El hogar de Hendrik está repleto de objetos cocacoleros
Se dedicó a coleccionar piezas de la gaseosa después de la ruptura de su matrimonio
A la casa de Hendrik Botha, en Pretoria, se entra por un arco en forma de botella de Coca-Cola cuyo perfil se ilumina de noche y da la bienvenida al espectacular museo sobre la celebérrima bebida que tiene por hogar.
Una lámpara en forma de embudo, construida con botellas de vidrio, da luz al porche de la vivienda, decorado con incontables carteles rojos de la marca y un gran mural formado por tapones de botella de diferentes colores.
Dentro de la casa, el salón está presidido por una barra repleta de latas del refresco, de las que Botha ha reunido más de 1.000, y a las que se suman otras 1.000 botellas.
Hay series enteras conmemorativas de citas deportivas, entre ellos el Mundial de fútbol de 2010 de Sudáfrica, y otros eventos, todas cuidadosamente seleccionadas y colocadas.
Comparten espacio con tazones, llaveros, muñecos que cantan melodías promocionales, cochecitos y todo tipo de objetos promocionales de todas las épocas.
Botha empezó a coleccionar estos objetos en 2002, dos años después de su separación matrimonial. “Estaba bebiendo una Coca-Cola de lata, y al darme cuenta de que la lata era parte de una serie me propuse tenerlas todas”, cuenta el coleccionista, sobre los inicios de su pasión por una bebida a la que ya era aficionado como consumidor.
Desde entonces, su entusiasmo y la colección no han parado de crecer, hasta el punto de que Botha no puede, por cuestiones de espacio, exhibir todo su tesoro en la casa. Tiene, perfectamente catalogado, un depósito en dos garajes de camisetas, latas, carteles y otros productos del fabricante de bebidas gaseosas más famoso del planeta.
Ha recibido visitas de representantes de la multinacional, ha salido en la revista oficial y una parte de su museo ha aparecido en anuncios emitidos en Sudáfrica, Rusia o Kazajistán.
Botha cumplió 60 años en enero. Lo celebró en su casa-museo con hamburguesas y muchos refrescos, junto a numerosos invitados vestidos con motivos de este ícono de la cultura popular.
Entre ellos sus nietos, que le conocen como Oupa Coke (Abuelo Coca-Cola, en lengua africana) y que cada año reciben los regalos de Navidad de un Papá Noel delgado y feliz.