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Los hombres que hallaron el origen del Amazonas

Toda investigación científica metódica está basada en datos empíricos, mediciones exactas y sentencias irrefutables, pero quienes las efectúan son seres humanos, con necesidades y problemas, con inquietudes y búsquedas de soluciones.

La aventura que emprendieron en 1996 ocho científicos en busca de la fuente originaria del río Amazonas, bautizada como Amazon Source 96, quedó en los libros de geografía como la expedición que logró exactamente eso: situar el punto exacto en que nace “la gran serpiente”, como la denomina el colombiano William Ospina en su novela El país de la canela.

Pero, más allá de lo puramente científico, el polaco Jacek Palkiewicz, líder de la expedición; los peruanos Zaniel Novoa, Raúl Rojas, Guillermo Faura y Juan Luis Tord; los rusos Sergei Ushnurtsev y Rima Chajrudinova, y el italiano Renzo Grego, eran personas y, durante 17 días, debieron convivir en situaciones complicadas.

“Hicimos un gran grupo humano. Eso ha sido bueno para los fines de la expedición”, explicó Zaniel Novoa, hoy presidente de la Sociedad Geográfica de Lima. Novoa relató los detalles de la expedición al nevado Quehuisha, que transcurrió entre el 3 y el 18 de julio de 1996, con unos días previos de aclimatación a la altura en Arequipa, y contó anécdotas tan curiosas como la presencia de un mayordomo, la ingesta de alcohol para combatir el frío, o la “muerte” de un termómetro.

En aquel momento, quien presidía la Sociedad Geográfica era el almirante Guillermo Faura, fallecido ocho años después, a los 85. Debido a su avanzada edad, se efectuó unos chequeos en EEUU.

“Él estaba decidido a ir, se embarcó con nosotros, pero ya estando en Chivay dijo: ‘Yo no los quiero molestar, voy a cumplir con todo el protocolo de la expedición. Si me siento mal, yo me quedo y ustedes siguen. No se preocupen por mí, viene mi mayordomo’”, relató Novoa, coordinador científico de aquel grupo.

Andrés, que así se llamaba el noveno miembro de la expedición, cuyo nombre nunca apareció en papeles, se convirtió en el “cocinero oficial” desde que uno de los científicos preparó un plato que sentó mal a todos.