Un sol radiante se asoció al multitudinario entusiasmo de miles de periodistas, críticos cinematográficos, actores, realizadores, productores, especuladores, espectadores y curiosos que tomaron la tranquila perla de la Costa Azul francesa, casi por asalto.

Barreras en las calles adyacentes impedían el trafico vehicular para dar paso a los invitados especiales a la noche de gala en el gran Teatro Lumiere que ataviados con sendos esmoquines los varones y traje de coctel oscuro las damas, debían marchar a pie por la “Croissete”, la principal arteria en la cornisa marítima, para llegar a destino.

Convocados a las 19.30, cautos convidados llegaban dos horas antes al encuentro, para presenciar el lanzamiento de esa fiesta sensacional. Tuvieron que habilitarse otros dos teatros, igualmente confortables, para quienes estaban acreditados mediante un badge especial, pero que no poseían cartón de invitación, consolándose en espectar la ceremonia en pantalla gigante.

Thierry Fremaux, como líder del evento, recibía a las estrellas que pisaban la alfombra roja y sonreían ante el ametrallamiento de flases de los medios audiovisuales enviados de 90 países. Este es el 72avo. festival y por vez primera América Latina estará presente con cierto protagonismo: el realizador mexicano Alejandro Gonzales Iñarritu, presidirá el jurado; y entrarán en competición los brasileros Kleber Mendoza y Juliano Dornelles con “Bacurau”; También,  Brasil por medio de Karim Ainouz destacará en el formato de “Una cierta mirada” con el filme “La vida invisible de Euridice Guzman”. Por otra parte, el inglés Asif Kapadia mostrará un documental sobre Diego Maradona y, en otras categorías se anotan el chileno Patricio Guzmán con la “Cordillera de los sueños” y el argentino Juan Solanas con “Que sea Ley”.

Es insoslayable el condimento político del momento, en algunas películas que como la francesa Ladj  Ly denuncia las desigualdades sociales en “Los miserables” . Además, menudearon las críticas al Festival, por haber invitado como homenajeado a Alain Delon, a quien se le reprocha sus supuestas violencias conyugales o por su afinidad con el ultraderechista anti-semita Jean Marie Le Pen. Sin embargo, su intervención en “Mr. Klein”, ostenta todo lo contrario.

Finalmente, se cerró la noche con la proyección de “The dead don’t die” (Los muertos no mueren) de Jim Jarmuch, cuya trama es una juntucha de aquel apocalipsis ecológico que desestabiliza el planeta, provocando una serie de cambios estremecedores que incluye la resurrección de los muertos en forma de zombis que asolan a una aldea de la América profunda. Buenos episodios de humor negro, otros de fino talante arrancan sonrisas, en medio de una sangría infernal. Impecable actuación de Bill Murray, con su imbatible rostro de jugador de póker, a quien lo vi de cerca y me impresionó por su avejentado porte de altiva dignidad. La lucha sigue para soportar una cincuentena de películas más, de largo y corto metraje, exposiciones, recepciones y sorpresas….