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El espejo de Raúl Lara aún nos habla

El mundo de Raúl Lara tiene cuadros que se mueven y figuras aladas, morenos que bailan en el Carnaval y un micro 2 que no descansa. El mundo de Raúl Lara tiene pesadillas y extraña a los desaparecidos y esa herida que nunca cerrará; el universo de Lara chorrea fiesta, sangre, sexo y cerveza.

Mondacca Teatro, bajo la dirección de Claudia Andrade, cerró el Fitaz con un emotivo tributo al orureño. En el espectáculo interdisciplinar (teatro, música, rap, danza, mapping…) faltó riesgo e innovación; una propuesta más jugada, pero se suplió con compromiso y amor por Lara y su arte popular.

El mundo de Lara tiene espacios sufridos, tonos mortecinos, una musa y una vida eterna de lucha por los humildes. El mundo de Lara empuña el arte como bandera liberadora; de Oruro a Jujuy, de Buenos Aires a Tiquipaya y La Paz, a ritmo de tango y morenada. Los cuadros nos pasean por la vida y el “delirio de Lara” con sketches, mejor conseguidos unos que otros. 

Raúl Lara pintó lo nuestro, se compenetró de pueblo y nunca rehuyó —orgulloso y digno— la mirada en el espejo del cholo que somos todos. ¿Qué hacemos con el perseverante Raúl Lara? Apreciar su arte y un día soñar en el teatro (gracias a Mondacca) que sus personajes también nos hablan y habitan, como al maestro; hasta la victoria siempre.