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Hawai prohibe cremas solares para proteger la vida marina

Michael Koenigs vende un protector solar elaborado por él mismo en un mercado en Honolulu, la capital de Hawai. «Tenemos que protegernos del sol nosotros y nuestras familias, pero también tenemos que proteger nuestros mares y arrecifes de coral», sostiene el padre de tres niños.

Su crema solar casera es más cara y más espesa que los protectores que se venden en las tiendas. Se compone enteramente de ingredientes naturales como aceite de coco, aceite de macadamia y manteca de karité.

«Necesitamos informar a la gente», señala Koenigs, que pasa mucho tiempo en la playa con su esposa e hijos, como la mayoría de la gente en Hawai. «Los productos químicos en los filtros solares convencionales destruyen nuestros arrecifes», sostiene.

Los visitantes ya se confrontan con este tema antes de llegar a la isla. A los pasajeros de Hawaiian Airlines se les entrega una bolsita con crema solar «segura para los arrecifes». También en muchos hoteles hay expendedores con protectores con filtro solar que no daña la fauna y la flora marina.

Durante muchos años Koenigs y muchos ambientalistas hicieron hincapié sobre la urgencia del problema, hasta que el Parlamento finalmente los escuchó. En mayo, Hawai se convirtió en el primer estado norteamericano en aprobar una ley que prohíbe la venta de cremas solares que contienen ciertos productos químicos. La ley entrará en vigor el 1 de enero de 2021.

«Esta es una ley histórica para nuestros océanos», asegura el senador demócrata Mike Gabbard. «Espero que en 20 años podamos mirar hacia atrás y constatar que éste era el momento de declararle la lucha a la contaminación, y que la ley fue copiada luego en todo el mundo», agrega Gabbard.

En algunas partes México y en algunos sitios declarados Patrimonio Mundial de la UNESCO ya existe un prohibición similar.

Según los expertos, el problema radica en dos ingredientes: octinoxato y oxibenzona, ambos ahora prohibidos en Hawai. Se usan en cremas solares como filtro para proteger la piel de la radiación ultravioleta del sol.

«Estos productos químicos ahora se encuentran en toda la naturaleza, desde el Ártico hasta los remotos arrecifes de coral en el Océano Pacífico Sur», explica Craig Downs del laboratorio Haereticus en Virginia.

Una posible consecuencia de estos residuos químicos es el daño al material genético de peces y corales, apunta.

Los productos químicos en los filtros solares no son la única amenaza para los océanos y los arrecifes de coral, pero los expertos esperan que en este caso el problema se pueda resolver de un modo relativamente rápido.

Se estima que alrededor de 14.000 toneladas de bloqueador solar terminan en el mar cada año. En sitios muy turísticos como Hawai, donde cada año llegan aproximadamente nueve millones de visitantes, el daño en el mar es particularmente grande.

«Mi predicción es que pronto no habrá más arrecifes de coral vivos en Hawai que los turistas puedan visitar», dice Downs.

También en Alemania, la Agencia Federal de Medio Ambiente (UBA) investiga las consecuencias de los filtros solares. Algunas de las sustancias tienen efectos similares a las hormonas y otras se acumulan en el medio ambiente y en los organismos, con consecuencias inciertas a largo plazo, sostienen los expertos medioambientales.