Casi un gigoló (extrañamente en nuestros cines) parece una película de Woody Allen pero no lo es. Está dirigida por John Turturro (es su quinta), actor fetiche de los Coen y un gusto adquirido para los amantes del cine “independiente”. Digo que parece una peli de Allen porque el neoyorkino hace de sí mismo; porque la música es maravillosa; y porque los diálogos reflexivos y el humor cínico es 100% Woody.
Dos amigos “judíos” románticos cierran una librería por la crisis (“ya no hay gente rara que lea libros raros”) y se inician en la prostitución masculina. El reparto femenino es otro de los grandes ganchos de esta obra melancólica: Vanessa Paradis (deliciosa), Sharon Stone y Sofía Vergara (éstas quieren un trío).
Casi un gigoló tiene un inicio espectacular, es sencilla y no por eso ligera (y su “tempo” lento) pues se puede disfrutar en varios planos: como un tratado triste pero esperanzador sobre la amistad y la soledad; como una denuncia del fanatismo religioso; como una fábula sobre el amor (como peligro) y el sexo (como goce); como una crítica social a la vacía y alta “suciedad”. En todo caso, es una comedia ácida, elegante, honesta y agridulce. Para pasar un buen rato. El título en inglés es una pista: Fading gigoló (desvaneciéndose).
Ricardo Bajo H. es periodista.