que el mejor año es aquél que me permite pasar horas enfrascado, de cabeza y de corazón, en las lecturas de Conan Doyle o de Arthur Morrison. Tal vez (…) sea motivo de asombro, no que estos sean mis autores predilectos y de cabecera, sino que confiese que lo son”.

Y esto que deja escrito Pessoa puede que a alguien le deje sorprendido por la idea de considerar a la novela policiaca como un género menor, no literario, una clasificación que hoy parece desfasada. La novela negra está viviendo hoy un boom en todos los países y tiene una gran demanda con todo tipo de lectores.

Pessoa, gran admirador también de Edgard Alan Poe, se suma así —aunque él dio un paso más al escribir en este género— a otros grandes de la gran literatura que amaron lo noir, como el uruguayo Juan Carlos Onetti, quien se pasó los últimos años de vida en su cama leyendo novelas policiacas o André Gide, cuyo ídolo era George Simenon. Y también Ana María Matute, gran lectora de novela negra, de autores como Mankell, Michael Conelly o Elizabeth George.

Pessoa entre sus distintas formas de entender la escritura creó otra máscara, al detective privado Quaresma, un investigador, vestido con abrigo de paño, sombrero y gran lector de Shakespeare, que quién sabe si nació para investigar al propio Pessoa.

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