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Don Ekeko

En la Casa de la Cultura de la ciudad de La Paz se viene desarrollando la muestra Alasita Arte Popular Contemporáneo donde entre transcripciones de testimonios, texturas, materiales y miniaturas montadas por la artista visual Paola Bascón reactualiza, la feria recordándonos su condición festiva.

En este sentido, la Alasita y su protagonista alegórico como el Ekeko, constituido en icónico y/o simbólico de la festividad en la cinematografía local, fue representado de diferentes maneras, sin desconocer que en la pantalla se hace un retrato concreto del dios andino.

En la comedia El plan Papá Noel (Dir. Álvaro y Diego Loayza, 2005) Refigio, un taxista desempleado, se encuentra una mañana de ch’aki a un agigantado Ekeko en su habitación que golpeó y destrozó a un Hulk miniatura y le plantea a su nuevo amigo humano atentar contra la vida del barbudo estafador y que anda por la zona Sur vestido de rojo obsequiando basura. Refigio recibe el mejor regalo de Navidad por parte del Ekeko, tras investir a Papá Noel y propinarle una paliza la Nochebuena y posteriormente arrojarlo al río pretendiendo clausurar con este acto la festividad, pues el Ekeko se reconoce como una figura anterior al impostor barbudo y comerciante. 

En Si acaso en Chuquiago (Daniel Moya, 2009) Don Ekeko, un opulento banquero, sufre un robo por parte de un pepino disfrazado de moreno, cuya trama se resuelve con el uso excesivo de voz en off donde se nos explica de forma didáctica toda la trama, sin embargo, el Ekeko aparece en este cortometraje como un empresario dueño del Banco de la Fortuna, despojado de cualquier otra cualidad que no sea la de acumulación de capital.

Por su parte, en Escríbeme postales de Copacabana (Thomas Krontale, 2009) el Ekeko es un ser celoso y malicioso que cela a la protagonista. En este caso, el personaje responde de alguna manera a su mitología en tanto no puede habitar en casa de soltera y mucho menos compartir el hábitat con figuras católicas. En este filme alemán, el Ekeko, como el paisaje de Copacabana, son presas del exotismo europeo, esa cualidad ocular de estetizar la particularidad geográfica y cultural local a favor de la incomprensión y el misticismo, muchas veces inexistente o inexplicable.

No obstante, en Illa (Mario Camacho, 2015) a partir del retorno de la illa confecciona un relato donde la illa es la pareja del Ekeko, apreciación compartida por algún sector de la prensa que divulgó dicha versión, pero en esta pieza el Ekeko ingresa a un taller de artesanos y conversa con ellos y a su vez se viste con los objetos creados por éstos. Este Ekeko visita una suerte de galería, como la muestra de Alasita arte popular contemporáneo, para tomar los objetos que —a decir de él— le pertenecen y, una vez ataviado de las miniaturas, salir a las calle al encuentro de su amada illa.

El Ekeko, como la Alasita, en la cinematografía transita entre un forajido defensor de la tradición consciente de su condición de representante de la resistencia cultural hasta fetiche anticlerical revestido de facultades malignas, emparentado con poderes diabólicos, como oposición al catolicismo. También como caricatura empresarial e incluso como pareja de una desdibujada illa repatriada; empero, la historia del dios andino no encontró en la cinematografía un aparato de representación que permita esclarecer su vida y milagros en tanto dios local, al cual veneramos cada 24 de enero.

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