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Deftones: 20 años a la vanguardia

A lo largo de una carrera musical que abarca algo más de dos décadas, los Deftones han logrado construir un sólido vocabulario musical cuyo leitmotif es la dicotomía. Basta contrastar el sugerente título del álbum Gore con los flamencos rosados de la tapa, para comprender que el choque de opuestos es la esencia de este quinteto californiano.

Ocho álbumes atrás, Chino Moreno comenzaba a narrarnos una historia nihilista que, apoyada en el hastío como excusa estética, produjo una de las manifestaciones más fieles de la extraviada generación X. Musicalmente, la propuesta de los Deftones transita por los bordes difusos entre belleza y agresividad. Distorsiones y acordes percusivos sirven como telón de fondo a una voz suave que parece flotar en monotono sobre los versos para fundirse con ira al coro. Una y otra vez esta fórmula ha servido para producir ocho álbumes sin que el recurso llegue a gastarse. Quizás la introducción de elementos experimentales a lo largo de distintos episodios, con más aciertos que errores, ha logrado mitigar la decadencia.

En esta ocasión, 11 nuevas canciones se suman al repertorio y expanden el trabajo hacia nuevas direcciones llenas de capas atmosféricas en diversas profundidades. Las baterías dictan la pauta agresiva en tanto que las guitarras parecen situarse en el punto medio hacia los cuidados arreglos vocales que Moreno ejecuta. Las melodías evocan una notable influencia del metal ochentero, existen muchos más riffs de la vieja escuela en lugar de la acostumbrada construcción de escalas. Esta decisión repercute en una inusual frescura que vigoriza el sonido a través de un retorno no textual a las raíces.

También resulta destacable el aporte de Frank Delgado, quien extiende su trabajo más allá de los loops y efectos para convertirse en el hilvanador del sonido, la finura de sus intervenciones a lo largo de este disco contribuye a la homogeneidad del sonido; no se trata de rellenar con efectos, se trata de brindar balance y solidez a una idea que parte con fuerza y llega a buen puerto.

Una actitud arriesgada que no se escuchaba desde el memorable White Pony (1999). El mérito de este trabajo, tras 20 años de carrera, radica en la resistencia a vivir del legado y continuar desdibujando los límites del metal, situando este trabajo en la vanguardia de un género que nació como respuesta al statu quo del rock.