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La eterna juventud de Los Fabulosos Cadillacs abre Festival de Viña del Mar

Solo una vez quiso jugar Vicentico, sudado, emocionado, hiperactivo, con el público: dividió a toda La Quinta Vergara en dos mitades para que se turnaran para cantar el pegadizo estribillo de 'Calaveras y Diablitos'.

/ 21 de febrero de 2017 / 05:15

La banda argentina Los Fabulosos Cadillacs, eternamente jóvenes, inauguró hoy la 58 edición del Festival de la Canción de Viña del Mar con un concierto lleno de vitalidad en el que mostraron que, pese a llevar más de 30 años en los escenarios, saben cómo hacer bailar a cualquier público.

Aplicando la receta con la que llevan en la cresta de la ola desde 1985, esa mezcla de rock combativo con las cadencias caribeñas del reggae, pusieron en pie a las 15.000 personas que se reunieron alrededor del escenario de La Quinta Vergara para disfrutar de la velada que da comienzo a una semana en la que todos los estilos musicales se darán cita en la Ciudad Jardín.

Pero antes ya habían aparecido sentimientos potentes por el festival: la celebración de los cien años del nacimiento del icono chileno Violeta Parra y, sobre todo, la mención a los fuegos que azotaron al país hace dos semanas habían calado en el público.

«De los incendios más catastróficos de nuestra historia brotó lo mejor de este país. Los chilenos no perdieron la esperanza y trabajan de nuevo para levantarse juntos otra vez», rugió Rafael Araneda, que presentó la gala inaugural con Carolina de Moras.

Tras ese momento de euforia aparecieron Vicentico y el resto de Fabulosos Cadillacs para presentar su decimocuarto y premiado álbum, «La salvación de Solo y Juan», -cuatro grammys latinos- al que acompañaron de sus éxitos de toda la vida.

Aumentaron aún más el calor del ambiente con ‘Manuel Santillán, el león’, uno de esos himnos tan suyos, que conectan tan bien con el pueblo, que cuentan cosas que la práctica totalidad de la sociedad latinoamericana que vivió en los ochenta conoce y a partir de ahí no bajaron el pistón.

Esa nostalgia de juventud de la mayor parte del público que acudió a La Quinta Vergara fue la gasolina que impulsó un show que ni siquiera se frenó cuando tocaron sus composiciones más recientes, como ‘El fantasma’.

Pero la experiencia de Vicentico y sus chicos sabía que no conviene medir la paciencia de ‘el monstruo’ -como se conoce popularmente a la audiencia de Viña del Mar por su exigencia- y reanimó el concierto interpretando clásicos como ‘Revolution Rock’ y ‘Demasiada presión’.

Tan lanzado estaba ya el espectáculo que ni siquiera necesitaban interactuar con los asistentes.

Solo una vez quiso jugar Vicentico, sudado, emocionado, hiperactivo, con el público: dividió a toda La Quinta Vergara en dos mitades para que se turnaran para cantar el pegadizo estribillo de ‘Calaveras y Diablitos’.

Luego soltó la traca final. Auténticos himnos como ‘Mal Bicho’, ‘Matador’ o ‘Carmela’ provocaron que la grada se pareciera más a una barra brava animando enloquecida a su equipo que a un concierto de un grupo de los ochenta.

La comunión entre público y banda no pasó desapercibida para el jurado del festival, que premió a la banda con la Gaviota de Plata primero y posteriormente con una Gaviota de Oro -máxima distinción del certamen- a la que la audiencia reaccionó con una atronadora ovación.

Para agradecer el gesto, Vicentico y sus chicos accedieron a la petición popular de interpretar dos de sus emblemas: ‘El Satánico’ y ‘Yo no me sentaría a tu mesa’.

Tras Los Fabulosos Cadillacs, también actuaron el humorista chileno Juan Pablo López y la banda de rock argentina Los Auténticos Decadentes.

«Noche de calor en la ciudad…», arranca una canción de Vicentico. En una velada así, como la de ayer, Los Fabulosos Cadillacs demostraron que son historia viva de la música latinoamericana. (21/02/2017)

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El espíritu romántico de la «última vez» de Sin Bandera inunda Viña del Mar

García y Schajris mantienen esa conexión en el escenario: la sobriedad elegante del primero, todo de negro, menos efusivo en sus gestos, contrasta con la viveza del segundo, tatuajes en ristre y vestido a la moda con una vistosa camiseta azul y vaqueros estrechos.

/ 22 de febrero de 2017 / 04:34

El espíritu romántico de Sin Bandera, la banda del argentino Noel Schajris y el mexicano Leonel García, regresó once años después al Festival de la Canción de Viña del Mar para hacer las delicias del público que se congregó hoy frente al escenario de La Quinta Vergara.

«Estamos en Viña, y aquí y en todo Chile saben bien lo que es amar», le gritó el dúo a los 15.000 asistentes a modo de preludio de lo que iba a ser una noche alta en azúcar, llena de guiños a romances frustrados y amores imposibles.

Con el romanticismo como invitado principal presentó Sin Bandera su último disco, «Una última vez», que también da nombre a la gira que les ha traído a Viña del Mar para seguir demostrando que aún manejan las claves que les lanzaron al estrellato de la música latinoamericana en la primera década de los 2000: balada lenta y letras directas al corazón.

García y Schajris mantienen esa conexión en el escenario: la sobriedad elegante del primero, todo de negro, menos efusivo en sus gestos, contrasta con la viveza del segundo, tatuajes en ristre y vestido a la moda con una vistosa camiseta azul y vaqueros estrechos.

El dúo, que volvió a la actividad en 2015 tras más de siete años separados, soltó entonces las piezas que derritieron el corazón de una generación: empezaron con un éxito como ‘Amor Real’ y siguieron con ‘En esta no’, el bombazo de su último trabajo.

Pero cinco discos dan para mucho y el público, eminentemente femenino en la velada de hoy, se entregó desde el principio a temas como ‘Déjate llevar’, ‘ABC’ o la muy coreada ‘Que me alcance la vida’.

El dúo no necesitó un concierto de alto voltaje: con ritmos lentos, que García acompañaba al piano, hicieron agitar los globos de colores que los 15.000 asistentes llevaban en la mano.

Ya pasaba la hora de concierto cuando el jurado de Viña del Mar premió la influencia en el pop latinoamericano de Sin Bandera y les concedió la Gaviota de Plata del festival.

El público, insatisfecho, insistió para que la recompensa fuera aún mayor.

«De oro, de oro…», coreaban las 15.000 almas que se reunieron frente a La Quinta Vergara. Y no pararon hasta que el certamen otorgó la Gaviota dorada al dúo latinoamericano.

«Que nuestras canciones les hayan servido es un honor y un privilegio», devolvió el saludo García, antes de que él y Schajris interpretasen temas tan recordados como ‘Mientes tan bien’ o ‘Que lloro’.

Se lanzaron entonces a una exploración de su repertorio en el que los brazos de los espectadores se movían de lado a lado al repasar todos los éxitos de una carrera que adorna dos grammys latinos.

A medida que el final del show se acercaba, más emotivos se ponían García y Schajris: bajaron las luces con ‘Suelta mi mano’ y crearon un ambiente intimista para poner la traca final a un concierto que hizo gozar a todas sus aficionadas.

Y así llegó ‘Entra en mi vida’, el mayor éxito de su carrera, la bomba que catapultó a Sin Bandera a la fama.

Entonces el romanticismo se desbordó en La Quinta Vergara: el dúo comenzó a interpretar su gran himno, pero rápidamente sus voces quedaron tapadas por el coro que formaron las 15.000 gargantas que acudieron a la velada más apasionada de Viña del Mar.

La humorista Chiqui Aguayo y la cantante mexicana Camila cerraron la segunda noche del ‘festival de festivales’, como se conoce al certamen de la Ciudad Jardín. (22/02/2017)

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