Un templo del aire limpio para purificar el cielo de Pekín
La ambición de Roosegaarde es que, pronto, este dispositivo forme parte del paisaje de Pekín y otras ciudades chinas y que contribuya a aliviar así los problemas de contaminación atmosférica que sufren.
Es una torre de siete metros, con un diseño que mezcla una inspiración en las formas de la arquitectura clásica china con un toque futurista, y le aguarda una misión titánica: purificar el cielo de Pekín, uno de los más contaminados del mundo.
«Es el templo del aire limpio», proclamó este jueves su creador, el artista holandés Daan Roosegaarde, al presentar a la prensa el mayor purificador atmosférico del mundo, el llamado «Smog Free Project», durante la Semana Internacional del Diseño de la capital china.
La ambición de Roosegaarde es que, pronto, este dispositivo forme parte del paisaje de Pekín y otras ciudades chinas y que contribuya a aliviar así los problemas de contaminación atmosférica que sufren.
«El daño que la contaminación hace a una ciudad es gigantesco. Muere más gente por la contaminación que por el cáncer y la malaria juntos. Es una locura y no deberíamos aceptarlo», advirtió el artista holandés.
Con capacidad para limpiar, con un 75 % de efectividad, unos 30.000 metros cúbicos de aire por hora, la torre purificadora filtra en un día un volumen equivalente al que ocupa un estadio de fútbol, aunque su rendimiento depende de las condiciones meteorológicas, especialmente del viento, y del nivel de contaminación.
«Esta belleza no utiliza más electricidad que un calentador de agua y la próxima versión será energéticamente neutral, con paneles solares», explicó Roosegaarde.
En China, se está convirtiendo en habitual que haya purificadores de aire en espacios cerrados como oficinas, restaurantes, tiendas, escuelas o incluso viviendas, pero nunca antes se había intentado instalar uno en el exterior.
Hasta el próximo mes de noviembre, la creación del artista holandés, una enorme estructura metálica que absorbe el aire contaminado y lo libera sin las partículas contaminantes, limpiará el cielo del distrito artístico 798 de Pekín.
Después, visitará otras ciudades del gigante asiático para promocionar ante las autoridades locales un producto que, según su creador, tiene posibilidades de comercializarse.
«La provincia de Hebei está muy interesada, el área de Shenzhen también», avanzó el artista holandés.
A diferencia de los purificadores de aire que se venden en China, que hacen pasar el aire por un filtro antes de devolverlo limpio, el de Roosegaarde es mucho más grande, puesto que está pensado para el exterior, y también utiliza una tecnología distinta, llamada «ionización positiva».
«Hay iones positivos, muy pequeños, en una escala nano, que cargan positivamente las partículas (de contaminación) y hay una superficie de carga negativa que las atrae. Ésta es la única forma de crear grandes volúmenes de aire limpio de forma segura y sostenible», detalló el artista.
«Usa el mismo principio que un globo de aire que, al frotarlo, genera electricidad estática y atrae el pelo», resumió Roosegaarde.
Además, los residuos de las partículas de contaminación retiradas del aire se compactarán y se insertarán en anillos o pendientes que se pondrán a la venta para concienciar de la gravedad del problema y ayudar a financiar la fabricación de más purificadores.
«Un anillo está hecho del smog que cosechamos limpiando 1.000 metros cúbicos de aire», señaló el artista, quien añadió: «al regalar un anillo, donas 1.000 metros cúbicos de aire limpio».
Roosegaarde, quien ya creó en 2008 una «pista de baile sostenible» que se iluminaba con la energía generada por los pasos de quienes la pisaban, confesó que tuvo la idea del «Smog Free Project» durante una visita a Pekín en 2013, en un día de intensa contaminación.
«La idea era muy fácil, pero nos llevó dos años y medio convertir esa idea en un objeto», recordó el artista holandés.
Diseñadores, ingenieros y expertos en la fabricación de purificadores trabajaron en este proyecto que dio su primer fruto en Rotterdam el año pasado, pero siempre con vistas a devolver la idea a su lugar de origen, China, donde más se necesita.
«Al principio no había cliente, nadie estaba dispuesto a involucrarse, así que tuvimos que construir el primero nosotros mismos en Rotterdam y, como se hizo conocido, el Gobierno (chino) le prestó atención», señaló el responsable del «Smog Free Project».
El artista celebró la transformación en la forma de enfrentarse a la polución de las autoridades chinas: «China ha cambiado su mentalidad con respecto a la contaminación, hace cinco años no se podía hablar de ello».
Con Pekín detrás del proyecto, Roosegaarde confía en que sus torres purificadoras tengan un «impacto» en el gigante asiático, aunque tira de filosofía al ser preguntado por las opciones de rentabilizar su idea: «Eso depende. ¿Cuál es el precio de un aire limpio?». (29/09/2016)