Con rituales las familias despiden a las almas de sus seres queridos hasta el próximo año
Las familias bolivianas aún rescatan las tradiciones ancestrales, con diversos rituales y celebraciones la población boliviana recibió y despidió a las almas de sus seres queridos que partieron del mundo terrenal.
Las familias bolivianas aún rescatan las tradiciones ancestrales, con diversos rituales y celebraciones la población boliviana recibió y despidió a las almas de sus seres queridos que partieron del mundo terrenal.
Según las costumbres, las almas visitan, cada 1 de noviembre, los hogares que habitaron y las tumbas donde sus cuerpos fueron enterrados para ser agasajados por quienes fueron sus compañeros de vida y marcharse el día siguiente.
Este jueves, los cementerios se llenaron de personas que llegaron desde muy temprano para cumplir con la tradición de Todos Santos. Las costumbres y rituales que cada familia prepara para estas fechas fueron una enorme demostración de cultura.
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En Cochabamba, una de las actividades más tradicionales es el acto de “hacer correr al alma” durante la despedida de sus familiares y amigos; según las creencias, luego de cargar con toda la comida y la bebida que les dejaron sus seres queridos, los espíritus retornan al cielo y para que su viaje sea rápido y seguro, los dolientes persiguen a alguien que personifica al difunto. Esta actividad es propia de la localidad de La Maica, a 12 kilómetros al sudoeste de la capital. Los mortales los despiden con cánticos y oraciones, además apuran la partida con la ayuda de ramas de árboles y palmeras.
También en el Valle se cuelgan baldes con agua, decorados con flores. Una tradición que ha vuelto a ponerse en práctica.
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En otras ciudades se acostumbra al típico tendido de mesas con los alimentos y bebidas que al ser querido le gustaba saborear. Las t’antawawas, masitas que se elaboran especialmente para esta festividad, no faltan en ninguna celebración.
En regiones del altiplano algunos, suelen sacar los esqueletos de los que partieron para limpiarlos y homenajearlos.
En el oriente, grupos masivos de personas acudieron a los campos santos con rezos, flores y velas para los difuntos, la procesión se fue nutriendo de gente en el recorrido, las familias esperan en las puertas de sus casas o concurren a plazas para después adherirse al grupo.
En este día las familias también prepararon 12 diferentes platos para que las almas ‘aprovechen’. De la misma manera contrataron los servicios de distintos grupos musicales para entonar estrofas de canciones que les gustaban, otros recitaron para los que más amaban.
Esta tradición boliviana parte de la idea de que la vida del alma es eterna y con la muerte del cuerpo solo concurre una transición entre una etapa y otra.
Los cementerios en todo el Estado lucieron abarrotados de individuos que llevaban flores, dulces, comida, en algunos casos juguetes y otros artículos para realizar los ritos. La seguridad se hizo notar: operativos de las alcaldías se pusieron en práctica para evitar los excesos.
A lo largo y ancho de todo el país la gente festejó a “las almitas” con las celebraciones que sus ancestros les dejaron, un bonito panorama para quienes no acostumbran a ver estas usanzas.
(02/11/2017)