Gary Clark Jr. trae ‘The Story of Sonny Boy Slim’
Han pasado tres años desde la publicación del memorable Black and Blu (2012), trabajo que marcó el debut de Clark Jr. en un sello discográfico mayor. En aquel momento, el pupilo de Jimmie Vaughan y Clapton fue presentado como el futuro del blues.
Armado de un infalible sentido melódico, matizado por calientes overdrives, Clark Jr. se convirtió en el deleite de cultores del blues. El álbum Live (2014) recogió, de manera magistral, su potencia en vivo desplegada a lo largo de incontables escenarios alrededor del planeta. La esperanza del blues se había consolidado en este joven músico tejano.
The Story of Sonny Boy Slim recoge tanto la posta de Black and Blue como la experiencia ganada en escenarios en estos casi tres años. El resultado es aún más interesante y sorprendente que el debut. A través de una colección de 12 canciones que esbozan escuetamente un álbum concepto, Clark Jr. se permite explorar no solo el blues sino todas las posibles ramificaciones del género llegando a amalgamar de manera magistral géneros como el gospel, R&B, soul, funk, rock & roll y hip hop; este artificio le permite crear un futuro para el blues más que encarnarlo.
La riqueza de este trabajo radica en la abundancia de referencias musicales que inundan cada uno de los rincones de este trabajo. Cada una de las interpretaciones posee un punto de partida estilísticamente definido sobre el cual Clark Jr. construye una serie de capas que van añadiendo recursos prestados de diversos géneros y épocas, logrando así un resultado ecléctico más no saturado, definido pero imposible de encasillar, complejo y aun así amigable. Una explosión de talento e ingenio creativo.
Grinder, establece la proporción perfecta entre el blues eléctrico y la etapa social en la música de Marvin Gaye. Stars propone un pesado groove funk que fluye sobre una base hip hopera. Church transita entre folk y blues con una solvencia envidiable. Hold On enfatiza fraseos de rap y evoca al más fino R&B de las últimas décadas. Wings vuelve a coquetear con el groove funk, ofreciendo un excelente backbeat al que se añaden recursos propios del soul de los 70. Can’t Sleep trae de vuelta fraseos de guitarra al más puro estilo de chic sobre un frenético beat comandado por el bajo. Shake retorna a las raíces rock and roll y se presenta como un cierre ideal para redondear esta deliciosa aventura musical. Sin duda alguna uno de los mejores discos de este año, un álbum infaltable en la colección.