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Gil Imaná: ‘La mejor fuente de inspiración para un pintor es el amor’

Sus ojos son dos lagunas que están a punto de desbordarse. Gil Imaná se entristece al recordar al amor de su vida, Inés Córdova, y se emociona porque la obra de ambos se presentará en el hogar que los dos compartieron en La Paz.

Está puntual, con saco y corbata oscuros, luce una elegante boina ploma que trajo desde Grecia. Gil Imaná entrega una entrevista exclusiva a un medio de comunicación tras muchos años en los que no aceptaba una charla periodística. Empieza con un recuerdo antiguo, muy antiguo. “¿Cómo empecé en el mundo de la pintura? Eran mis inicios y fuimos a la morgue; mientras los doctores diseccionaban, nosotros nos dedicábamos a dibujar manos, pies, cabezas, al principio temblaba y tenía miedo”. Por entonces él tenía 10 años y sus padres aceptaron que dejase el colegio para dedicarse a su vocación artística.

Inició una carrera brillante. En sus inicios en Sucre su maestro fue Juan Rimsa y tomó clases en Buenos Aires. Fundó el grupo Anteo junto con Lorgio Vaca, Wálter Solón Romero y Jorge Imaná.

Luego se hizo maestro en la Escuela Superior de Bellas Artes en La Paz y en otras entidades educativas del país y de la región. Su arte siempre supo cruzar fronteras. Expuso en México, Rusia, Lituania, Brasil, Italia… En aquellos salones, aún ahora, es difícil que un boliviano exponga.

De pronto, cuando hace un recuento de su vida, recuerda a su entrañable amigo Pablo Neruda. Rememora cuando el poeta le lanzó una frase vestida de cumplido: “Los rostros de Gil Imaná tienen la calidad de ser tallados”. Suelta otra frase con nostalgia: “Él me decía con cariño: ‘bolivianito’”.

A diferencia del vate chileno, Imaná no se encasilla como un artista comprometido con la política (Neruda fue conocido en algunos círculos como el “poeta comunista”). “En mi caso no es así”.

Recueda que años atrás, en México había muchos pintores comunistas que, incluso, cuestionaban la existencia de Dios.

Él tampoco es de los que ha dudado de Dios. Afirma con certeza: “Soy católico y siempre lo fui”. Acota: “Tengo una buena relación (con Dios). Siempre, ahora mismo tengo momentos de oración y hay algunos rezos que realizo”. Es más, uno de sus santos preferidos es San Judas Tadeo (el patrono que hace posibles las cosas imposibles).

Donación. Mueve la cabeza en derredor y comenta despacio: “Esta casa la he construido con mis manos”. Sus ojos vagan, pues la diabetes le ha debilitado la vista. Apenas puede escuchar y no le es posible mantenerse mucho tiempo en pie. Con sus 86 años a cuestas suele estar en una silla de ruedas y hace mucho que ha dejado el proceso creativo.

“Una de las características principales del pintor es la creación, porque un cuadro que es copiado, por más bien copiado que sea, siempre será artesanía”, sentencia despacio.

En su caso el arte no es catalizador de problemas, odios o rencores. Está liberado de aquello. “La mejor fuente de inspiración para un pintor es el amor”. De otra manera, con otros sentimientos, sería imposible tratar de sobrellevar una actividad artística durante tanto tiempo. El recuerdo del amor de su vida vuelve a flotar en el ambiente.

Ayer fue un día especial para él. Por la mañana fue a consolidar la donación de su obra a la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. “Estoy muy contento, era el deseo nuestro (de Córdova y suyo) que se vaya a hacer un museo. Nuestra obra va a ser pública y se va a poder ver en cualquier momento”.

La donación suma 6.553 bienes artístico-culturales, destacándose los trabajos en dibujo con 3.948 bienes inventariados, pintura 1.048, platería 244,  metalistería 226, escultura 136, grabado 248, cerámica 372, fotografía 92, textiles 100, objetos arqueológicos 162, joyería 181, entre otros materiales.

Mirando el pasado, admite que en su vida lo único que ha dado fue trabajo, disposición y “lo que algunos llaman talento”.

Acaba la entrevista con La Razón con la ayuda de dos personas, Gil Imaná sale de casa. Va al Museo Nacional de Arte, a ver la exposición de sus obras. No quiere atrasarse… sabe que los caballeros elegantes y creativos nunca llegan tarde a una cita.

Una pareja de exitosos artistas solidarios

Gil Imaná parece quebrarse al recordar a su esposa Inés Córdova. Ella ya no está a su lado desde mayo de 2010, pero su recuerdo permanece vivo en la memoria del hombre que la ama más allá de la muerte.

Juega, sin querer, con las palabras. “Ella ya no se encuentra acá, pero sigue conmigo”. Sus ojos vuelven a empantanarse y se sobrepone sobriamente.

La historia de ambos, como Imaná ha contado varias veces, es la de dos caminos que se han unido con el tiempo.

Córdova nació en Potosí en 1927; Imaná es sucrense y nació cinco años después de ella.

Ambos se decantaron por el arte desde jóvenes y sus vidas confluyeron en la Escuela de Bellas Artes. Fueron colegas, después amigos y esposos cómplices durante décadas. Según datos de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia (FCBCB), en pareja y de manera individual fueron invitados a exponer en diferentes países y han participado de las Bienales de Sao Paulo, México, Lima, Quito, Cuenca, Córdoba, Montevideo, Maracaibo, Miami y Venecia. Viajaron juntos a varios países de América, Europa y Asia exponiendo y trabajando.

Quince años atrás, juntos recibieron el Premio Nacional de Cultura, máximo galardón cultural otorgado por el Estado boliviano y los premios Obra de vida del Salón Pedro Domingo Murillo aquel mismo año, 2004.

En la actualidad, gran parte de su labor artística —más de 6.000 piezas que les pertenecían— fueron donadas; sin embargo, el Museo Nacional de Arte alistó una muestra de la obra de la pareja. Se refuncionalizaron algunos espacios para mostrar la polifacética producción de los esposos Córdova Imaná, cuya vida y obra estará representada bajo el titulo Homenaje a un amor, que se apreciará en los dos pisos de la casona bajo una nueva propuesta museográfica con obras y técnicas en: dibujo, pintura en óleo sobre lienzo, acrílico, cerámica, collage en metal, textil y otros objetos en orfebrería.

El trabajo y el amor han estado en la misma paleta artística de Imaná y Córdova. Él habla con nostalgia: “El estar juntos siempre, el trabajar juntos hacía que el amor haya estado presente en cada momento”. (31/08/19)