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Los sherpas, guías para escalar el Everest

La muerte de 13 sherpas y la desaparición de tres más en un alud en el Everest, hace diez días, ha puesto de manifiesto la peligrosa labor de los guías que hacen posible la escalada a la montaña más alta del mundo.

“Sin los sherpas muy pocas personas escalarían el Everest. Sin ellos desaparecerían las expediciones comerciales”, dijo a EFE Elizabeth Hawley, cronista de las escaladas en el Himalaya.

Las expediciones comerciales en la montaña de Nepal comenzaron en la década del 90 y cada primavera llegan cientos de montañistas extranjeros con el sueño de trepar el Everest.

Los sherpas, grupo étnico que vive a los pies de las altas montañas nepalíes, han sido los elegidos por los foráneos para sus aventuras en el Himalaya debido a su fortaleza física, una fisonomía apta para las alturas y su honestidad. “También hay tibetanos que hacen las veces de guías, pero los escaladores prefieren a los sherpas”, explicó Hawley.

Cuando el neozelandés Edmund Hillary alcanzó la cima del Everest en 1953 no iba solo: la ascensión la logró junto al sherpa Tenzing Norgay. Esos nativos realizan el trabajo más duro en el pico de 8.848 metros: abren el camino a los foráneos, colocan las cuerdas de escalada y transportan las tiendas de campaña, comida y bombas de oxígeno.

Cuando el viernes se produjo el mortal alud a 5.900 metros de altitud en el peligroso paso de la cascada de hielo de Khumbu, unos 50 sherpas subían al campamento II las tiendas, botellas de oxígeno, comida y sacos de dormir que utilizarían más tarde sus clientes extranjeros.

“Era básicamente un hotel móvil”, relató a EFE Jiban Ghimire, de Shangri-la Nepal Treks, que perdió cinco sherpas en la avalancha.

Cada escalador paga a las compañías que organizan los viajes entre 35.000 y 90.000 dólares, de los cuales unos 5.000 van a parar a los sherpas, en un país en el que la renta per cápita media es de 500 dólares anuales.

Los sherpas conocen bien esos riesgos y los asumen.

“Este es nuestro trabajo. Siempre hay riesgos”, dijo a EFE Lakpa Sherpa, quien perdió a uno de sus primos en el alud.

Sin embargo, la tragedia, la peor en cuanto a número de muertos en el Everest, afectó duramente a la comunidad sherpa, que decidió paralizar las escaladas durante una semana en señal de respeto a sus compañeros.

Desde entonces, seis expediciones de las 31 que estaban programadas han anunciado que abandonan las escaladas esta temporada y no está claro el futuro de las restantes ante la negativa de muchos sherpas de continuar.

Los sherpas han reclamado mejoras en las condiciones laborales a las autoridades de Nepal como mejores seguros médicos y la creación de un fondo para los guías víctimas de accidentes.

Tras la avalancha el Gobierno anunció compensaciones de unos 400 dólares (289 euros) a las familias de las víctimas y elevó a unos 15.000 dólares (10.800 euros) el seguro de vida de los trabajadores de altura, pero los sherpas piden 20.000 dólares (14.400 euros).

Los guías son conscientes de que el Everest les proporciona empleo y una calidad de vida más alta que la de muchos de sus compatriotas.

Pero buscan un mejor reparto de una industria multimillonaria en la que ellos son los que se juegan la vida.

«Sin el montañismo nuestro nivel de vida no sería como es», manifestó Ang Tshering Sherpa, dueño de Asian Trekking, una de las mayores empresas del sector de su país.