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Tuesday 7 May 2024 | Actualizado a 14:11 PM

Observar ballenas cerca de Bangkok, una excepción en el reino del turismo de masas

Las ballenas viven tan cerca de Bangkok que los más afortunados pueden inmortalizar los rascacielos de la capital tailandesa en la lejanía, detrás de los gigantes marinos peinando el mar con la boca abierta en busca de anchoas.

/ 13 de diciembre de 2016 / 15:25

Pioneros del turismo marítimo responsable ofrecen observar ballenas a escasa distancia de Bangkok, una experiencia excepcional en el reino del turismo de masas donde suelen predominar los acuarios gigantes, los espectáculos con delfines o el aplastamiento de corales.

Las ballenas viven tan cerca de Bangkok que los más afortunados pueden inmortalizar los rascacielos de la capital tailandesa en la lejanía, detrás de los gigantes marinos peinando el mar con la boca abierta en busca de anchoas.

Esos bancos de anchoas, atraídos por la abundancia de sedimentos al final de la estación lluviosa -de septiembre a diciembre- son la causa de la migración de las ballenas hacia el norte del golfo de Tailandia.

«¡Su forma de alimentarse es un fenómeno de biomecánica sin par!», se entusiasma Jirayu Ekkul, de 31 años, un apasionado de buceo y fotografía de animales que acondicionó un antiguo barco de pesca para transportar a unos 40 turistas.

Este ingeniero describe la «especificidad» de las ballenas de Tailandia, que mantienen la boca abierta durante largos segundos para tragarse las anchoas a través de sus barbas, las largas láminas con las que filtran el agua para quedarse solo con el alimento.

Una explicación científica poco habitual en este país donde las embarcaciones con motor llevan a centenares de personas hasta las mismas zonas de buceo.

A menudo los turistas, fascinados con poder observar peces tropicales solo con gafas y tubo, aplastan los cada vez más degradados corales.

En cambio, el avistamiento de ballenas del golfo de Tailandia sigue siendo un fenómeno limitado y Jirayu se encarga de explicar las reglas internacionales de acercamiento a la ballena, la necesidad de permanecer a distancia, de no interponerse en su camino.

– Cambiar mentalidades –

«En Tailandia no hay presión fuerte del gobierno» a los actores del turismo marítimo porque aún no se han dado cuenta del filón que representa el «turismo verde», lamenta el biólogo británico James Harvey.

Éste trata de sensibilizar a los países del sudeste asiático a un turismo responsable, mediante el programa «Green fins» («Aletas verdes») de la ONU, destinado a cambiar la mentalidad de los centros de buceo.

Wild Encounter Thailand llevó menos de mil turistas al mar para avistar las ballenas del golfo de Tailandia el año pasado. Y las agencias de turismo que ofrecen ir a observar estos cetáceos pueden contarse con los dedos de una mano.

Surasak Thongsukdee, especialista en ballenas en el centro de investigación marina y costera de Tailandia, teme el posible impacto del desarrollo descontrolado de este turismo.

«Si todos los barcos quieren ir hacia ellas, acelerar para estar lo más cerca posible, eso tendrá un efecto sobre ellas», anticipó Surasak.

– Datos científicos –

Al contrario, hoy las salidas de Jirayu son muy valiosas para el científico porque durante sus excursiones recoge datos.

Cuando Jirayu ve una ballena después de varias horas de navegación, Surasak es categórico: es Srisook.

«Es joven y fácil de identificar. Desde 2015 no tiene aleta», probablemente a raíz de una herida, explica Surasak.

El científico tiene ahora unas 50 ballenas repertoriadas, cada una con su nombre.

Pero este año está preocupado porque se han descubierto seis cadáveres de ballenas en el Golfo desde enero, contra uno generalmente de promedio. Y el estado de descomposición avanzado no permitió analizar las causas de la muerte.

Surasak tiene una explicación probable: «la contaminación del agua de los ríos que desembocan en el golfo de Tailandia».

Estas ballenas, de unos 15 metros, son rorcuales de Bryde o tropicales. Este cetáceo, presente del Pacífico al Atlántico, no figura en la lista de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), al parecer por falta de datos suficientes.

El profesor Surasak trata de cambiar la situación y espera que el turismo ballenero pueda ayudarle a movilizar sobre esta cuestión en un país donde la investigación no es una prioridad. (13/12/2016)

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Observar ballenas cerca de Bangkok, una excepción en el reino del turismo de masas

Las ballenas viven tan cerca de Bangkok que los más afortunados pueden inmortalizar los rascacielos de la capital tailandesa en la lejanía, detrás de los gigantes marinos peinando el mar con la boca abierta en busca de anchoas.

/ 13 de diciembre de 2016 / 15:25

Pioneros del turismo marítimo responsable ofrecen observar ballenas a escasa distancia de Bangkok, una experiencia excepcional en el reino del turismo de masas donde suelen predominar los acuarios gigantes, los espectáculos con delfines o el aplastamiento de corales.

Las ballenas viven tan cerca de Bangkok que los más afortunados pueden inmortalizar los rascacielos de la capital tailandesa en la lejanía, detrás de los gigantes marinos peinando el mar con la boca abierta en busca de anchoas.

Esos bancos de anchoas, atraídos por la abundancia de sedimentos al final de la estación lluviosa -de septiembre a diciembre- son la causa de la migración de las ballenas hacia el norte del golfo de Tailandia.

«¡Su forma de alimentarse es un fenómeno de biomecánica sin par!», se entusiasma Jirayu Ekkul, de 31 años, un apasionado de buceo y fotografía de animales que acondicionó un antiguo barco de pesca para transportar a unos 40 turistas.

Este ingeniero describe la «especificidad» de las ballenas de Tailandia, que mantienen la boca abierta durante largos segundos para tragarse las anchoas a través de sus barbas, las largas láminas con las que filtran el agua para quedarse solo con el alimento.

Una explicación científica poco habitual en este país donde las embarcaciones con motor llevan a centenares de personas hasta las mismas zonas de buceo.

A menudo los turistas, fascinados con poder observar peces tropicales solo con gafas y tubo, aplastan los cada vez más degradados corales.

En cambio, el avistamiento de ballenas del golfo de Tailandia sigue siendo un fenómeno limitado y Jirayu se encarga de explicar las reglas internacionales de acercamiento a la ballena, la necesidad de permanecer a distancia, de no interponerse en su camino.

– Cambiar mentalidades –

«En Tailandia no hay presión fuerte del gobierno» a los actores del turismo marítimo porque aún no se han dado cuenta del filón que representa el «turismo verde», lamenta el biólogo británico James Harvey.

Éste trata de sensibilizar a los países del sudeste asiático a un turismo responsable, mediante el programa «Green fins» («Aletas verdes») de la ONU, destinado a cambiar la mentalidad de los centros de buceo.

Wild Encounter Thailand llevó menos de mil turistas al mar para avistar las ballenas del golfo de Tailandia el año pasado. Y las agencias de turismo que ofrecen ir a observar estos cetáceos pueden contarse con los dedos de una mano.

Surasak Thongsukdee, especialista en ballenas en el centro de investigación marina y costera de Tailandia, teme el posible impacto del desarrollo descontrolado de este turismo.

«Si todos los barcos quieren ir hacia ellas, acelerar para estar lo más cerca posible, eso tendrá un efecto sobre ellas», anticipó Surasak.

– Datos científicos –

Al contrario, hoy las salidas de Jirayu son muy valiosas para el científico porque durante sus excursiones recoge datos.

Cuando Jirayu ve una ballena después de varias horas de navegación, Surasak es categórico: es Srisook.

«Es joven y fácil de identificar. Desde 2015 no tiene aleta», probablemente a raíz de una herida, explica Surasak.

El científico tiene ahora unas 50 ballenas repertoriadas, cada una con su nombre.

Pero este año está preocupado porque se han descubierto seis cadáveres de ballenas en el Golfo desde enero, contra uno generalmente de promedio. Y el estado de descomposición avanzado no permitió analizar las causas de la muerte.

Surasak tiene una explicación probable: «la contaminación del agua de los ríos que desembocan en el golfo de Tailandia».

Estas ballenas, de unos 15 metros, son rorcuales de Bryde o tropicales. Este cetáceo, presente del Pacífico al Atlántico, no figura en la lista de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), al parecer por falta de datos suficientes.

El profesor Surasak trata de cambiar la situación y espera que el turismo ballenero pueda ayudarle a movilizar sobre esta cuestión en un país donde la investigación no es una prioridad. (13/12/2016)

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