Ante la ausencia de salas de cine y teatros en Sudán del Sur ha sido creado «el cine del pueblo», que de manera itinerante recorrerá el país exhibiendo obras teatrales y documentales, después de que hace ocho años cerrara el único cine que había en la capital, Yuba.

«Pronto inauguraremos el cine itinerante por la importancia que tiene este arte. Su labor será iluminar y entretener al público», destacó su fundador, el guionista y actor teatral sursudanés Nicola Franco, en declaraciones a Efe.

Asimismo, el proyecto buscará transmitir «importantes mensajes relacionados con la paz y la reconciliación», después de la sangrienta guerra que estalló a finales de 2013 en el país y que aún amenaza la estabilidad de la joven nación.

Franco explicó que el cine pasará por escuelas, plazas públicas, clubes deportivos y universidades, y ofrecerá obras teatrales protagonizadas por actores sursudaneses.

En cuanto a las películas, serán de producción extranjera ya que hasta ahora no hay productoras cinematográficas en Sudán del Sur, pero Franco aseguró que en el futuro se prevé producir cortometrajes bajo la supervisión del Ministerio de Cultura.

«La mayoría de las obras teatrales que se exhibirán giran en torno a la paz, la convivencia y la reconciliación; mientras que los documentales relatan la experiencia de Ruanda en superar los dolores del pasado y la reconciliación en Sudáfrica», subrayó el director del cinema ambulante.

Por su parte, un estudiante de Literatura de la Universidad de Yuba, Martin Manyiel, se mostró entusiasta por la iniciativa y consideró que es necesaria en estos momentos.

«La existencia de un cine en Sudán del Sur ayudará a crear un espacio para el entretenimiento y reforzará la conciencia mediante el papel educativo de este arte. Nosotros (los estudiantes) planeamos crear un club para ver películas en la universidad, pero nos faltan recursos materiales», explicó.

El «cine del pueblo» intenta precisamente suplir la falta de museos, salas de espectáculos y otros lugares de ocio en Sudán del Sur, donde el único cine que había en la capital fue convertido en una iglesia en 2008.

Ese cine fue construido en 1954, precisamente para hacer frente a la escasez de centros culturales y de entretenimiento en la región, que hasta 2011 formó parte de Sudán, explicó a Efe el investigador del patrimonio cultural, Josep Abuk.

El primer propietario del cine era un hombre de nacionalidad griega, que llegó al país con el objetivo de invertir en ese sector, pero en 1964 pasó a manos del Estado sudanés y así se mantuvo hasta 1972, cuando fue devuelto a su dueño originario.

Cuando el empresario regresó a su patria, lo vendió a un ciudadano sudanés, que lo mantuvo funcionando hasta el año 2006, un año después de la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno sudanés y la guerrilla Ejército Popular de Liberación de Sudán (EPLS), que combatió durante más de dos décadas para lograr la independencia del sur del país.

Posteriormente, el empresario sursudanés Garang Deng Aguer lo compró, después de haber formado parte él mismo del público que acudía numeroso a la única sala de Yuba, donde por primera vez los sursudaneses pudieron ver las películas de vaqueros, entre otras.

A través de las décadas, el cine contó siempre con una gran afluencia de público, especialmente jóvenes, relató Aguer.

«Los jóvenes de situación acomodada, algunos interesados en el conocimiento y unos pocos mendigos fueron los que más lo frecuentaron», indicó.

Aguer explicó a Efe que donó el establecimiento a la Iglesia apostólica de la tribu dinka, la mayoritaria de la zona, después de que su esposa le dijo que había visto en sueños al cine convertido en un templo cristiano.

Mientras, el sacerdote Adoung Thiongs estaba buscando un lugar para establecer su iglesia y Aguer le entregó el edificio después de restaurarlo y firmar un contrato que estipulaba que éste pasaba a ser la Iglesia Emanuel Jieng Parish, explicó el religioso a Efe.

Eso desató el rechazo y la condena de muchos residentes de Yuba, los cuales consideraron que en la ciudad abundan las iglesias y lugares de culto, pero no hay cines.

El periodista Gabriel Ramadan, especializado en temas culturales del diario en lengua árabe Al Mauquef, lamentó mucho aquella decisión porque «el país carece de actividad cinematográfica y teatral», dijo a Efe.

«Eso denota la falta de comprensión del importante papel que juegan los cines en la sociedad. Podrían haberlo mantenido y construido la iglesia en otro lugar», añadió. (30/09/2016)