La Revista

Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 05:43 AM

Prohibido bikinis en el parque acuático más exclusivo de Corea del Norte

En la parte interior del recinto hay cafetería, cervecería, restaurante, varias piscinas de natación, de burbujas y para niños, además de lanzaderas y ríos que fluyen hasta la más extensa parte exterior.

/ 29 de agosto de 2014 / 21:32

Piscinas con olas y decenas de toboganes de colores atraen a cientos de bañistas a Munsu, un espectacular parque acuático de Pyongyang donde el bikini está completamente vetado y la entrada cuesta cuatro veces el sueldo mensual de un norcoreano medio.

Abierto en octubre de 2013 con un desfile militar por todo lo alto, este monumental complejo ocupa 15 hectáreas al este de Pyongyang y a primera vista no tiene nada que envidiar a sus similares de otras capitales del mundo.

Una bizarra imagen aguarda a todo visitante en el amplio recibidor principal de Munsu. Es la estatua a todo color del fallecido líder Kim Jong-il que, sonriente y ataviado con su clásico traje caqui, preside junto a dos sombrillas el escenario con la gigantesca fotografía de una playa a su espalda.

En la parte interior del recinto hay cafetería, cervecería, restaurante, varias piscinas de natación, de burbujas y para niños, además de lanzaderas y ríos que fluyen hasta la más extensa parte exterior.

Al aire libre norcoreanos de todas las edades chapotean en el simulador de olas y usan con visible entusiasmo otras tantas piscinas y coloridos toboganes grandes, pequeños, rectos, ondulados, enroscados y de todos los tipos imaginables.

Pero, ¿quién se baña en el parque acuático del país más aislado del mundo? Una empleada asegura a EFE que la entrada para extranjeros cuesta 10 euros y los locales pagan 20.000 wones norcoreanos, cantidad desorbitada si se tiene en cuenta que un empleado local gana unos 5.000 wones al mes.

«Si la gente no pudiera permitírselo, ¿entonces por qué el parque está lleno?», comenta con ironía un funcionario mientras señala con el dedo las piscinas donde varios cientos, posiblemente más de mil personas entre niños, adolescentes y familias, se bañaban hoy aprovechando el día soleado.

Los norcoreanos generalmente reciben complementos salariales, lo que unido a la volatilidad de la moneda local hace que refrescarse un día caluroso en Munsu no sea tan inaccesible como parece, según la dudosa explicación que ofrece el empleado gubernamental.

Otra funcionaria, que asegura venir regularmente con su familia, comenta que parte de los bañistas forman parte de grupos escolares y militares enviados por el Gobierno con los gastos pagados, aunque no son la mayoría.

De este modo, lo que parece más factible es que las antiguas y nuevas clases pudientes de Pyongyang, una ciudad donde poco a poco se observan signos de ostentación, conformen la clientela habitual de uno de sus espacios de ocio más exclusivos.

Tan exclusivo que el joven líder Kim Jong-un siguió con especial interés el proceso de construcción, que tardó solo siete meses, y se dice que ha visitado personalmente el parque en más de cien ocasiones desde que se colocara la primera piedra hasta hoy.

Si bien Munsu representa la nueva cara de una Pyongyang que empieza a abrazar la modernidad en este país anclado en tiempos de la Guerra Fría, no ocurre lo mismo con los atuendos de los bañistas, ya que para las mujeres lucir el ombligo todavía es algo impensable.

«Nunca se me ocurriría ponerme un bikini. Vaya disgusto le daría a mi marido», comenta entre risas la señora Park, traductora de 29 años y un ejemplo representativo del profundo conservadurismo que impregna esta sociedad comunista en la que la rectitud moral es tan sagrada como la revolución.

Aún así, de los tres bañadores femeninos expuestos en los maniquíes de la tienda de Munsu con un precio de unos 40 euros llama la atención que uno de ellos presenta un prominente e inusual escote, un detalle que podría delatar que algo está cambiando en la capital del país más hermético del mundo.

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Miss Universo, en la recta final con representantes latinas entre favoritas

Entre las favoritas para alzarse con la tiara destacan la elegante candidata venezolana, Mariam Habach y la escultural Raissa Santana, que ha sido la primera Miss Brasil de raza negra en 30 años.

/ 29 de enero de 2017 / 20:09

Las 86 candidatas a la corona de Miss Universo ultiman los detalles de cara a la gala final del lunes en Manila, en la que varias contendientes latinas parten como favoritas a convertirse en la mujer más bella del mundo.

Las misses pisarán esta noche la alfombra roja en la última ceremonia oficial antes de la gran final, que comenzará a las 08.00 hora local (00.00 GMT) en el auditorio SM Mall of Asia Arena de Pasay, en pleno corazón de la capital de Filipinas.

Entre las favoritas para alzarse con la tiara destacan la elegante candidata venezolana, Mariam Habach, que ha ganado dos de los cuatro galardones preliminares, o la escultural Raissa Santana, que ha sido la primera Miss Brasil de raza negra en 30 años.

También parte con ventaja en las predicciones de los críticos la colombiana Andrea Tovar, que ha despertado una gran atención por sus exóticos rasgos indígenas y su notoria actividad en las redes sociales.

La candidata brasileña a Miss Universo Raissa Santana. Foto: AFP

Con unas medidas casi perfectas (86, 68, 97) y 1,79 metros de estatura, la Señorita Colombia 2015 también se puede ver beneficiada del error cometido el año pasado, cuando su compatriota Ariadna Gutiérrez fue nombrada ganadora por equivocación y a los pocos minutos se otorgó la corona a la filipina Pia Wurtzbach.

Otras aspirantes que figuran como favoritas según los especialistas son la top model dominicana Sal García, la tailandesa Chalita Suansane, la estadounidense Deshauna Barber o la ucraniana Alena Spodynyuk.

En representación de España participa la bella ciudadrealeña Noelia Freire, dispuesta a dar la sorpresa en la misma ciudad en la que Amparo Muñoz ganó en 1974 la única corona de la historia del país.

Andrea Tovar de Colombia, Shirly Karvinen de Finlandia y Stephanie Geldof de Bélgica. Foto: AFP 

Como novedad este año, son los internautas de todo el mundo quienes deciden con sus votos a través de la página oficial del certamen los nombres de las 12 semifinalistas que optarán a llevarse el título en la gala del lunes.

Tras un desfile de traje de noche, la docena de candidatas quedará reducida a la mitad a criterio del jurado y las seis elegidas se enfrentarán a la entrevista de los jueces para una nueva criba.

Las tres finalistas se subirán de nuevo a la pasarela en un último desfile para despejar las dudas de los seis jueces, entre los que se encuentra la célebre modelo, actriz y escritora puertorriqueña Dayanara Torres, quien portó la corona de Miss Universo 1993.

El presentador estadounidense Steve Harvey y la modelo Ashley Graham conducirán la gala final de esta edición tardía de Miss Universo 2016, que además contará con las actuaciones musicales de los grupos Flo Rida y Boyz II Men.

Las autoridades filipinas han extremado la seguridad en torno a la sede del evento, donde se han instalado numerosos controles policiales y se cerrará el espacio aéreo durante las aproximadamente tres horas que durará la final del certamen. 

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Crece la incertidumbre en torno a Kim Jong-un por su continuada ausencia

La ausencia en la lista publicada por la agencia estatal KCNA supone el segundo acto importante de Corea del Norte sin la presencia del "líder supremo" desde que el pasado 25 de septiembre se ausentara de la sesión extraordinaria de la XIII Asamblea Popular Suprema (Parlamento) en un hecho sin precedentes.

/ 10 de octubre de 2014 / 20:12

La incertidumbre en torno a la salud y el paradero de Kim Jong-un se disparó hoy después de que el líder norcoreano se ausentara de una importante ceremonia en Pyongyang tras más de un mes sin aparecer en público.

El nombre del joven dirigente, cuya edad se calcula en unos 30 años, no apareció en la lista de autoridades que visitaron esta madrugada el Palacio del Sol de Kumsusan para rendir homenaje a los cuerpos embalsamados de su padre, Kim Jong-il, y su abuelo y fundador del país, Kim Il-sung.

De este modo el «misterio» sobre la suerte del líder norcoreano crece en paralelo a los cálculos y especulaciones de académicos, expertos y periodistas que, sin embargo, se topan de bruces con el muro infranqueable que rodea al hermético régimen norcoreano y a la dinastía Kim.

La ausencia en la lista publicada por la agencia estatal KCNA supone el segundo acto importante de Corea del Norte sin la presencia del «líder supremo» desde que el pasado 25 de septiembre se ausentara de la sesión extraordinaria de la XIII Asamblea Popular Suprema (Parlamento) en un hecho sin precedentes.

Y es que la última vez que se vio a Kim Jong-un en público fue el pasado 3 de septiembre cuando asistió a un concierto de la banda de chicas Moranbong, la más popular del país en estos momentos.

Su misteriosa desaparición desató diversos rumores en la prensa internacional, desde una supuesta fractura de los tobillos o un ataque de gota hasta un hipotético golpe de Estado o luchas de poder entre diversas facciones del Partido de los Trabajadores que habrían culminado en la defenestración del líder.

En todo caso, ninguna de estas especulaciones se ha podido comprobar dado el extremo celo con el que el régimen norcoreano oculta cualquier información relativa a su élite y, en especial, a la familia Kim, objeto de culto en este Estado estalinista anclado en tiempos de la Guerra Fría.

En la vecina Corea del Sur, donde los servicios de inteligencia trabajan en la búsqueda de datos sobre los entresijos políticos del país vecino, el Gobierno afirmó que el mandato de Kim Jong-un «sigue con normalidad» a pesar de su ausencia de la vida pública.

Esta es la misma versión que expusieron altos cargos norcoreanos en una inusual visita al Sur el pasado fin de semana con motivo de la clausura de los Juegos Asiáticos de Incheon, en la que aseguraron a sus homólogos de Seúl que el líder «no tiene problemas de salud».

Sin embargo, en julio Kim apareció cojeando ostensiblemente en un acto público retransmitido por la televisión norcoreana KCTV y a finales del mes pasado el mismo medio reconoció que sufría algún tipo de «malestar» sin especificar.

Tal día como hoy el año pasado el líder ofreció sus respetos con las obligadas reverencias a los cuerpos embalsamados de su abuelo y su padre en Kumsusan, y también depositó flores a los pies de las estatuas de bronce de ambos.

La efeméride, una de las más importantes del calendario norcoreano, no es otra que el aniversario del Partido de los Trabajadores, constituido el 10 de octubre de 1945 y que gobierna Corea del Norte desde su fundación en 1948, complementado con el Ejército Popular como brazo militar del régimen totalitario.

Los medios norcoreanos no han revelado este año los actos programados para hoy con motivo del 69º aniversario de la fundación del partido único, mientras en 2013 esta festividad transcurrió sin grandes celebraciones.

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Los Kim, dioses de carne y hueso de la dinastía comunista norcoreana

Kim Il-sung, fundador del país en 1948 y su hijo Kim Jong-il, que gobernó desde 1994 hasta su muerte en 2011, ocupan los corazones de los norcoreanos.

/ 1 de septiembre de 2014 / 15:51

Aunque los ciudadanos de Corea del Norte dicen ser ateos, en el país existen tres dioses. Son los líderes de la dinastía Kim, omnipresentes en las calles de Pyongyang en forma de palacios, monumentos, carteles y pins.

«Nuestros líderes son personas reales que hicieron mucho por nosotros, a diferencia de los dioses de las religiones», comenta a Efe una funcionaria norcoreana de 30 años durante la visita al Palacio del Sol de Kumsusan, el templo más importante del país al albergar los cuerpos embalsamados de los dos primeros Kim.

Kim Il-sung, fundador del país en 1948 y su hijo Kim Jong-il, que gobernó desde 1994 hasta su muerte en 2011, ocupan los corazones de los norcoreanos, literalmente. Y es que todos y cada uno de los ciudadanos que se observan en las calles de Pyongyang llevan en la solapa izquierda, a la altura del corazón, un pin rojo con los retratos de ambos líderes como sentida u obligada muestra de devoción.

«El día en que murió Kim Jong-il fue el más horrible de mi vida, se me contrajo el alma», recuerda con gesto afligido el guía turístico asignado a Efe en su visita a la ciudad, mientras deposita flores a los pies de una de las estatuas del dirigente que suman miles en todo el país.

«La muerte del líder no es comparable a la de un familiar cercano, es algo mucho más trágico», confiesa.

Al igual que la inmensa mayoría de los norcoreanos, este devoto funcionario de 35 años dedicó incontables horas de su juventud a estudiar con admiración la vida y hazañas de sus líderes, ampliadas y mitificadas al máximo por el aparato propagandístico del régimen.

Por ejemplo, en el caso de Kim Il-sung, la choza donde supuestamente nació en el barrio de Mangyongdae se ha convertido en un museo que muestra los aperos de labranza de sus padres y abuelos, campesinos pobres que lucharon de forma ejemplar por la independencia de Corea contra el Imperio Japonés.

Esto es lo que relatan apasionadamente los guías ante un reducido grupo de periodistas extranjeros, que asienten a la explicación sabiendo que la familia del «presidente eterno» era en realidad de clase media y protestante, tal y como han corroborado los historiadores.

Las chozas de Mangyongdae son un santuario de obligada visita para los estudiantes de todo el país. Al ser preguntado sobre qué quiere ser de mayor, uno de los niños, de 14 años, contesta sin pestañear: «Soldado, para defender con mi vida al mariscal Kim Jong-un».

No parece casualidad que la respuesta sea calcada a la exhortación «¡Defendamos con nuestras vidas al camarada Kim Jong-un!», impresa en varios de los miles de pósteres y carteles de Pyongyang, una metrópoli donde la propaganda sustituye a la publicidad comercial.

El culto a la personalidad del dirigente de 31 años comenzó hace ya dos años y medio, cuando llegó inesperadamente al poder, y aparentemente ha calado en la población.

«Un día presencié una actuación en la que estuvo también el mariscal, y eso fue algo maravilloso, indescriptible», relata visiblemente emocionada Rim Kyeong-hee, guía en inglés del museo dedicado a la Guerra de Corea (1950-1953) en Pyongyang.

Rim, de 26 años, sueña con conocer a su líder en persona. «Pienso que si trabajo duro, llegará el día en que pueda estrechar su mano», comenta, mientras esboza una cándida sonrisa que contrasta con su verde traje militar.

Por si la educación, monumentos, carteles, templos y pins no son suficientes para asegurarse el monopolio de los corazones de los ciudadanos en torno a los Kim, el régimen somete al «apagón» a su población, que tiene prohibido conectarse a internet, ver contenidos extranjeros o viajar a otros países.

La Constitución, eso sí, permite practicar otras religiones y en Pyongyang existen iglesias protestante, católica y budista controladas por el Gobierno, aunque refugiados norcoreanos y organizaciones internacionales denuncian que en la práctica se reprime cualquier culto que no tenga como objeto a esta peculiar dinastía comunista.

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Prohíben en Corea del Norte sonreír en aniversario de la muerte del fundador

El culto a la personalidad de Kim Il-sung llega hasta tal punto que hoy, al igual que cada 8 de julio y 15 de abril -el aniversario de su nacimiento- el régimen trata de minimizar los habituales cortes de luz en el país para que todos los norcoreanos puedan disfrutar del maratón televisivo de eventos y documentales sobre el añorado dirigente.

/ 8 de julio de 2014 / 21:06

Aunque hoy es festivo en Corea del Norte, esbozar una sonrisa o hablar alto en público son acciones vetadas durante el vigésimo aniversario de la muerte de Kim Il-sung, el fundador del país y considerado un «padre» por sus ciudadanos.

Desde que tal día como hoy en 1994 los norcoreanos perdieran a su primer líder, el 8 de julio «está prohibido sonreír, levantar la voz en la calle, beber alcohol o bailar, aunque nadie se plantearía hacerlo porque todo el país está de luto», explica a Efe la refugiada norcoreana y activista Park Yeon-mi, de 21 años.

Mientras, la televisión estatal norcoreana dedicaba el día a emitir la solemne ceremonia oficial en honor al designado «presidente eterno», así como documentales sobre su vida y obra glorificadas con narraciones entre el mito y la ficción por la incesante maquinaria propagandística del régimen.

El culto a la personalidad de Kim Il-sung llega hasta tal punto que hoy, al igual que cada 8 de julio y 15 de abril -el aniversario de su nacimiento- el régimen trata de minimizar los habituales cortes de luz en el país para que todos los norcoreanos puedan disfrutar del maratón televisivo de eventos y documentales sobre el añorado dirigente.

Corea del Norte dedica al fallecido «gran líder» más de 34.000 estatuas en todo el país, a cuyos pies los ciudadanos depositan habitualmente flores, mientras su cuerpo se expone embalsamado dentro de una vitrina en el Palacio del Sol de Kumsusan, en Pyongyang.

La mayoría de expertos coinciden en que tanto su hijo, el «querido líder» Kim Jong-il que gobernó durante 17 años hasta fallecer en 2011, como su nieto, el actual dirigente Kim Jong-un, han fracasado a la hora de ganarse la devota admiración y el profundo respeto que los norcoreanos profesan todavía al fallecido fundador.

En el caso de Kim Jong-il, su mandato estuvo marcado por el hambre y la crisis económica aunque la propaganda y la represión le garantizaron la fidelidad del pueblo, mientras los 31 años de edad de Kim Jong-un le hacen inexperto a los ojos de los norcoreanos, según la mayoría de analistas.

Jang Jin-sung, escritor norcoreano refugiado en Seúl que llegó a codearse con las élites de Pyongyang, asegura que el joven líder ha fracasado a la hora de ganarse a la gente imitando la imagen de su abuelo y el régimen se ha visto obligado a variar su estrategia propagandística.

«Kim Il-sung era retratado como un padre que recibe al pueblo y lo protege en sus brazos mientras, en el caso de su nieto, se le escenifica acercándose a la gente», comentó a Efe el escritor y creador de la organización New Focus International que investiga los entresijos del complicado y opaco Estado comunista.

El fervor que Kim Il-sung despierta en Corea del Norte tiene sus raíces en la colonización japonesa de Corea (1910-45), período durante el cual, según la amplificación de la propaganda, se erigió como el héroe del movimiento de liberación contra el dominio nipón.

Tras la II Guerra Mundial, Kim aprovechó hábilmente el levantamiento del telón de acero para fundar con el apoyo de la URSS la nueva República Popular Democrática de Corea (RPDC) y erigirse como su líder en 1948.

Poco después ordenó la invasión del Sur que dio origen a la Guerra de Corea (1950-53), un conflicto que confirmó la división del pueblo coreano y aún a día de hoy mantiene enfrentados a ambos lados de la península.

El llamado «gran líder», que nunca renunció a su sueño de unir las dos mitades de Corea en un régimen comunista bajo su mandato, preparó en las siguientes décadas una nueva invasión del Sur que finalmente nunca se produjo y ordenó varios ataques terroristas contra el Gobierno de Seúl que costaron centenares de vidas.

Kim Il-sung también fue quien inspiró la ideología «juche», el socialismo ortodoxo basado en la autosuficiencia que prolongó el auge económico en los años 70 pero acabó arruinando al país en los años 90 con una hambruna que mató a una décima parte de la población y que arrastra una grave crisis humanitaria hasta nuestros días.

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Sueños cumplidos y amargas despedidas cierran la reunión de familias coreanas

Las reuniones de seis días, en las que han participado en total unos 700 familiares de ambos lados, han dejado emotivas historias personales, como la de Nam Gung Bong-ja, de 61 años, la única surcoreana que pudo encontrarse con su padre, que a los 86 años permanecía vivo en el Norte.

/ 25 de febrero de 2014 / 20:48

«Tras cumplir el sueño de ver a mi familia, ya puedo morir en paz» es una de las frases que más se han repetido estos días en el monte Kumgang de Corea del Norte, donde después de 60 años de separación cientos de coreanos han abrazado a sus seres queridos por última vez.

Un grupo de 357 surcoreanos regresó hoy a casa tras despedirse entre abrazos y lágrimas de sus 88 parientes del Norte al concluir la segunda y última ronda del reencuentro de familias divididas por la Guerra de Corea (1950-53) iniciado el pasado jueves.

Las reuniones de seis días, en las que han participado en total unos 700 familiares de ambos lados, han dejado emotivas historias personales, como la de Nam Gung Bong-ja, de 61 años, la única surcoreana que pudo encontrarse con su padre, que a los 86 años permanecía vivo en el Norte.

La mayoría de los reencuentros han sido entre hermanos, como el de Park Jong-song, de 88 años, que fue reclutado como soldado por el Ejército de Corea del Norte durante el conflicto armado, y la surcoreana Park Jong-soon, de 68.

«Mi hermano, ¿cómo voy a poder seguir viviendo sin ti?», le dijo ella a él entre lágrimas mientras asía sus manos desde la ventana del autobús de vuelta, en una escena captada por medios de comunicación surcoreanos que accedieron al simbólico monte Kumgang.

Y es que tanto el anciano padre y su hija como los hermanos Park probablemente no volverán a verse nunca más, ya que la frontera entre ambas Coreas es tan infranqueable como la brecha que separa al sistema comunista del Norte y el capitalista del Sur.

Desde 1985 se han celebrado 19 reuniones de familias divididas y esta última ha sido la primera en tres años, mientras decenas de miles de ancianos de los dos países siguen esperando su turno para reencontrarse con sus seres queridos del otro lado a los que no ven desde hace más de seis décadas.

Cada año miles de los solicitantes fallecen sin cumplir su sueño de abrazar a sus allegados una vez más, la última vez, y es por este motivo que los gobiernos de ambas Coreas tienen como tarea pendiente organizar estos eventos de forma periódica.

Las reuniones de familiares, en las que se intercambiaron regalos y fotografías entre emotivas charlas divididas en citas individuales y colectivas, estuvieron sujetas a restricciones, como por ejemplo la prohibición para los surcoreanos de hablar de política o revelar información sobre el exterior.

«No tocar con las manos bajo ningún concepto la insignia de los líderes» que todo norcoreano lleva en la solapa fue otra de las peculiares imposiciones del régimen de Kim Jong-un a los parientes del Sur, según reveló a Efe una fuente de Seúl que participó en la organización.

El histórico encuentro familiar de seis días se ha seguido con gran expectación en Corea del Sur, donde la mayoría de los medios ha dedicado una amplia cobertura al programa, así como a las historias personales de los protagonistas.

Corea del Norte, por su parte, informó sobre la reunión en sus medios de comunicación estatales, aunque de una forma más discreta.

En su breve descripción de la cita familiar, la agencia KCNA relató que los norcoreanos hicieron saber a sus parientes del Sur «que todo el pueblo en Corea del Norte es una gran familia que goza de una vida feliz en armonía gracias al cuidado del líder supremo Kim Jong-un».

El único factor que amenazaba con obstaculizar el reencuentro fue el inicio el lunes de dos ejercicios militares conjuntos de Seúl y Washington, criticados duramente por Corea del Norte, pero al final las maniobras no tuvieron incidencia alguna en este evento humanitario.

Se espera que las reuniones de familias divididas sean un primer paso para que Norte y Sur pongan fin a las hostilidades e inicien una etapa duradera de paz, tal y como acordaron hace dos semanas ambos gobiernos en su primer encuentro de alto nivel en siete años.

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