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Los Muppets: Baile, canto y cine

En los inicios del cine las películas se proyectaban en teatros improvisados y móviles, junto a otros espectáculos. Las cintas con las primeras imágenes en movimiento de la historia debían compartir sus espectadores con toda clase de expresiones culturales populares: teatro, canciones, danza, sombras chinescas, etc. Seguramente estas sesiones de divertimiento “multimedia”, con su enorme colorido, se caracterizaban por su pluralidad: cada una de estas expresiones culturales no tenía una relación clara con  las demás. Se trataban de bloques independientes entre sí.  

Algo similar sucede en la película Los Muppets 2: los más buscados. El filme reúne de nuevo a las marionetas para un nuevo reto: el de hacer una gira por Europa. Pero las cosas empiezan a salir mal, cuando un delincuente con un parecido enorme a la Rana René (Kermit en la película, pero todos sabemos su nombre “original”) decide aprovecharse de los inocentes Muppets para hacer de las suyas.

El filme combina pues dos géneros que no parecen tener mucho en común: por un lado, la historia policial, y por el otro los musicales de los Muppets. El resultado es extraño, puesto que sigue la misma lógica del cine de los inicios. Las canciones y los bailes se suceden, intercalándose con algunos fragmentos de cine, que pretenden interconectar a los bloques independientes. De ahí que la narración, más que servir de hilo conductor coherente, se convierte en una excusa para ir combinando diferentes tipos de registros y hacer pasar por la pantalla una serie de cameos famosos, desde Celine Dion, hasta Christoph Waltz. Se trata pues de una propuesta que raya con lo kitch en el intento de aprovechar todos los elementos que podrían llamar la atención al gran público.