Muere el escritor Pedro Lemebel, la voz gay de Chile
Artista. Performer y activista político, falleció a los 62 años con cáncer de laringe
Pedro Lemebel, el escritor que tendió una mirada “coliza” (homosexual, según la jerga chilena) para desvelar oscuros secretos de la sociedad, murió ayer en Santiago, a los 62 años. Definido por Roberto Bolaño como “una de las pocas voces que valen la pena en la literatura chilena contemporánea”, Lemebel murió sin renunciar al discurso rebelde y contestatario que esgrimió desde antes de que sus crónicas asombraran por su audacia y lenguaje sin claudicaciones en defensa de los discriminados.
Un cáncer de laringe que lo atacó en 2012 venció a un artista que combatió desde su condición de “coliza” a la dictadura de Augusto Pinochet, cuando junto a Francisco Casas creó el colectivo de arte Las Yeguas del Apocalipsis en la década de 1980.
El dúo protagonizó estremecedoras denuncias contra las violaciones a los derechos humanos. Fueron los precursores de las “velatones” (homenajes a las víctimas con velas encendidas en lugares públicos) que, con audacia, llegaron a instalar frente a La Moneda (sede de gobierno) o en otros puntos de Santiago. Con plumas y maquillajes carnavalescos, Lemebel y Casas bailaron cueca con los pies desnudos sobre vidrio molido y desollaron sus cuerpos, sepultándose en cal, para representar el fin de los detenidos desaparecidos.
En 1988, en la entrega del premio Pablo Neruda al poeta Raúl Zurita, las “Yeguas” irrumpieron en el escenario para ofrecer al galardonado una corona de espinas. La pluma de Lemebel comenzó a ser conocida en los años 90 a través de libros que recopilan crónicas hasta entonces poco difundidas, como La esquina es mi corazón (1995), Loco afán (1996), De perlas y cicatrices (1998), Zanjón de la Aguada (2003) y Adiós mariquita linda (2004).
En 2001 publicó la novela Tengo miedo torero, que versa sobre un homosexual que se enamora sin suerte de un joven, ignorante de que es un guerrillero involucrado en el atentado contra Pinochet que un grupo de izquierda perpetró en 1986. Más adelante vinieron Serenata cafiola (2008) y Háblame de amores (2012), y Ella entró por la ventana del baño.
En 1999 participó en la Feria del Libro de Guadalajara, en México, donde Carlos Monsiváis lo describió como “un fenómeno de la literatura latinoamericana de este tiempo”. Regresó en 2012. En 2013 fue galardonado con el Premio Iberoamericano de las Letras José Donoso, “por su asertividad a la hora de exponer las complejidades de la sociedad chilena”, según dijo el jurado.
Esa vez, Lemebel bromeó con los 50.000 dólares del premio. “Me pondré tetas”, dijo. Candidato cinco veces al Premio Altazor, nunca le fue otorgado, ni tampoco el Premio Nacional de Literatura, al que fue postulado en 2014. La presidenta Michelle Bachelet lo definió ayer como “un luchador social y un defensor de la libertad, que representó a los marginados y a los olvidados”.
El artista inspiró en su visita a Bolivia en 2012
Liliana Aguirre
El escritor y activista chileno Pedro Lemebel llegó en marzo de 2012 a Bolivia gracias a una invitación de María Galindo y Mujeres Creando, por los cinco años de la Radio Deseo. Como firma de su paso por el país, dejó un poema: Canción para un niño boliviano que nunca vio la mar.
En su paso por La Paz ofreció lecturas, entrevistas y debates públicos. “La visita de Pedro ha sido muy inspiradora para todos los sectores, porque cuando María Galindo le invitó, él demostró que no era tan complaciente”, contó David Aruquipa, activista de la Familia Galán.
Según los recuerdos de Aruquipa, Lemenel siempre fue un espíritu contestatario. “Recuerdo que la entrevista que María le hizo fue seguramente terrible para ella porque la descolocó. Ella quería llevar por un lado la entrevista, pero él la volcó, fue realmente una enseñanza fundamental la que ha dejado a muchos colectivos”.
“Su llegada a Bolivia ha sido revolucionaria para quienes hacemos política desde la marginalidad y desde nuestra sexualidad y género”, agregó Aruquipa. La feminista y periodista Patricia Flores recordó que durante la visita de Lemebel al país tuvo la suerte de escuchar sus anécdotas de vida. “Ya nos había anticipado que tenía un problema de salud, pero siempre demostró un optimismo inquebrantable y ser contestatario”.
Opiniones
Patricia Flores: ‘Pedro deja una profunda huella en el continente’
Ha sido muy duro enterarme de su muerte. Para el mundo de las artes, de las letras y de los derechos humanos es una gran pérdida, porque él luchó en medio de la dictadura más sangrienta. Dejó una profunda huella en su país y en el continente(…). Las Yeguas del Apocalipsis causaron una gran revolución en las artes porque no solo era poesía y letras, él era también un arte performativo. En 2013, si no me falla la memoria, tuve la suerte de cruzarme con él en las maravillosas calles santiaguinas, me reconoció y me saludó. Recuerdo que estaba con un gran optimismo por su convalecencia. Por el Facebook mandaba mensajitos de lo que estaba haciendo.
David Aruquipa: ‘Él es un ícono de la lucha revolucionaria’
Pedro Lemebel para nosotros es un ícono de la lucha revolucionaria y activista, porque él ha provocado y removido una estructura patriarcal en una época de dictadura de Pinochet en Chile, desde Las Yeguas del Apocalipsis. Para nosotros ha sido un inspirador (…). Es una pérdida para América Latina y el mundo, porque la escritura de Pedro tan incisiva, directa y tan interpeladora, ha removido mucho. Lo conocí en 2004 en un encuentro en Chile como Familia Galán. Fui con un performance y Pedro me dijo entonces: ‘Me encantan los tacones, porque soy una marica revolucionaria. Ustedes serán mis primas’.