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Apagar la luz, no solo para luchar contra el cambio climático

El 80% de la Humanidad vive bajo cielos inundados de luz artificial, una cifra que se eleva al 99% en Estados Unidos y Europa occidental, donde apenas se ve ya la Vía Láctea.

/ 23 de marzo de 2017 / 18:32

La 11ª edición de la Hora del Planeta, que consiste en un apagón eléctrico mundial, recordará este sábado que reducir el consumo de luz es necesario para enfrentar el cambio climático, pero también la contaminación lumínica.

Este fenómeno no solo impide contemplar la belleza de las estrellas: desde el sueño de los hombres hasta la reproducción de las especies, la luz artificial nocturna altera los ritmos naturales.

El 80% de la Humanidad vive bajo cielos inundados de luz artificial, una cifra que se eleva al 99% en Estados Unidos y Europa occidental, donde apenas se ve ya la Vía Láctea.

El país más afectado es Singapur, donde absolutamente nadie puede ver la noche como es. Entre las 20 naciones más iluminadas, también están Argentina (número 8), Trinidad y Tobago (10), España (18) y Chile (19), según un estudio de 2016 de la Asociación Médica Estadounidense (AMA).

A la inversa, en Chad, República Centroafricana y Madagascar, las tres cuartas partes de la población experimentan noches puras.

– El temor a la oscuridad –

  • La hora del planeta 2016. Foto: YouTube

«Crecemos con el temor a la oscuridad. El desafío de las autoridades públicas es concienciar a partir de bases científicas y de la racionalidad», afirma Diana Umpierre, presidenta de la Asociación Internacional Dark-Sky.

La señal de alarma vino primero de los astrónomos. En 1958, la ciudad estadounidense de Flagstaff restringió el uso de la luz artificial para proteger el trabajo de su Observatorio.

En los últimos 15 años, se sumaron biólogos, médicos y ONG.   «La contaminación lumínica debe ser combatida urgentemente, porque aunque puede mitigarse de forma inmediata (apagando las luces), sus consecuencias, como la pérdida de biodiversidad y cultural, no», recuerda el estudio.

La visión del cielo estrellado fue declarada «derecho inalienable de la Humanidad» durante una conferencia en las Islas Canarias (España) en 2007, en la que participaron representantes de 26 países y la Unesco.

Los «paisajes nocturnos inspiraron civilizaciones, es nuestro patrimonio», afirma Anne-Marie Ducroux, de la Asociación francesa por el Cielo Nocturno.

El exceso de luz perturba además la reproducción de especies, priva a las aves migratorias de su brújula (las estrellas), fatiga a los insectos, altera las migraciones de los salmones, etc.

Para el hombre, se traduce en un desarreglo del «ritmo circadiano», basado en la alternancia vigilia-sueño, que regula nuestras funciones biológicas y hormonales.

– Carrera contrarreloj –

  • Apagar las luces para darle un respiro al planeta. Foto: Discovery

Aunque todavía no se tienen datos precisos, «algunos elementos muestran que el riesgo de enfermedades crónicas aumenta» con la contaminación lumínica, indicó la AMA en su estudio.

Por otro lado, los defensores de la bóveda celeste se alarman del consumo creciente de las bombillas de diodos LED.

«Si no nos preocupamos del color y el nivel de la iluminación, la transición (hacia las LED) podría duplicar, incluso triplicar la luminiscencia del cielo durante las noches claras», previenen los investigadores del AMA.

Esto se debe a las ondas azules, que generan una luz muy blanca.

Mientras 10% del alumbrado público estadounidense basculó hacia esta tecnología de menor consumo energético, los militantes contra la contaminación lumínica preconizan unas LED menos azules, el empleo de pantallas y un uso limitado a las necesidades.

«Es una carrera contrarreloj», afirma Diana Umpierre, que destaca la creciente movilización ciudadana en este sentido.

En Madrid, una petición popular pidió un estudio del impacto de las LED a la alcaldía.

En Canadá, tanto las ciudades de Quebec como Montreal optaron por utilizar LEDs «ámbar», así como en la ciudad estadounidense de Phoenix, tras las protestas de los habitantes. (23/01/2017)

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Calor extremo en el Ártico, inmerso en un ‘círculo vicioso’

Al final del verano, la superficie de los hielos árticos era la segunda más baja jamás registrada (4,14 millones de km2), después de la de 2012, según el Centro Nacional de Datos de Hielo y de Nieve (NSIDC) de Estados Unidos.

/ 25 de noviembre de 2016 / 15:09

La región ártica registra este otoño temperaturas récord y un retroceso sin precedentes de la banquisa, inmersa en un «círculo vicioso» que se anuncia cada vez más frecuente con el calentamiento climático.

¡Cerca de cero grados Celsius en el polo Norte, es decir 20 ºC por encima de la media!, alertó a mediados de noviembre el Instituto Meteorológico Danés (DMI). Y en estas últimas cuatro semanas, el termómetro se mantuvo entre 9 y 12 °C por encima de lo normal.

Como consecuencia de ello, la banquisa está en sus niveles más bajos, en una región que juega un papel especial en el clima global y que ya se calienta generalmente el doble de rápido que el resto del planeta.

Al final del verano, la superficie de los hielos árticos era la segunda más baja jamás registrada (4,14 millones de km2), después de la de 2012, según el Centro Nacional de Datos de Hielo y de Nieve (NSIDC) de Estados Unidos.

En octubre, sólo aumentó a 6,4 millones de km2. Esto representa un tercio menos en relación a la media de 1981-2010 y la superficie más reducida para esta estación desde que se iniciaron los registros por satélite en 1979.

La climatóloga Valérie Masson-Delmotte no se muestra sorprendida: «Es un récord notable. Puede estar relacionado con los cambios meteorológicos, pero son el tipo de cosas que podemos esperar en un clima que se calienta».

Entre las causas de este récord, los vientos del sur y el calor de los océanos, a los que se añade este año el fenómeno cíclico de El Niño.

Pero en realidad el fenómeno se autoalimenta: el deshielo es una consecuencia del calor, pero también es una de sus causas.

«La banquisa tiene un papel aislante, que restringe el flujo de calor del mar (-2 °C cerca del polo) a la atmósfera, preservando así un aire frío», explica la científica, copresidenta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Al contrario, «la falta de hielo favorece el traspaso del calor del océano hacia el aire. Esto forma parte de los círculos viciosos» del clima.

– Sin hielo en verano –

Martin Stendel, investigador en el DMI, insiste en el calor acumulado por el océano en los últimos años, bajo el efecto del desajuste climático.

«Dado el calentamiento oceánico, la congelación es cada vez más tardía y el deshielo cada vez más temprano», precisa. «Desaparece hielo antiguo y ya no tienen tiempo de reconstituirse y recuperar un grosor suficiente para aguantar el verano», advierte.

Los investigadores anuncian que a medio plazo el océano Ártico no tendrá hielo en verano, y estará recubierto de una fina banquisa en invierno. Esto podría producirse a partir de 2030.

«Para +2 °C de calentamiento global, prevemos una situación de este tipo, aunque todavía no sabemos cuándo», dice Masson-Delmotte.

La comunidad internacional se ha comprometido a limitar los gases de efecto invernadero para impedir que la temperatura del planeta aumente más de +2 ºC respecto a la era preindustrial.

El calentamiento generado por cada tonelada de CO2 emitida (es decir un vuelo entre Nueva York y Europa por pasajero) conlleva la desaparición de 3m2 de hielo ártico, según un estudio reciente.

Entre los numeroso impactos del calentamiento, el deshielo de la criósfera ártica tiene consecuencias muy graves.

La banquisa regula la temperatura mundial por su «efecto espejo» en verano, al permitir, gracias al blanco de su superficie, reenviar los rayos solares a la atmósfera.

Su retroceso amplifica el calentamiento global y lo acentúa particularmente en los continentes vecinos.

El derretimiento tiene también efectos en la densidad del agua de mar, porque la sal adicional «actúa sobre la formación de grandes corrientes oceánicas profundas», señala Masson-Delmotte.

«Todos estos efectos están íntimamente ligados», recuerda. Por eso la prioridad actual de los científicos es evaluar el impacto del retroceso de la banquisa en la dinámica de la atmósfera. (25/11/2016)

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