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Steven Soderbergh: ‘creo que la gente no sabe qué es Bolivia’

Soderbergh, quien visita La Paz por tercera vez y también estuvo durante la semana en la sureña Tarija, la región vitivinícola por antonomasia en Bolivia, dijo que espera hacer "visitas regulares" al país andino.

/ 10 de marzo de 2017 / 19:35

El director y productor cinematográfico Steven Soderbergh reivindicó para el mundo una visión compleja de la cultura y la historia bolivianas: «Creo que la gente no sabe qué es Bolivia, de qué va, cómo es su gente».

«Sería muy feliz si, contando la historia del singani, fuera capaz también de contar la historia de la gente en Bolivia ahora», dijo Soderbergh en una entrevista con Efe, mientras participaba anoche en una reunión festiva con actores culturales y políticos de La Paz, a la que también asistió el presidente Evo Morales.

La historia de amor del cineasta estadounidense de origen sueco con el aguardiente boliviano singani es conocida.

Probó la bebida, un destilado de uva de Alejandría único en el mundo, poco antes de visitar Bolivia para rodar «Che, guerrilla» en 2007 y ahora comercializa su propia marca, Singani 63, en EE.UU.

Espere

«Mi experiencia es que la gente boliviana es muy diferente de la de todos los países de alrededor», explicó Soderbergh, ganador de la Palma de Oro de Cannes con solo 26 años (Sexo, mentiras y cintas de video, 1989) y el Óscar al mejor director (Traffic, 2000).

Valoró que los bolivianos «son muy cálidos y muy generosos, pero se guardan algo para sí».

«Para alguien con ascendencia sueca esto resulta muy familiar. Es algo que entiendo, y me siento a salvo», afirmó.

Soderbergh, quien visita La Paz por tercera vez y también estuvo durante la semana en la sureña Tarija, la región vitivinícola por antonomasia en Bolivia, dijo que espera hacer «visitas regulares» al país andino.

«Sigo en la primerísima etapa de empezar a conocer Bolivia. La estoy conociendo a través de mi conexión con el singani, pero estoy tratando de ampliar mi relación», reveló.

Explicó que Bolivia «al menos en los Estados Unidos no está mucho en las noticias» y cree que, fuera del país, existe «una idea muy superficial de qué tendría que ser y cómo debería ser la gente».

El país andino, juzgó, «es una combinación fascinante de cultura contemporánea y cultura histórica».

Reveló que su colega boliviano Juan Carlos Valdivia le dijo que diez años atrás una fiesta como la que organizó la Vicepresidencia para recibirlo -con representantes de la cultura, la política, la gastronomía y la artesanía bolivianas-, «con gente de tantos tipos de situaciones diferentes», habría sido imposible.

«La idea de que la gente boliviana está empezando a poner a un lado las divisiones sociales es una buena cosa», valoró.

En esa recepción, que tuvo lugar en un hotel de la residencial zona sur, estuvo también el vicepresidente Álvaro García Linera.

«Estoy un poco confuso porque desde que conocí a Evo en 2007 yo tengo menos pelo y él tiene más pelo. No entiendo qué está pasando», bromeó Soderbergh.

Dijo que Morales apoyó mucho la película que rodó sobre el Che y su proyecto de llevar singani a los Estados Unidos, igual que el vicepresidente.

«Están esperanzados de que el singani sea el primer capítulo en una historia de Bolivia que otra gente empiece a leer», comentó.

También elogió la cultura nacional de la comida y la bebida, que reivindicó como «muy compleja», y alabó iniciativas como las de Gustu, donde almorzó durante su estancia, un restaurante gourmet en La Paz fundado por el empresario gastronómico danés Claus Meyer que utiliza exclusivamente productos bolivianos.

«La variedad de productos disponibles en Bolivia para crear un menú es increíblemente diversa (…). No podía creer todos los diferentes tipos de verduras, carnes (…) fue algo muy inspirador», aseguró.

Opinó que esa «es una buena historia para contar fuera de Bolivia, creo que ese restaurante ha sido algo muy grande. La gente en América (Estados Unidos) conoce esa historia. Saben de ese restaurante y de la ideología que hay detrás».

En un breve discurso dirigido al público de la fiesta, García Linera animó a las personas a compartir experiencias y culturas en un momento histórico donde «nos quieren colocar fronteras y muros».

Alabó «el conjunto de iniciativas bolivianas, que a veces desde el Estado no se ven» y que «se alimentan de la tradición pero miran al siglo XXI con mucha esperanza y mucha audacia».

«Nos sentimos muy orgullosos», dijo.

Reconoció que no es habitual que Morales y él acudan a un evento de ese tipo juntos, dijo que solo lo hacen cuando necesitan «reunir valor».

«Para el presidente y para mí es la primera vez que estamos en un lugar así. Quizás hemos estado un poco fuera de lugar al principio», comentó García Linera. (10/03/2017)

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Bolivia, una potencia gastronómica por construir

El Movimiento de Integración Gastronómico Boliviano (Miga), que intenta elevar el sitial que ocupa la nación andina como referencia culinaria, lleva ya cinco años trabajando con ese propósito.

/ 20 de septiembre de 2016 / 15:01

Bolivia se muestra hoy como una potencia gastronómica por construir un camino que los expertos consideran aún largo entre la valoración de sus alimentos únicos, de las identidades culinarias regionales y la diversidad natural del país que permite una producción variada.

El Movimiento de Integración Gastronómico Boliviano (Miga), que intenta elevar el sitial que ocupa la nación andina como referencia culinaria, lleva ya cinco años trabajando con ese propósito organizando ferias para destacar su patrimonio en alimentos y sabores regionales como las columnas de esa potenciación.

El director de Miga, Ángel Ramos, cabeza de la quinta edición de encuentro culinario Tambo 2016, celebrado el fin de semana en la sureña Tarija, destaca que Bolivia «tiene una riqueza natural sin igual» y condiciones geográficas y climáticas, que con la valoración de los saberes regionales culinarios, apuntalarán ese crecimiento.

«Construir una visión común tiene que partir desde la cocina regional», dijo a Efe Ramos, que pretende llevar la próxima edición del encuentro gastronómico a Sucre, capital constitucional del país.

Las primeras cuatro ediciones de Tambo se celebraron en La Paz.

(Foto: noticias.tarija.bo)

Según Ramos, Tarija es un ejemplo de lo que se plantea porque ha avanzado estos últimos años en revalorizar su gastronomía y en nuevas formas de preparar alimentos con la producción local.

Tarija concentra más del 50 % de los cultivos vinícolas del país, con cepas que se cultivan en viñedos situados entre los 1.800 y 2.300 metros sobre el nivel del mar, lo que ha valido la denominación de «vinos de altura».

En esa región también se produce el singani, el aguardiente de uva, que ha ganado premios y mercados internacionales, y hay una producción en ascenso de embutidos como el jamón curado similar al serrano, que tiene un mercado nacional.

Bolivia tiene muchos pisos ecológicos, desde el altiplano, a más de 4.000 metros sobre el nivel de mar, hasta la Amazonía, por lo que en opinión de Ramos «tiene mucho que mostrar al mundo de las características naturales que tiene combinadas con la cultura».

Con la voluntad de rescatar los saberes y sabores, la edición de Tambo este año incluyó el espacio «Calle Gourmet» para mostrar la cocina de los puestos callejeros de Tarija a todos los visitantes.

El presidente de la Asociación de Chefs de Bolivia (ACB) e investigador culinario, Pierre van Oost, francés afincado en Bolivia desde hace 23 años, trabajó en la iniciativa de incluir en el movimiento de valoración a las vendedoras de comida callejera, al ser un pilar de las prácticas culinarias tradicionales del país.

Así, en la exposición de Tambo hubo vendedoras de empanadas, refrescos y dulces, un proyecto que fue posible tras la preparación de talleres de higiene y limpieza, y de innovación culinaria.

Además, hay un intento que busca preservar la identidad y la apariencia de los productos introduciendo variaciones, como por ejemplo convertir la empanadilla de pollo con queso en empanadilla de sábalo, un pescado de río muy consumido y económico en Tarija.

Van Oost explicó a Efe que un tema en auge en los simposios especializados es la identidad nacional, algo que en el país andino tiene que ver con productos autóctonos como el grano de quinua, los cereales cañahua y amaranto o el maní (cacahuete), cuyas propiedades no se conocen lo suficiente en el país, según el francés.

(Foto: www.miga.org.bo)

Bolivia, agregó, destaca por su producción ecológica, pero requiere «más cuidado de la calidad de los productos de origen», con controles de laboratorio y marcas de denominación de origen.

El experto español en patrimonio y turismo gastronómico Jordi Treserras recomendó que Bolivia se empeñe más en reconocer el valor de sus productos alimenticios para desarrollar circuitos turísticos.

Según Treserras, Bolivia podría haber aprovechado el Año Internacional de la Quinua 2013 para proteger su posición exportadora en los mercados internacionales, algo que no supo hacer con éxito y que podría intentar ahora con el chocolate amazónico o algunas de sus frutas tropicales como el copuazú o el asaí.

Pero la diversidad de Bolivia también reconoce y mantiene la influencia gastronómica externa como se pudo probar en Tarija, donde hay ecos españoles por doquier, desde el río Guadalquivir hasta los patios cordobeses de casas que se conservan desde el siglo XVIII.

Los ecos se manifiestan también en la oferta local ya que una de las cenas para invitados internacionales de Tambo se celebró en el restaurante «Tasca Madrid», cuya propuesta conjuga técnicas españolas con insumos mayormente tarijeños. (20/09/2016)

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Bolivia, una potencia gastronómica por construir

El Movimiento de Integración Gastronómico Boliviano (Miga), que intenta elevar el sitial que ocupa la nación andina como referencia culinaria, lleva ya cinco años trabajando con ese propósito.

/ 20 de septiembre de 2016 / 15:01

Bolivia se muestra hoy como una potencia gastronómica por construir un camino que los expertos consideran aún largo entre la valoración de sus alimentos únicos, de las identidades culinarias regionales y la diversidad natural del país que permite una producción variada.

El Movimiento de Integración Gastronómico Boliviano (Miga), que intenta elevar el sitial que ocupa la nación andina como referencia culinaria, lleva ya cinco años trabajando con ese propósito organizando ferias para destacar su patrimonio en alimentos y sabores regionales como las columnas de esa potenciación.

El director de Miga, Ángel Ramos, cabeza de la quinta edición de encuentro culinario Tambo 2016, celebrado el fin de semana en la sureña Tarija, destaca que Bolivia «tiene una riqueza natural sin igual» y condiciones geográficas y climáticas, que con la valoración de los saberes regionales culinarios, apuntalarán ese crecimiento.

«Construir una visión común tiene que partir desde la cocina regional», dijo a Efe Ramos, que pretende llevar la próxima edición del encuentro gastronómico a Sucre, capital constitucional del país.

Las primeras cuatro ediciones de Tambo se celebraron en La Paz.

(Foto: noticias.tarija.bo)

Según Ramos, Tarija es un ejemplo de lo que se plantea porque ha avanzado estos últimos años en revalorizar su gastronomía y en nuevas formas de preparar alimentos con la producción local.

Tarija concentra más del 50 % de los cultivos vinícolas del país, con cepas que se cultivan en viñedos situados entre los 1.800 y 2.300 metros sobre el nivel del mar, lo que ha valido la denominación de «vinos de altura».

En esa región también se produce el singani, el aguardiente de uva, que ha ganado premios y mercados internacionales, y hay una producción en ascenso de embutidos como el jamón curado similar al serrano, que tiene un mercado nacional.

Bolivia tiene muchos pisos ecológicos, desde el altiplano, a más de 4.000 metros sobre el nivel de mar, hasta la Amazonía, por lo que en opinión de Ramos «tiene mucho que mostrar al mundo de las características naturales que tiene combinadas con la cultura».

Con la voluntad de rescatar los saberes y sabores, la edición de Tambo este año incluyó el espacio «Calle Gourmet» para mostrar la cocina de los puestos callejeros de Tarija a todos los visitantes.

El presidente de la Asociación de Chefs de Bolivia (ACB) e investigador culinario, Pierre van Oost, francés afincado en Bolivia desde hace 23 años, trabajó en la iniciativa de incluir en el movimiento de valoración a las vendedoras de comida callejera, al ser un pilar de las prácticas culinarias tradicionales del país.

Así, en la exposición de Tambo hubo vendedoras de empanadas, refrescos y dulces, un proyecto que fue posible tras la preparación de talleres de higiene y limpieza, y de innovación culinaria.

Además, hay un intento que busca preservar la identidad y la apariencia de los productos introduciendo variaciones, como por ejemplo convertir la empanadilla de pollo con queso en empanadilla de sábalo, un pescado de río muy consumido y económico en Tarija.

Van Oost explicó a Efe que un tema en auge en los simposios especializados es la identidad nacional, algo que en el país andino tiene que ver con productos autóctonos como el grano de quinua, los cereales cañahua y amaranto o el maní (cacahuete), cuyas propiedades no se conocen lo suficiente en el país, según el francés.

(Foto: www.miga.org.bo)

Bolivia, agregó, destaca por su producción ecológica, pero requiere «más cuidado de la calidad de los productos de origen», con controles de laboratorio y marcas de denominación de origen.

El experto español en patrimonio y turismo gastronómico Jordi Treserras recomendó que Bolivia se empeñe más en reconocer el valor de sus productos alimenticios para desarrollar circuitos turísticos.

Según Treserras, Bolivia podría haber aprovechado el Año Internacional de la Quinua 2013 para proteger su posición exportadora en los mercados internacionales, algo que no supo hacer con éxito y que podría intentar ahora con el chocolate amazónico o algunas de sus frutas tropicales como el copuazú o el asaí.

Pero la diversidad de Bolivia también reconoce y mantiene la influencia gastronómica externa como se pudo probar en Tarija, donde hay ecos españoles por doquier, desde el río Guadalquivir hasta los patios cordobeses de casas que se conservan desde el siglo XVIII.

Los ecos se manifiestan también en la oferta local ya que una de las cenas para invitados internacionales de Tambo se celebró en el restaurante «Tasca Madrid», cuya propuesta conjuga técnicas españolas con insumos mayormente tarijeños. (20/09/2016)

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