Rodrigo Urquiola, una búsqueda que estalla en libro
Urquiola presenta este viernes su libro Reconstrucción que “reconstruye” parte de la adolescencia del escritor paceño. Será a partir de las 19.30, en el Centro Cultural de España (avenida Camacho 1448).
Rodrigo Urquiola presenta su quinto libro: Reconstrucción. La obra ganó el premio Marcelo Quiroga Santa Cruz 2018 y “reconstruye” parte de la adolescencia del escritor paceño. Será a partir de las 19.30, en el Centro Cultural de España (avenida Camacho 1448).
— Cuál es la fórmula: ¿Vivir para escribir o escribir para vivir?
— Ambos. Definitivamente. Si no has vivido ciertas cosas, no escribes. Si no haces que la escritura te ayude a vivir, dejas de escribir. No me imagino una vida sin la escritura; intenté llevar la triste vida del oficinista hace un par de años: no funcionó, las muertes lentas duelen por más tiempo.
— La familia y tu niñez es reiterativa en tu obra. Escribir ¿es un canalizador de emociones?
— No veo a la escritura como un canalizador de emociones, no, para nada. Digamos que la materia con la que se trabaja es aquella que se ve a simple vista, aunque la memoria la ponga a una distancia que acaso podría confundir: no hay alternativa, uno es lo que fue. Tienes una estructura, un esqueleto; cuando piensas en la posibilidad de la escritura, lo que llena de sustancia, de espíritu, es aquello que ya fue: intento escribir con la misma sorpresa del niño que descubre el mundo. Y no necesariamente el descubrimiento es un acontecimiento feliz.
— Trabajar con voces diferentes es un arte. ¿Qué libros te han ayudado en ese proceso?
— Todos los libros que uno lee ayudan a escribir. No se me ocurre ningún título en específico. Las voces, en Reconstrucción, varían de acuerdo con las situaciones en las que se desenvuelven los personajes, casi todo el libro está narrado en presente, el ritmo es contenido, a las distintas existencias las hermana el tiempo aparentemente detenido.
— Cuéntame de la obra. ¿Cuánto tiempo te llevó? ¿Cuántos ojos la han visto?
— Ahora que recuerdo el génesis de esta novela, se me viene a la mente una escena de mi juventud, cuando tenía 14 o 15 años. Yo vivía con mi abuelita y un día se me ocurrió decirle que me iba a Tarija. Ella andaba ocupada y me dijo: “A la calle Tarija estarás yendo”. Al día siguiente, la llamé desde el sur. Ella no podía creerlo, me había ido apenas con lo que llevaba puesto. Reconstrucción es un libro de búsquedas cuyo objetivo quizás no sea encontrar algo, tal vez apenas verlo, rozarlo, pero dejarlo ahí, donde estuvo siempre, la ceguera es una elección también, a veces. Tengo por un par de años este libro. Una versión anterior, que se llamaba La ceguera del jaguar, obtuvo una mención de honor en el Premio Nacional. No sé cuántos ojos lo habrán visto, o ya lo he olvidado, no suelo dar a leer a nadie lo que escribo sino hasta que mando algo a un concurso; sin embargo, la mirada más significativa me la proporcionó Edmundo Paz Soldán. Había un detalle que quizás debía aclarar: este libro es una novela hecha de mentiras, ficciones que paren ficciones, entonces, añadí un último capítulo para despejar algunas dudas.
— ¿En qué trabajas ahora?
— Vengo trabajando un par de libros, una novela y cuentos, algunos que ya me dieron ciertas alegrías. Ser parte de la editorial Tata Danzanti también es algo importante en este momento. Parte de las actividades de la editorial es el taller que Gabriel Mamani, Daniel Averanga, Rodrigo Villegas y yo venimos dando en la Casa del Poeta.
— Ahora en este taller, ¿cómo ves el futuro literario?
— Hay bastante potencial, ganas de narrar algo, de contar lo que se vive. Por ahí se empieza. Bolivia es un país vasto, que te da las herramientas que necesitas para escribir en cada esquina de sus calles. El resultado, el tiempo lo dirá. (26/07/2019)