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Hacer surgir un pensamiento sobre el cine boliviano

El congreso de estudios bolivianos, que se realiza cada dos años en Sucre y que congrega a una gran cantidad de investigadores de las ciencias humanas, con énfasis en la historia y la literatura, dio paso también, por segunda versión consecutiva, a una mesa de cine.

En una primera instancia, este simposio podría aparecer con el signo de la extrañeza. ¿Cómo el cine boliviano contemporáneo tiene la potencialidad de convertirse en un objeto para investigaciones académicas? Los estudios cinematográficos bolivianos cuentan con una débil tradición, no hay  una elaboración conceptual suficientemente amplia, al menos en los escritos sobre cine realizados en el país.

Sin embargo, se hace imprescindible hablar de cine desde una perspectiva más académica. Lo es porque de a poco el cine boliviano, desde la marginalidad, desde modos de producción y distribución alternos, comienza a ganar vuelo. Es necesaria esta perspectiva para mostrar que hay efectivamente una consolidación de una serie de críticos y pensadores que tienen ganas de acompañar las nuevas cinematografías bolivianas, que por el momento están en ciernes y que tienen como lugar de experimentación privilegiado el cortometraje.

En este sentido, la mesa proponía un acercamiento conceptualmente más ambicioso, que dé cuenta del estado del cine actual. Así, el simposio se dividió en dos, en una primera jornada el tema de reflexión giraba en torno a los límites de nuestro cine, los problemas institucionales y los de distribución que evitan un contacto masivo entre la película y el espectador.

La segunda jornada se planteaba analizar las cintas desde una perspectiva estética, discursiva y formal. Así pues, la jornada proponía volver a pensar nuestra tradición cinematográfica, pero ya no desde una perspectiva temática (que necesariamente desemboca en las ya agotadas discusiones políticas del cine de Sanjinés), sino más bien desde la forma.

Estas perspectivas permiten comprender en su totalidad el cine boliviano, encontrar los diálogos entre las diferentes películas, lo que permite dar cuenta de que el concepto de “cine boliviano” puede llegar a ser una categoría conceptual. En este concepto se encuentran las trayectorias que permiten leer un imaginario, diálogos de índole estético y gestos que se van repitiendo en cineastas que en una primera instancia aparecen alejados entre sí. Lo importante aquí es consolidar un pensar el cine, como gesto primordial, no solamente para el fortalecimiento de la crítica, sino también para el fortalecimiento del cine nacional.

Pistas

Iniciar nuevas trayectorias

Luis Brun proponía en su ponencia ciertas líneas de investigación que es necesario tomar en cuenta a la hora de analizar académicamente nuestro cine. Así, proponía como ejes, la pregunta por las temporalidades, los espacios y los cuerpos.  Evidentemente, estas temáticas amplias ofrecen la posibilidad de tejer puentes entre nuestra cinematografía, lo que permitiría tal vez encontrar algunos gestos comunes en un cine que por falta de investigación aparece como excesivamente heterogéneo.

Puentes entre lo nuevo y tradición

La ponencia de Santiago Espinoza hacía notar el interés por nuestra cinematografía reciente, por lo que él denominaba un “gesto documental”.  Es decir, una intención de prestar elementos del cine documental al de ficción. Pero además, proponía tejer puentes entre el cine de Sanjinés o de Eguino con el que realiza actualmente el colectivo Socavón cine (Hilari, Paniagua, Russo).

Cine boliviano y el género zombi

El profesor de colegio Rafael Velázquez comentaba sus experiencias educativas  para la formación de públicos desde una perspectiva inédita: el cine de zombies. Este género, generalmente sentenciado como menor, era una puerta de acceso hacia la cinematografía nacional, al cruzar un puente entre el cine de Mondaca o de Boulocq con este cine. Así, el género abría a los estudiantes la posibilidad de conocer nuestra cinematografía reciente desde otras aristas.