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Concha Buika se confiesa una ‘nota libre’ enamorada de la bohemia

La ganadora de dos Grammy Latinos (2009 y 2013) se define como una "nota libre" en su profesión y vida y se confiesa una "enamorada de la bohemia", una época extinguida que se contrapone a la "falta de elegancia" e "infantilismo" que impregna el mundo de hoy.

/ 19 de octubre de 2016 / 12:46

Concha Buika es una de las grandes cantantes españolas del momento, sorprende con una voz violenta y suave a un tiempo, capaz de conjugar los registros del jazz, el flamenco o la copla. La artista habló este martes en Miami con Efe, días antes de su concierto «Unplugged» (desenchufado) en la ciudad.

Directa, locuaz, impredecible en sus respuestas, esta mujer menuda de sonrisa ancha y urgente, de dientes muy blancos y ojos grandes y vivos, hace de su entrega a la música un arte total de bohemia, sentimientos y poesía.

Salpican a menudo sus respuestas las palabras miedo y valentía, un conflicto del que emerge una cantante, compositora, escritora y poeta que elige la primera línea antes que la retaguardia. «Soy hija de un soldado mayor. Soy un gran soldado, y los soldados cogemos el frente y no nos quejamos», afirma contundente y algo enigmática.

Enfundada en una falda y un peto de cuero negro, lleva puestas una zapatillas deportivas plateadas y acciona las manos con expresividad mientras explica la vida que hace, casi toda volcada en su trabajo, en el estudio, o con su hijo, «quien también se dedica a estudiar música y producción musical».

La ganadora de dos Grammy Latinos (2009 y 2013) se define como una «nota libre» en su profesión y vida y se confiesa una «enamorada de la bohemia», una época extinguida que se contrapone a la «falta de elegancia» e «infantilismo» que impregna el mundo de hoy.

Espere

El último trago – Concha Buika. Video: Aníbal del Rey

PREGUNTA: ¿De dónde sale Concha Buika?

RESPUESTA: De una niña que tenía muy claro lo que quería ser, aunque no bien dibujado; pero sí sabía que quería ser una persona medio loca y sin miedo. Esa niña se ha convertido en lo que yo quería ser.

P. El miedo es una palabra que repites con frecuencia…

R. Abres un periódico y el miedo está ahí; ves un telediario y el miedo está ahí; hablas con tus amigos y está ahí… El miedo vuelve a la gente obtusa y hace que se aisle. Por eso está mucho en mi discurso, para ver si podemos quitarle fuerza a la palabra miedo y liberarnos un poco, que la gente deje de vivir del miedo.

P. ¿Y en la bohemia no existe el miedo?

R. En la bohemia no hay miedo. Hay mucha poesía.

P. ¿El amor tiene que ver algo con el arte?

R. Siempre. La poesía y el amor están ligados a todo. Hay poemas malditos y amores malditos también.

Todo lo dicho por Buika queda como suspenso en el aire, abierto y como pendiente de un punto y aparte, un rasgo que quizá marca también su capacidad para destilar en su voz todos los sonidos y melodías que escucha: jazz, flamenco, canción romántica, blues, copla…

Porque es su voz extraordinaria, cálida y visceral, de amplios registros lo que cautiva a todo el que escucha a Buika (Palma de Mallorca, 1972).

Nos habla de su concierto en Miami este próximo domingo, en la sala Flamingo Theater Bar, un encuentro con sus seguidores «sin planificar» que contará además con un artista invitado sorpresa por el que Buika siente predilección y admiración.

No quiso desvelar el nombre del músico, pero aseguró que es un «flamenco maravilloso».

«El concepto del concierto es más suave, pero al final todo se revoluciona, ya que nunca he subido a un escenarios sabiendo lo que iba a pasar», ríe al contarlo, para explicar luego con humor que: «(Después de) mezclar en el escenario tantos sonidos que he ido encontrando en mi vida, ya no sé ni lo que estoy cantando».

P. ¿Con qué artistas te sientes más en deuda?

R. Con todos, especialmente con los que no son escuchados, por su perseverancia, por su paciencia, por esa gran lección que dan todos los días sembrando, aunque no crezca, y llega otro año y vuelven a sembrar y llegan tormentas y no crece y lo destroza todos. Y ellos vuelven a sembrar.

P. ¿Qué hubieras sido de no ser lo que eres?

R. Habría sido delincuente de algún tipo, pero de lo máximo. Soy de altas miras, no de pequeños hurtos. Yo creo que muchísimos artistas nos portamos bien porque cantamos y componemos; si no, ¡seríamos un desastre!

Buika ríe con ganas, con las tripas, de la misma manera que canta, con la misma intensidad que explora todo en la vida. Hace una pausa la cantante española, queda como pensativa, y salta directamente a revelar su mayor devoción artística: una canción, «Ne me quitte pas», del cantautor francés Jacques Brel.

«Es uno de los poemas modernos y actuales más bestias que he leído y releo y releo. Jacques Brel se enamoró de su prima y, aunque ella le correspondía, él estaba tan enamorado de ella y pasaba tanto miedo de perderla que la dejó, por un exceso de amor».

«Este es el tipo de poetas del que estoy enamorado, que aman hasta ese nivel», aseveró Buika, quien está a punto de concluir su primera novela, tras seis años de escritura, una narración que anuda «reflexiones acerca del niño que llevamos todos dentro, de ese instinto que seguimos conservando pero está oculto, porque si no se malea». (19/10/2016)

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Museo de la Hamburguesa de Miami: nostalgia y estética de la comida rápida

Desde fotografías de antiguos restaurantes, vasos de colección y menús de cadenas nacionales de comida rápida hasta bolsitas "vintage" de ketchup y cajas para hamburguesas, la muestra es un ameno viaje en el tiempo que ilustra 80 años de historia de la comida rápida en el país.

/ 7 de diciembre de 2016 / 16:31

Con la hamburguesa, el diseño y la nostalgia como ingredientes básicos del menú, el Burger Beast Museum de Miami abrió sus puertas con un despliegue fascinante de más de 2.000 objetos que aúnan todo el sabor y la historia de la comida rápida estadounidense.

Un uniforme femenino de los años 40 de la cadena de comida rápida Krystal, ya desaparecida, el maniquí del payaso «Ronald McDonald» de 1940 y un cartel de Burger King anunciando su clásica «Whopper» a 45 centavos son algunos de los objetos exhibidos en este evocador museo temático, el único de su tipo en Estados Unidos.

«Es un museo histórico y el único de hamburguesas en Estados Unidos, una colección de más de 2.000 piezas que he ido coleccionando desde hace años» y que abarcan desde la década de 1930 hasta nuestros días, dice a Efe Sef González, propietario del museo, que abrió sus puertas la semana pasada en el Magic City Casino para satisfacción de los hambrientos de nostalgia.

González es un popular bloguero del sur de Florida especializado en gastronomía y conocido también por el apelativo cariñoso de «Burger Best» por su «adicción» a las hamburguesas, que le ha llevado a viajar por todo Estados Unidos en busca de los locales más auténticos.

Con un guiño de complicidad, González revela cuál es su establecimiento preferido: Bill Hamburgers, fundado en 1929 en la población de Amory (Misisipi), durante la Gran Depresión, cuando las hamburguesas costaban 5 centavos.

¿Cuál es el secreto de las hamburguesas de Bill Hamburgers? González asegura que la clave de la excelencia está en que las hamburguesas «sean bien simples, sin tantas cosas añadidas que hagan perder el sabor a la carne de primera calidad».

«Me gustan mucho las de Bill Hamburgers porque son bien simples: mostaza, cebolla, queso, pepinillos y un panecillo sencillo», detalla el coleccionista mientras va mostrando los objetos y miniaturas que se acumulan con orden y esmero en los expositores.

Desde fotografías de antiguos restaurantes, vasos de colección y menús de cadenas nacionales de comida rápida hasta bolsitas «vintage» de ketchup y cajas para hamburguesas, pasando por letreros metálicos como el del Burger Castle de la década de 1960 o una máquina recreativa BurgerTime, la muestra es un ameno viaje en el tiempo que ilustra 80 años de historia de la comida rápida en el país.

En la entrada del museo se exhibe la primera pieza que le regalaron hace años a González y que se convirtió en el detonante de su afición por el coleccionismo: un simpático letrero en forma de rostro de cocinero con gorro de 1954, de la cadena comida rápida Burger Chef, que acabó adquiriendo el gigante Arby’s.

Pequeñas cartulinas en la pared o junto a las vitrinas describen cada uno de los objetos expuestos y conservados en perfecto estado, la miríada de miniaturas cargadas de historia y seducción que el visitante va descubriendo en el espacio expositivo.

«Esto parece que no va a parar. Sigo coleccionado desde hace ocho años y la gente además dona objetos al museo», comenta con entusiasmo González, quien irradia auténtica afición y cariño por la colección expuesta en el museo.

González es un hombre de voluminoso apetito, un voraz degustador de hamburguesas desde chico al que su abuelo inculcó la afición por conocer la historia de las cosas.

«Y la historia que hay detrás del mundo de las hamburguesas es increíble. Por eso al público le encanta el museo. A mí me gustaría que esto no se perdiera y que los padres trajeran a sus hijos para conocer la historia de los locales que ya no existen y que muchos de ellos conocieron», apunta.

Un cartel en la pared de uno de los pasillos del museo recoge una frase atribuida al actor estadounidense Matthew Mcconaughey con su fotografía: «El hombre que inventó la hamburguesa con queso («cheesburger») era un genio».

Es una frase que sintetiza de manera magistral el encanto de esta muestra icónica y adereza con fervor este invento culinario. (07/12/2016)

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