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‘La jugada maestra’

Una película biográfica propone el retrato de alguien que tuvo alguna importancia en una sociedad o contexto determinado. La cultura popular norteamericana logró —desde el cine— representar a sus propias figuras brindándoles dimensiones de “estrellas”, la ficción entonces recupera de la realidad a ciertas personalidades y logra barnizarlas cubriéndolas de algún brillo cinematográfico (que a esta altura, y con tanta apuesta por las series para pantalla chica parece ser un valor venido a menos).

Edward Zwick dirige La jugada maestra, biopic sobre el ajedrecista norteamericano Bobby Fischer (1943-2008), y centra su historia en el denominado “match del siglo” que enfrentará a esta joven revelación del ajedrez mundial con una de las figuras soviéticas más importantes, se trata del encuentro contra Boris Spassky en Islandia (1972).

Lo que se pone en evidencia acá es la tensión mundial que se vivía entre 1960 y 1970, hablamos de la Guerra Fría y de un frente en el que no se había pensado luchar: el ajedrez. Como niño prodigio en Brooklyn, el ascenso en la carrera de Fischer está sembrado de hitos históricos, de ser siempre el primero, pero además (y esto lo presenta el filme de manera correcta) la relación con su madre y lo que puede ser “su familia”, que marca a fuego la vida misma del jugador.

Lo que se muestra como una película sobre el ajedrez termina también como un ensayo psicológico sobre un personaje alterado, esta intención consciente de mostrar la paranoia que va desarrollando Fischer en los momentos de mayor tensión incluso evidencian un divorcio consciente del personaje con toda la política nacional de su país. Hay cierta formalidad estética en la cinta que permite comprender, sin mucho truco, la angustia y el deterioro mental del gran campeón. Esto propicia una pieza sólida sobre un hombre, pero también sobre una época.