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La ciudad de Belén se encuentra lista para una triste Navidad

La ciudad en la que nació Jesús, según la tradición bíblica, prepara con resignación las celebraciones del 24 y 25 de diciembre, como la tradicional Misa del Gallo en la basílica de la Natividad. Hace unos días todavía había enfrentamientos entre jóvenes palestinos que lanzaban piedras y soldados israelíes fuera de los hoteles, ya de por sí afectados por la construcción por Israel del muro que separa Belén de Jerusalén.

En los vestíbulos todavía huele a gases lacrimógenos y al agua putrefacta rociada por el Ejército con sus mangueras antidisturbios.

Un poco más lejos, en los alrededores de la basílica y bajo un enorme abeto decorado con los colores de la bandera palestina (negro, blanco, rojo y verde), media docena de guías turísticos pasean de acá para allá. Esperan a los clientes que no llegan.

Hasta 2014, “llegaban al menos 60 o 70 autobuses cada mañana”, asegura Hicham Jamis, que trabaja como guía desde hace aproximadamente una década. Hoy “son cuatro o cinco, a veces 10”.

Los hoteles, normalmente llenos en un 80 o 90% en estas fechas, están a la mitad de su capacidad, estiman las autoridades palestinas. Se niegan a cifrar las pérdidas en una ciudad que vive en gran parte del turismo y en la que una de cada cinco personas está desempleada.

En la tienda de Jamal Chehada, los gorros de Papá Noel, rosarios y otros objetos siguen colgados o en las estanterías. Él culpa de ello a los israelíes que acogen a los turistas y peregrinos nada más aterrizar en Tel Aviv, paso obligado para ir a los territorios palestinos, donde se encuentra la mayoría de los lugares santos del cristianismo. Los palestinos carecen de un aeropuerto y no controlan ninguna de sus fronteras.

“Dicen a los turistas que en Belén solo hay terroristas, entonces muchos piensan ‘mejor haríamos comprando nuestros souvenires a los israelíes en vez de en Belén’”, acusa. Además “el Ejército israelí multiplicó los retenes” en las inmediaciones de Belén, cuyas calles suelen estar repletas de turistas en la temporada navideña.

   La oleada de violencia actual causó casi 120 muertos entre los palestinos, varios de ellos en Belén, y 17 entre los israelíes desde el comienzo de octubre.

“Los peregrinos no deberían tener miedo de venir”, aseguró en su mensaje de Navidad el patriarca latino de Jerusalén, Fuad Twal. “Pese a la tensa situación en esta tierra, su itinerario no presenta peligro alguno”, recalcó la principal autoridad católica romana en Tierra Santa.