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Una favela brasileña baila ballet para luchar contra la delincuencia

/ 5 de marzo de 2015 / 14:36

Son las diez de la mañana y en la favela de Paraisópolis, la segunda mayor de Sao Paulo, suena música clásica. Hace ya una hora que veinte niños siguen las indicaciones del profesor con disciplina de hierro: es el ballet intentando ganar la batalla a la delincuencia.

«Estamos sacando a los jóvenes de la criminalidad», explica a Efe la bailarina Mónica Tarragó, quien hace tres años decidió cruzar las calles que separan Morumbí, uno de los barrios más ricos de la ciudad, para adentrarse en Paraisópolis y aportar su «granito de arena a la sociedad».

Desde entonces y gracias al apoyo de la asociación de vecinos, ya son trescientos los niños que cada semana pasan por las aulas del Proyecto Ballet Paraisópolis y prueban que un maillot y unas zapatillas de danza pueden combatir la delincuencia.

Para participar en la iniciativa, totalmente gratuita, los niños tan sólo deben cumplir dos condiciones: estar matriculados en la escuela e ir a todas las clases, dos requisitos que no siempre son fáciles de cumplir, especialmente debido a la situación socioeconómica de las familias a las que pertenecen.

«Son chicos que viven en la miseria absoluta», resalta Tarragó. Y se apresura en agregar: «Si cada uno hacemos nuestra parte, conseguiremos salir adelante».

De hecho, como ella misma relata, la comunidad ha acogido tan bien el proyecto que ya hay 800 menores en lista de espera para participar en el curso, que dura ocho años y donde, además de baile, también aprenden a llevar un ritmo de vida saludable y una alimentación equilibrada.

Sin embargo, «la organización y la disciplina» son los dos pilares con los que cuenta la comunidad para alejar a los moradores de la criminalidad. Aunque no son los únicos.

El arte, en todas sus formas, se ha convertido en los últimos tiempos en la herramienta clave para lograr convertir una favela en un barrio, ya que, con 800.000 habitantes, Paraisópolis está determinada a dar un giro a su porvenir y dejar de ser una región marginal en el oeste de la mayor urbe latinoamericana.

Un espectáculo de la compañía de ballet, una presentación de las orquestas filarmónicas locales o la visita al estudio de la radio comunitaria complementan la ruta cultural «Paraisópolis de las Artes», que incluye todavía dos paradas más.

La primera es en un taller de reparación de coches y motos regentado por Berbela, un mecánico con dotes de artesano que da vida a cualquier forma imaginable, desde cocodrilos a grillos, mesas de decoración o Harley-Davidson con tuercas, tornillos, engranajes, clavos y cadenas soldadas a piezas de motor desechadas.

Aunque el plato fuerte viene de la mano de Estevão Silva Conceição, el «Gaudí brasileño», cuya ambición de tener un jardín lo llevó a construir, durante treinta años, su propia «Casa de Piedra» usando todo lo que tenía a su alcance: gafas, cámaras, monedas, vasijas, platos, cerámica, muñecos, souvenir e incluso móviles.

Impulsado por la agrupación vecinal, el itinerario cultural muestra al visitante proyectos artísticos y sociales que se desarrollan en la favela para intentar «revertir la visión de una comunidad carente», tal como señaló Isaac Bezerra, uno de los moradores.

«La mayoría de las personas de la comunidad son trabajadoras y honestas pero sin motivación ni oportunidades. Esperamos que esta ruta consiga cambiar un poco la concepción de los visitantes sobre qué es una favela», concluyó Juliana Gonçalvez, vicepresidenta de la Asociación de Vecinos.

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Guetta despide en Brasil al primer festival Tomorrowland del hemisferio sur

El galo mostró su lado más showman haciendo sentar, levantarse y bailar a un público enloquecido tras treinta y seis horas de adrenalina.

/ 4 de mayo de 2015 / 14:27

David Guetta, la melena rubia más influyente de la música electrónica, puso hoy punto final al festival belga Tomorrowland, que por primera vez desplegó su fantasioso cuento de hadas en Latinoamérica.

El DJ de acento francés coronó las páginas de «El libro de la Sabiduría» que preside el palco principal y compuso la banda sonora de despedida de su cita musical «favorita».

Al ritmo de «vamos hacer historia», el galo mostró su lado más showman haciendo sentar, levantarse y bailar a un público enloquecido tras treinta y seis horas de adrenalina.

Tomorrowland Brasil despidió con su lado más comercial a un fin de semana que hizo vibrar a los 1,2 millones de metros cuadrados de la Hacienda Maeda, en el municipio de Itú -a unos 100 kilómetros de la ciudad de Sao Paulo- donde se celebra el festival.

Pero antes del productor galo, invadió el escenario el rostro del griego-sueco Steve Angello, que durante años buceó en el hip hop y en los clásicos de los 70 y 80 hasta encumbrar las pistas electrónicas «breakbeat» que lo catapultaron al estrellato.

Ex miembro del grupo de EDM -como se conoce a la música electrónica-dance- Swedish House Mafia, junto a los DJ Axwell y Sebastian Ingrosso, Angello se asomó en 2004 al pedestal de la fama con el remix de los británicos Eurythmics «Sweet Sreams».

Este veterano del house, pionero de la escena underground de Estocolmo, no paró de hablar con los fans y de reirse de los mensajes de amor que éstos le berreaban.

Las doce horas de música ininterrumpida del domingo -que comenzaron al mediodía, dos horas antes que los demás días- vieron pasar también al holandés Nicky Romero, que ostenta junto a Guetta un asiento VIP en la noche ibicenca.

El que se presentó en la escena electrónica mundial con el bootleg (versión no autorizada) del hit de Guetta, «When love takes over», no dejó de brincar ni un sólo momento.

El joven artista, que Tomorrowland no duda en presentar como «el nuevo Tiësto», presentó una performance a la altura de sus predecesores, con llamaradas y fuegos artificiales incluidos.

Y es que la cuidada escenografía circense, con setas gigantes y barras de caramelo que crecen de la hierba, es responsable por la mitad del éxito de este olimpo musical, por el que pasaron desde el viernes 180.000 personas y 150 artistas.

Fue la tríada formada por Hardwell, Afrojack y Steve Aoki la encargada de inaugurar la cita EDM, bañada por una marcada estética «New Age» que evoca la fantasía de los cuentos de hadas.

El holandés Armin van Buuren, el «rey del trance», otro de los pesos pesados del cartel, pinchó ayer ante un público que sufría por olvidar la resaca del día anterior.

Una audiencia en su mayoría latinoamericana que tuvo la oportunidad de bucear en el mundo de ensueño nacido en 2005 de la mano de los hermanos Beers, en la localidad belga de Boom, y que saltó en 2013 a la norteamericana ciudad de Atlanta antes de llegar a Brasil.

Así, el olimpo de la electrónica, se despidió del país de la samba con un «hasta luego», ya que «La Tierra del Mañana» promete hablar portugués, al menos, durante cinco años mas.

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