El Ekeko más pequeño, en una cabeza de alfiler
La festividad alasitera, según las leyendas, tuvo su origen en el cerco a La Paz.
El “dios de la abundancia” ha sido retratado en piedra, madera, plástico y en cuanto material pueda moldearse… sin embargo la imagen más pequeña conservada hasta ahora —en el Museo Costumbrista— fue “tallada” en la cabeza de un alfiler.
Desde mucho atrás, frente al pelotón de la historia, la imagen de Sebastián Segurola se mantiene incólume. A veces fuma un cigarrillo hasta las últimas consecuencias y la ceniza cae despacio; y en otras ocasiones lo más llamativo es su sombrero o un chullu sobre su cabeza casi pelona. Va con abarcas o zapatos cerrados. Eso sí, desde siempre está cargado de artículos de primera necesidad y últimamente sobre sus hombros también sostiene coches o cholets, todo lo que puede soportar un sueño con ganas de cumplirse.
La tradición de Alasita nació con Segurola y está ligada con el cerco a La Paz protagonizado por Julián Apaza Nina (conocido como Túpac Katari) allá por el año 1781. Eran unos 40.000 indígenas que decidieron sofocar a la ciudad para sacar así a los españoles, según el libro Leyendas de mi tierra, de Antonio Díaz Villamil.
Segurola no era parte del pueblo —como ahora sí lo es el Ekeko —, él era el gobernador y hombre fuerte de La Paz.
Por entonces, Isidro Choquehuanca coqueteaba con una mujer de nombre Paulita. Ésta trabajaba con Josefa Úrsula, esposa de Segurola.
Choquehuanca entregó a su amada una pequeña pieza de yeso con la figura de Segurola. Él también se dedicaba a cruzar el cerco de Katari y llevaba comida para Paulita y Úrsula.
Cuando acabó el cerco —con la aniquilación del movimiento indígena— Segurola volvió a su hogar y encontró a las dos mujeres en buen estado de salud, como si nunca hubieran pasado hambre.
Posteriormente, refiere el libro Fiesta popular de Alasita en el escenario paceño, la fiesta ocupó en el calendario el día que correspondiente a la celebración en honor a la Virgen Nuestra Señora de La Paz, el 24 de enero.
Pero —como si la tradición aún no pudiera desligarse del misterio— en el Museo Costumbrista (ver nota de apoyo sobre el repositorio) existe una pieza de autor desconocido y de la cual no hay ningún registro que se asemeja en mucho a la narración de Díaz Villamil. Parece hecha por el mismo Choquehuanca. “Nosotros no tenemos datos respecto a esta illa o amuleto”, refiere Mónica Sejas, responsable del tradicional repositorio. Este Ekeko cabe en la palma de una mano y es una pieza única que no cuenta con otros accesorios.
Otra pieza valiosa en el repositorio es la que presentó en 2004 el tarijeño Julio Martínez O’connor D'arlach. Creó un Ekeko en la cabeza de un alfiler. Únicamente es visible gracias a un microscopio… ahí se notan claramente las facciones de un, hoy, popular Segurola.
El Museo Costumbrista tiene obras de colección
El Museo Costumbrista Juan de Vargas está ubicado en la avenida Sucre, plaza Riosinho, casi al finalizar la calle Apolinar Jaén.
En el repositorio hay 114 ekekos. Dos de las piezas más interesantes son aquella illa de autor desconocido y la pieza que fue hecha en la cabeza de un alfiler (creación de Julio Martínez O’connor D’arlach).
Además, hay otros dioses de la abundancia históricos. Allí está, por ejemplo, una obra hecha en piedra y madera; otra con los implementos “desarmables”, que puede llevar lluchu o sombrero y cargar, o no, objetos. En el Costumbrista no solo hay dioses alasiteros, allí también se encuentran otras obras.
Los horarios de visita al Museo Costumbrista son de 09.00 a 12.30 y de 15.00 a 19.00 (de martes a viernes) y de 09.00 a 13.00 (sábados y domingos). El repositorio está ubicado en la esquina entre la avenida Armentia y la calle Jaén, cerca de la plaza Riosinho.
El museo Juan de Vargas costa de cuatro salas permanentes y una sala temporal. Los espacios tradicionales tienen dioramas, artesanías, prendas, fotografías, máscaras y miniaturas, entre otras.