Hace 90 años nació en una tira cómica como personaje secundario: un marinero de modales y hablar rudo, feo como el pecado y fuerte como un toro y con una personalidad tan atractiva que en poco tiempo Popeye se robó el corazón de Olivia y el mundo.

Fue el 17 de enero de 1929 cuando Elzie Crisler Segar lo presentó en el tercer panel de la historieta Thimble Theater, que se publicaba en el The New York Evening Journal desde 1919. Entonces, la protagonista era Olivia Olivo.

En el inicio era un marino de rudo aspecto contratado por el novio de la heroína, Harold Hamgravy, y su hermano para que los lleve en una aventura en busca de una gallina mágica.

Ja think I’m a cowboy?! (Crees que soy un vaquero) fue la primera frase que soltó el fortachón, que ya tenía su sempiterna pipa en la boca, sus brazos musculosos adornados con el tatuaje del ancla y su emblemático ojo saltón, la cuna de su nombre ya que Popeye es, en realidad, la unión de las palabras en inglés Pop (saltar, salir) y Eye (ojo).

Pero, pese a ser un complemento, ganó el afecto de los lectores. Parte de su encanto quizá resida en que Popeye está basado en una persona real: Frank Rocky Fiegel, un soldado polaco que vivió en Chester, Illinois, ciudad natal del historietista Segar.

Espere…

Solo pasaron siete meses para que Popeye se robara tanto el corazón de Olivia como de la cartelera de la tira. Claro que aún faltaba para que llegara a ser la leyenda que ahora es.

Para comenzar, en un principio no conseguía su fuerza sobrehumana de la espinaca. Eso llegaría unos años después. Lo que le daba poder inicialmente era acariciar a una gallina mágica, ya que al nacer Popeye detestaba las verduras.

Fue en 1938 —año en el que murió su creador y un lustro con el marino de protagonista en seriales de dibujos animados producidos por Fleischer Studios y distribuido por Paramount Pictures— que se decidió que sea la espinaca el origen de su fuerza sobrehumana.

En aquella época se creía que el aporte de hierro de esta verdura era muy elevado por un informe que atribuía erróneamente esa cualidad. Tal fue su influencia que fomentó el consumo de espinacas en Estados Unidos durante los años 30. Detrás de los helados y el pavo, las espinacas se convirtieron en el alimento favorito de los niños.

Popeye fue siempre de avanzada, llegando a ser el primer padre soltero de los cómics y la animación (todos los demás tenían sobrinos) al adoptar a Cocoliso en 1933.

Un personaje posterior, Bluto, también se hizo icónico en la vida del marinero y los suyos.

La influencia de Popeye continuó creciendo en todo el mundo, como lo demuestra la multitud de seguidores del personaje que mostraron su influencia con la publicación de cientos de obras de arte inspiradas en él. Hubo desde murales en la ciudad de su creador hasta grafitis en Estambul (Turquía). También fue parte de videojuegos y miles de poleras llevan el rostro no agraciado del personaje.

Eso sin contar los ejemplares de la serie de cómics de los años 30 o secuencias de sus varias series y películas animadas, además de una adaptación filmada en 1980 y protagonizada por Robin Williams.

Hoy, con 90 años encima, sus admiradores no bajan la guardia y lo siguen allí donde esté.