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Boquerón: la hermandad en el fragor de la muerte

Boquerón, de Tonchy Antezana, es un largometraje que desde su inicio advierte al espectador que no es una película histórica, que sin embargo aborda a personajes y situaciones de la historia. Ambientada en la Guerra del Chaco, narra la heroica defensa del fortín Boquerón por parte de 619 soldados bolivianos contra 12.000 paraguayos.

Esta historia es contada desde la vivencia de los soldados, quienes son simbolizados por cuatro personajes en la cinta que llegan a la guerra no solo de diferentes lugares de Bolivia, sino de distintos estratos sociales y por variadas razones, que convergen en la batalla que los une, más que por patriotismo, por las experiencias dolorosas compartidas en tan árido lugar primero —el sufrimiento vivido los hermana—, y después, por el fragor de la muerte que los separa.

Luis Alberto, orureño de nacimiento; José María, alias Darío el poeta, sucrense; Cañoto, de Santa Cruz; y Tomás, del lago Titicaca. Las razones por las que José María y Tomás decidieron ir a la batalla son las más claras: la de José María fue para poder casarse con su amada después, y la de Tomás, para no ir la cárcel por haberse rebelado, e instar a los pobladores a lo mismo, contra el patrón. Cañoto, el más resuelto y valiente de todos, es el que consigue agua y cigarros de los caídos paraguayos en el campo de batalla; mientras que Luis Alberto debe volver vivo de la guerra por una promesa: cuidar a su madre y a sus hermanos tras haber perdido a su padre por una calamitosa enfermedad.

La historia es relatada, además, desde un rápido movimiento de cámaras, que acompaña a los protagonistas en sus avatares. Travelings, paneos y zooms son utilizados como recursos por el director. Los planos generales contextualizan a los personajes y al espectador y dejan ver la sequía, el calor y el paso de los días con las nubes en movimiento, y de noches, con las estrellas cambiando de posición; mientras que los primeros planos nos transmiten, sobre todo, los sentires de los soldados en un ambiente hostil y cautivo.

La cinta tiene una interesante estética, no solo por los objetos y vestimenta de la época, sino también por los diferentes matices temporales que se marcan por las tonalidades con los que se juega en ella. El presente es contado desde imágenes a colores, donde se ve la muerte absurda de Luis Alberto después de haber sobrevivido en una gran batalla, y su nieto, quien hereda el diario de guerra de su abuelo. Los recuerdos de los personajes, sus vidas antes de ir al Chaco, son contados a través de flashback en blanco y negro; mientras que el pasado-presente, que para ellos es el tiempo de la guerra, es mostrado a colores, distintos de los del presente actual y más acercados al sepia. Este último matiz se debe, quizás, a que “no existe un mañana en la guerra”, como dice el poeta, por lo que la tonalidad se acerca más al presente actual que a un pasado lejano.  

En cuanto a la música, compuesta por Huáscar Bolívar e interpretada por la Filarmónica de Cochabamba, presenta sonidos épicos mezclados con letras guaraníes, notas dignas de una película heroica como ésta, no solo en su contenido, sino también en su realización, con un guion de hace dos décadas y una filmación de tres años.

Las razones para cualquier guerra son absurdas, más aún entre países cercanos, que al final termina hermanando no solo a los bolivianos, sino también a un soldado boliviano y a otro paraguayo hasta el último estertor. La muerte además preserva la letra, los testimonios de la guerra, reunidos en diarios, que al final terminan siendo heredados por familiares de otras generaciones que conservarán la memoria escrita, palabras que conforman la historia boliviana, palabras que son nuestras y que no nos pueden ser arrebatadas como lo fueron las cartas de los soldados dirigidas a sus familias y a sus amadas. Es por eso que a pesar de la capitulación honrosa y de los tres años de prisión de los soldados, la tropa boliviana ha triunfado por su heroica resistencia, por su templanza y por su entereza en tierras adversas.