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Tiwanaku busca recursos para su manutención

El mayor problema que enfrentan los responsables de la conservación del Sitio Arqueológico de Tiwanaku es la falta de recursos, ya que se sostiene solo con el ingreso de las entradas de visitantes y el financiamiento de la cooperación internacional.

“Básicamente el problema es económico. Todo se maneja con los ingresos de la venta de boletos. No hay financiamiento externo. De hecho, el decreto supremo de la creación del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku (Ciaaat) expresa en uno de sus artículos que no puede recibir fondos del Tesoro General de la Nación”, explicó Irene Delaveris, especialista en conservación que trabajó en el centro entre 2009 y 2011 y después entre 2015 y 2017.

Por su parte, el director del Ciaaat, Julio Condori, afirmó la anterior semana que el centro realiza trabajos anuales para proteger las ruinas de forma natural —“Ésta es, de las instituciones descentralizadas, la única que tiene un área de conservación que trabaja 365 días”—, pero que se necesita un apoyo financiero fuerte para realizar la denominada “conservación curativa”.

La especialista en conservación dijo que otro problema que el centro enfrenta es que, pese a que administra el sitio que es Patrimonio Cultural Nacional y de la Humanidad —nombrado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en 2000—, cancela impuestos. “Paga más de Bs 500.000 al año, mientras que no recibe apoyo alguno del Estado (boliviano)”.

La entidad solicitó ayuda a la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) para trabajar en el sitio; además en junio llegará una comisión de la Unesco para analizar un eventual auxilio a Tiwanaku.

El conservador Eduardo Pareja explicó a La Razón que, si bien hay otros sitios en el mundo que comparten terrenos salinos o húmedos, en Tiwanaku hay una combinación dañina.

“No estamos hablando solo de la humedad, tanto subterránea como de lluvias, o de las sales de diferentes tipos. Estamos hablando también de una presión particular a causa de la altura en la que está el complejo (3.885 metros sobre el nivel del mar), la cercanía al lago Titicaca (15 kilómetros) y extremos cambios de temperatura que afectan a los monumentos”, indicó el experto.

Por ejemplo, mencionó a la Puerta del Sol, la cual está expuesta a radiación solar que puede elevar su temperatura interna hasta 50 grados centígrados en el día,  para en la noche bajar hasta 18 grados bajo cero, dependiendo de la estación. Esto provoca la expansión y contracción de la humedad que se coló en su interior.

A esto, agregó Pareja, se suma el que Tiwanaku está construido con diferentes tipos de piedra y roca de variada dureza.

Una de las soluciones, que ya fue considerada en el pasado, es hacer lo que se hizo con el monolito Bennett: crear una réplica de tamaño natural para exponer en el lugar, mientras que la pieza original es resguardada en un museo acondicionado para ello.

El alto costo y la falta de recursos son un problema. “Tiwanaku solo se mantiene con su presupuesto, no hay otro aporte del Ministerio (de Culturas)”, reiteró Delaveris. “El sistema financiero del Estado no tiene ítems específicos para el funcionamiento del sitio y los museos. Tuvimos que justificar con un informe especial por qué necesitábamos tantos guardarruinas, por ejemplo, al Ministerio de Economía”.

Este medio intentó hablar ayer (lunes) con la autoridad del Ciaaat sobre los recursos que maneja; sin embargo, Condori rechazó declarar, asegurando que en los siguientes días se presentará un informe de la situación del yacimiento arqueológico que, además, es uno de los principales atractivos turísticos.

También indicó que los científicos de planta están evaluando nuevamente el complejo para determinar en detalle los problemas y medidas.

El jueves, La Razón realizó un recorrido por la zona y observó algunos de los problemas en Tiwanaku, el Patrimonio Cultural de la Humanidad.