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Jorge Sanjinés: ‘Hago cine político, no comercial’

Hace tiempo, mucho tiempo, que Jorge Sanjinés no da entrevistas exclusivas. El cineasta no recuerda exactamente cuánto. La mañana del jueves recibió en su casa a La Razón para hablar de La nación clandestina, su filme que cumple 30 años de vida. Dijo que no hace cine comercial, pero sí político. Afirmó que el séptimo arte lo ha dejado con deudas y valora a algunos directores. Su salud lo preocupa un poco, pero aseguró que hay Sanjinés para rato.

— ¿En octubre se cumplen 30 años de La nación clandestina. ¿Pensó que iba a ser una película ícono del cine boliviano?

— No, no tuvimos nunca esa pretensión. Lo que puedo decir es que la película costó mucho tiempo de trabajo. Solamente la preparación de la cinta tomó un año para instruir a los actores porque la mayor parte eran actores naturales. Esas personas tuvieron que someterse a un estudio muy fuerte de películas, de textos, se les dieron clases de actuación. Además, la película inaugura una nueva narrativa en el cine boliviano.

— ¿A qué se refiere?

— Antes de hacer La nación clandestina y otras películas que la anteceden, hacíamos un cine como el cine europeo norteamericano, basado en el primer plano, en los cortes, pero después de una serie de experiencias, después de filmar Yawar Mallku descubrimos que ese lenguaje no era coherente con la cultura, con la cosmovisión de la sociedad a la que nosotros queríamos llegar, que era la mayoría del pueblo de Bolivia. Entonces fuimos cambiando el lenguaje, por ejemplo eliminamos al protagonista individual y naturalizamos el protagonista colectivo. Después hicimos cambios en la forma de componer, en la forma de mover la cámara y en los cortes. Por ejemplo: la película tiene 100 secuencias y solo tiene 100 planos, cada secuencia es un plano sin corte, eso significa que el actor tenía que moverse de una manera muy cuidadosa y estudiada, eso significaba ensayar muchas veces más. Usábamos película y no digital, usábamos el celuloide y el celuloide era muy caro.

— El juego de tiempos que se maneja, estar en el presente y luego volver al pasado…

— Se había hecho y se hizo en el cine. El aporte nuestro puede estar en el plano secuencia integral, que es un plano que circula alrededor del escenario reproduciendo el tiempo andino. La construcción del tiempo en las culturas andinas no es lineal, no va de comienzo, desarrollo y final, sino que regresa, todo retorna. La muerte puede ser el comienzo de otra vida y eso es importante entenderlo.

— Lo de Yalitza Aparicio para formar una actriz no es nuevo…

— Hace 50 años. La primera película importante que hicimos, la primera película de ficción de la historia del cine moderno boliviano, es la cinta que se llama Ukamau, hace 52 años, y en esa película también trabajan personas que no eran actores.

— ¿Qué tan importante fueron los testimonios para encontrar la voz de sus películas?

— Fueron fundamentales porque primero hicimos estudios sobre la temática. Por ejemplo para hacer La nación clandestina se hizo un estudio riguroso para encontrar explicaciones y conocimiento sobre la danza del Danzanti. Yo venía persiguiendo ese tema durante muchos años y cuando una persona se puso a investigar descubrió que la danza se danzaba en Humala y en Achacachi, y tenía un sentido ritual. Un joven de la comunidad se ofrecía cuando había una hecatombe o una desgracia colectiva porque era una danza para morir. En una comunidad aymara, un hombre muere para que estén tranquilos y felices los demás; en nuestro sistema capitalista de ahora miles mueren para que unos pocos sean ricos.

— Era diferente hacer películas en época dictatorial

— Era todo un peligro porque son los testimonios de los que sobrevivieron a la Masacre de San Juan (en El coraje del pueblo). A ellos no se los podía tratar como autores, decirles esto o aquello. Teníamos que decir lo mismo que vivió cuando sucedió la cosa.

— ¿Cómo se anima al cine militante en dictaduras?

— El trabajo del Grupo Ukamau, y siempre hablo del trabajo del Grupo Ukamau porque el trabajo en el cine no es individual, es la suma de talentos, de capacidad. Esa gente se fue formando con puras experiencias, en la primera etapa del Grupo Ukamau es la etapa de enfrentamiento con los grandes poderes, con el propio imperio y las dictaduras. Teníamos que vivir clandestinamente para hacer cine.

— ¿Cómo así?

— Como lo hicimos en El coraje del pueblo, entramos a las minas clandestinamente porque estaban controladas por el regimiento Ranger de Andrés Selich. Hacer las escenas eran jugarse la vida porque si nos hubieran pillado, qué iban a creer que se trataba de una película y que era ficción.

— Con sus películas enfrentaba, a su manera, a la dictadura

— No entramos al cine para buscar fama ni dinero. Entramos al cine para hacer política, usamos al cine como un instrumento político que acompañara la lucha de nuestro pueblo. Por eso el lema del Grupo Ukamau se llama “un cine junto al pueblo”. Esa es la diferencia y eso implicaba arriesgarnos como se arriesga un político que está en contra de un sistema y participar con nuestra obra del proceso de concientización y a eso iba el Grupo Ukamau, ampliar la conciencia política social de las poblaciones.

— ¿Hay quienes dicen que estamos en una dictadura?

— No es verdad, yo he vivido dictaduras de verdad donde expresar la verdad o criticar al Presidente podía costar la vida a una persona.

— ¿El cine militante como fue cambiando… llegando a, por ejemplo, Insurgentes?

— Depende de la época. La primera es esta época del enfrentamiento en contra de las dictaduras militares. Cuando se abre la democracia, el 82, entonces tuvimos otras condiciones para hacer el cine del Grupo Ukamau, entramos a profundizar en temas que no habíamos mencionado antes.
Luego ya son otras preocupaciones. Por ejemplo, ya pudimos hacer películas que le devuelvan a las personas la memoria de hechos históricos.

— ¿Su cine sigue siendo una propuesta política?

— Sigue siendo de propuesta política, porque recuperar la memoria de Juan Azurduy de Padilla es una apuesta política, es devolverle a la sociedad la memoria de una mujer que se dio cuenta de que el pueblo no iba cambiar sus condiciones de explotación. Lo que estaban haciendo los republicanos, que eran todos descendientes de los colonizadores. Los indígenas sufrieron más con la República que con la Colonia. En época de la Colonia, los colonizadores se casaban con princesas de la aristocracia indígena. Durante la República, todos los indios son convertidos en pongos. La recuperación de la memoria de una mujer que advirtió sobre lo que iba a venir y discute con Sucre y Bolívar y le dice: “aquí no va a cambiar nada, cuando ustedes dejen con sus caballos esta ciudad, va a volver el viejo poder y así fue”.

— ¿Usted hace las investigaciones a sus filmes o un equipo?

— En el caso de Juana las hice yo. En otras películas tenemos un equipo muy competente. Trabajamos con Óscar Soria, que era un gran intelectual, un escritor que ayudó mucho porque él entendía la psicología colectiva. El trabajo del Grupo Ukamau siempre se ha caracterizado por ser colectivo.

—¿Se habla más de sus películas antiguas que de las últimas?

— La nación clandestina no es antigua, solo tiene 30 años. Nosotros todavía no hemos superado a La nación clandestina, quisiéramos haber llegado por lo menos a su nivel, que es una película que cosechó para Bolivia y el cine latinoamericano el mayor galardón del Festival de San Sebastián (España), que es el tercer mayor festival del mundo. Es un triunfo de la cultura boliviana.

— ¿Qué opina del cine actual?

— Yo reconozco el derecho que tienen los cineastas de ser reconocidos, porque eso significa un aporte económico que les permitirá seguir trabajando. Veo una cosa positiva, una potencialidad muy grande de jóvenes cineastas bolivianos que quieren hacer cine y algunos que ya hicieron. ¿Cuántas de esas películas pueden ser consideradas buenas? Muy pocas.

— ¿Por qué?

— Porque la tecnología contiene su maldad, la nueva tecnología permite hacer películas rápidamente, sin tanto gasto. Puedes rodar la cámara el tiempo que sea necesario, puedes fallar 20 veces filmando. Ya no hay en muchos de estos jóvenes, el rigor y la exigencia que teníamos para lanzar una toma. Pero también me alegra que hay una gran inquietud de jóvenes por hacer cine y a esos nuevos cineastas (de la Escuela de Cine de Ukamau) no los estamos adoctrinando, no les enseñamos qué tipo de cine tienen que hacer. Les mostramos los mejores directores del mundo, pero les pedimos que hagan cine boliviano, que miren a su país.

— ¿Con qué películas se queda de esta última época?

— Cuestión de fe, no vi Søren. Muralla sí, incluso la apoyé en un artículo. Me parece muy importante porque cumple ese requisito que promovemos: mirar a Bolivia. Engaño a primera vista es muy superficial, interesante, pero superficial.

— ¿Qué le parece la nueva ley?

— Como Grupo Ukamau hemos aportado a la ley. Tenemos mucha esperanza en esa ley, creemos en el nuevo cine nacional, libre de los dramas económicos.

— El cine le dejó deudas

— Hemos tenido problemas con el propio Estado. Juana Azurduy hicimos con apoyo de distintas instituciones a cambio de derechos de la película para tantos años. Pero tuvimos que pagar tal cantidad de impuestos que hoy seguimos endeudados. Tenemos 50 meses más para pagar, a pesar de la rebaja que se hizo y todo eso. Pagábamos Bs 24.000 mensuales de impuestos durante un año y eso no era justo. No se puede comparar la fabricación de salchichas con la cultura, con el arte. Aporta a la nación y enriquece al país. Todavía estamos arrastrando una deuda fuerte desde Juana.

— ¿Sus películas no son beneficiadas por el Gobierno?

— No, nos ha ido muy mal. Con Insurgentes tenemos problemas económicos que no hemos resuelto porque no hemos cubierto los costos.

— Hay quienes se preocupan por usted. ¿Cómo está de salud?

— Agradezco la inquietud de las personas. Me estoy reponiendo, hay que pensar que tengo 82 años y la edad pasa factura, pero con todo creo que hay Sanjinés para rato.

Perfil

Nombre: Jorge Sanjinés Aramayo

Profesión: Cineasta

Nació: 31 de julio de 1936, en La Paz

Reconocimientos

En 1989, La nación clandestina ganó el premio Concha de Oro a la Mejor Película en el Festival de Cine de San Sebastián (España). Ese mismo año recibió los galardones Glauber Rocha y Especial del Jurado en el XI Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano (Cuba).