Debe la crítica escribir sobre películas como El cuarto de Juan Pablo Milán?¿Por qué hacemos más cine de clase B que películas de calidad? ¿Hay vida fuera de la obra de los Valdivia, Sanjinés, Loayza, Bellott, Boulocq…? ¿Conviene callar y mirar para otro lado? Me hago estas preguntas mientras sufro el último estreno del cine nacional.
El cuarto (rodada en una sola locación y protagonizada por la modelo argentina Andrea Rincón, ex Showmatch de Tinelli) está entre las diez peores películas de nuestro cine. Y eso ya es un gran mérito, pues desde el cine digital la falta de rigor ha parido esperpentos (hecho grotesco o desatinado, de mala traza) por doquier.
El cuarto (docena de “sketches” alrededor de una prostituta en Cochabamba) carece de guion, de actores, de diálogos verosímiles y de construcción de personajes. Tropieza con los clichés y estereotipos de siempre: ensalza la figura del proxeneta; y aborda el sexo de manera pacata y moralista (otra vez).
Técnicamente, abusa del desenfoque, del blanco y negro y de la cámara en mano con primeros planos extraviados. El cuarto es una tortura. ¿Se puede hacer algo?, ¿o le damos la vuelta y reivindicamos estos subgéneros para montar un ranking-festival masoquista con las peores películas de los últimos años?
Ricardo Bajo es periodista.