Icono del sitio La Razón

Viracocha III naufraga cerca de las islas de Tahití

Después de casi tres meses y 20 días de navegación por el océano Pacífico, el Viracocha III —la balsa que salió de Arica (Chile) y tenía previsto llegar a Sídney (Australia)— naufragó cerca de Tahití, en la Polinesia Francesa.

“Anoche ha estado relento el wifi. También pasa que no tenemos computadoras, una se cayó al mar y la otra se arruinó en tierra”, cuenta Marcelo Concha, el único boliviano que formó parte de la tripulación de la embarcación.

Esta aventura inició en 2016, cuando artesanos aymaras tejieron tallos de totora para armar una balsa, con el fin de que la embarcación navegara el Pacífico.

Tras varias semanas de construcción en el casco viejo de La Paz, la nave quedó lista a finales de aquel año. Incluso el presidente Evo Morales participó en el acto de despedida, que se realizó el 15 de diciembre en el Campo Ferial de Bajo Següencoma.

Dirigidos por el aventurero estadounidense Phil Buck, la excursión tenía la intención de reforzar la teoría de que antiguos navegantes atravesaron océanos a través de embarcaciones de totora.

Buck tomó el ejemplo del noruego Thor Heyerdahl, quien en los años 70 navegó 5.000 millas del Pacífico con una nave de juncos lacustres, así es que el estadounidense armó un barco de esas características para viajar entre Arica y la Isla de Pascua, el año 2000.

La segunda caravana —que bautizó Viracocha II— salió tres años después de Viña del Mar con el objetivo de arribar a Australia, pero la aventura terminó en el mismo lugar de la primera vez.

La tercera iba a ser la vencida. Con la ayuda de artesanos, el barco de 18 metros de eslora y cuatro metros de manga partió en enero de 2017 desde La Paz (Bolivia) hasta Arica (Chile).

Luego de varios zarpes suspendidos, el Viracocha III fue lanzado al mar el 13 de marzo de 2019. “Como no había recursos para adquirir alimentos, salimos un mes después de haber botado la balsa al mar”, recuerda Concha.

El objetivo, en esta fase, fue llegar a Papeete (capital de Tahití) en 80 días de viaje, pero hubo percances. Se rompió el timón y el mástil principal, partes que eran reparadas de manera constante.

“Vimos que nuestra distancia se dedujo y que íbamos a tardar más de 80 días, así es que se optó por llegar a Hao (un atolón de las islas Tuamotu, en Polinesia Francesa) para reabastecernos de comida”. Además, debían llegar a un aeropuerto, porque tres de los ocho marineros querían retornar.

“El plan era dejar a tres tripulantes (…), hacer reparaciones, descansar y reabastecernos para el resto de viaje a Tahití”, relata el capitán del barco de totora.

Los navegantes lograron el compromiso de autoridades de Hao para que les ayudaran a llegar a tierra, pero en el momento preciso, no respondieron.

A mediados de junio, los vientos del destino empeoraron. “Parecía que íbamos a chocar con arrecifes, así es que decidí tirar el ancla para detenernos; pero el fondo era tan hondo, que el ancla no se agarró de nada”.

Un día de aquellos, el sol se estaba escondiendo en el horizonte, el viento aumentaba y nubes negras hacían presagiar una tormenta. Un pescador local intentó remolcarlos, pero no se pudo, aunque logró que las tres personas que iban a tomar un avión fueran llevadas a tierra firme.

“Los otros cinco nos quedamos en el Viracocha, que estaba a la deriva, de costado, empujado por el viento y la corriente, con el timón otra vez roto. En esos días solo comimos arroz con saborizante de pollo”, dice Concha.

El mal clima y las olas grandes ocasionaron que la balsa se dañara, como un cáncer que se esparcía por el casco, aunque, a pesar de ello, se acercaron a Tahití. El capitán decidió no llevar la balsa al puerto, ya que el daño era irreparable, así es que sacaron todas las cosas de lo que alguna vez fue su casa flotante y se trasladaron en el barco Mareva Nui.

“Desde la cubierta, vimos por última vez el Viracocha III navegando el Pacífico. Un sueño que comenzó hace cuatro años se desvanecía en un instante. La balsa se hacía cada vez más pequeña y pensé que, de alguna forma, era mejor dejarla seguir su rumbo natural”, escribe Buck en la bitácora del muro The Viracocha Expedition, en Facebook.

En un contacto con La Razón, el miércoles 17 de julio, Concha cuenta que el barco naufragó el domingo 30 de junio. De los cinco marineros, dos retornaron a sus países, en tanto que el boliviano, el capitán Buck y la chilena Valentina Paz decidieron quedarse en Tahití, procurar armar una nueva embarcación e intentar comunicarse a través de un wifi “relento”.