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El Teatro Municipal de La Paz, el veterano imparable de Suramérica

Las paredes y tablas del Teatro Municipal de La Paz, la capital administrativa de Bolivia, están impregnadas del talento que artistas locales y extranjeros han dejado a su paso por este escenario, que con 172 años es el más antiguo en funcionamiento de Suramérica y respira con más fuerza que nunca.

La Paz tiene seis teatros, pero «el más importante por su historia» es el Municipal Alberto Saavedra Pérez, explicó a Efe la jefa de la Unidad de Espacios Escénicos Municipales, la periodista Mabel Franco.

La estructura arquitectónica del Municipal, como lo llaman los paceños, sobresale bien preservada en medio de otras antiguas construcciones del centro histórico de la ciudad.

Basta poner un pie en el foyer para empezar a respirar historia y quienes mejor saben de ello son sus trabajadores más experimentados, como el técnico de iluminación Juan Antonio Caba.

«Es uno de los más antiguos en Suramérica que aún está en funcionamiento, porque el resto de los teatros de esta edad ya son reliquias y están de museos. Este teatro todo el mundo lo viene a visitar», dijo Caba a Efe.

Caba trabaja desde hace 15 años en el Municipal, pero lo conoce bien desde su infancia, ya que su padre, Mario Caba, se desempeñó también como luminotécnico durante 28 años en este escenario.

Las casi dos décadas que el tramoyista Pedro Ramos lleva en el Municipal le hacen afirmar que «es uno de los mejores teatros en Suramérica».

«Estoy trabajando muchos años en el teatro, he tomado mucha experiencia con los artistas nacionales e internacionales (…) La verdad es un orgullo para mí, que jamás he llegado a pensar trabajar en este teatro, pero he tenido el gusto de hacerlo», afirmó Ramos.

El teatro fue diseñado por José Núñez del Prado, el primer boliviano titulado arquitecto en el país, que también estuvo a cargo del diseño del Palacio de Gobierno.

Su construcción comenzó en 1843 y se inauguró el 18 de noviembre de 1845, con el estreno del himno nacional del país, conocido entonces como «Canción Patriótica».

Aquel suceso es una muestra de que este teatro «no es sólo para La Paz, es para el país» y «tiene una trascendencia nacional», afirmó Franco.

El nombre de Alberto Saavedra Pérez le llegó en 1957, en memoria de aquel dramaturgo y periodista paceño descrito como el «último bohemio que conoció La Paz» por el ensayista Luis Alberto Pabón, recordó la periodista.

La estructura ha sido intervenida en algunas ocasiones, pero siempre ha conservado la planta de herradura, mientras que la fachada fue remodelada después de 1910.

Ese año, el artista francés Lemetyer pintó el plafón del teatro, donde conviven Miguel de Cervantes, Shakespeare, Richard Wagner y Giuseppe Verdi, engalanados por las musas Euterpe, Talía, Calíope y Melpómene y por una imponente lámpara con 84 bombillas.

Los 624 asientos disponibles en las plateas, palcos, anfiteatro y galerías fueron ocupados por más de millón y medio de espectadores entre 2010 y 2016, según datos del municipio.

Teatro no es teatro sin un fantasma y en este caso, el dueño y señor de las tablas del Municipal es el travieso «Tío Ubico», en cuyo nombre fue bautizado el salón de honor del lugar.

El personal del teatro no deja de maravillarse con las «joyas» que ha podido hallar en sus rincones en los últimos años, incluidas antiguas fotografías de artistas fallecidos u otros que ya están entrados en años.

«Los ves jóvenes, anunciándose como bailarines, como cantantes, como actores y dices guau. Es como abrir un cofre de la abuela o del abuelo, donde ese abuelo es de todos los paceños y los bolivianos», agregó Franco.

Aunque se intenta darle un respiro al menos una vez por semana, la demanda de los artistas por presentarse en este escenario a veces obliga a abrir de lunes a domingo.

Ahora la actividad artística no se limita al escenario, sino que ha tomado otros espacios del teatro, como el foyer, donde se exhiben obras ganadoras de concursos municipales.

O la inédita apertura de todo el edificio en 2017, con recorridos e intervenciones artísticas durante la Larga Noche de Museos y en vísperas del Día de Todos los Santos.

Varios eventos hacen que este espacio sea especial, por ejemplo, el que fuera en su momento la primera sala «para que el público descubra ese invento maravilloso que es el cine», recordó Franco.

Pero, agregó, está pendiente «reconstruir la historia del Teatro Municipal» para dar un sustento documentado y objetivo a muchas de esas memorias de las que hoy se habla.

Más allá de lo material o lo anecdótico, para la periodista, «el verdadero valor de este escenario es que desde el siglo XIX hasta hoy día es el espacio para que los creadores se encuentren con el espectador, le propongan sus ideas, lo inviten a pensar la realidad de otra manera».

(11/03/2018)