‘Sirena’, perdidos entre las texturas de una isla
Una reseña del filme de Carlos Piñeiro que se estrena virtualmente este 14 de enero y en salas el 21 de enero
En Sirena, el largometraje dirigido por Carlos Piñeiro, hay pocas palabras. Este no es un filme que dependa de ellas, pues sus secretos están a la espera de ojos y oídos bien abiertos.
Es 1984 y cuatro hombres llegan a una isla para recuperar el cadáver de un conocido, fallecido en circunstancias misteriosas. Una vez allí, entre barreras idiomáticas y culturales, los protagonistas buscarán la forma de salir de esta isla rápido y a como de lugar.
Sirena tiene una espera de un terror mitológico que nunca llega. El título predispone al público a una búsqueda de un ser mágico, mientras que la película en sí se encarga de crear una atmósfera envolvente en la que vagan perdidos los personajes.
Piñeiro, con la ayuda de su director de fotografía Marcelo Villegas, toma al lago Titicaca y lo muestra bajo un lente cinematográfico espectacular. El trabajo de cámaras en este filme es simplemente maravilloso. Entre las varias perspectivas, tomas aéreas y planos detalle, la isla misteriosa que recorren los personajes es una protagonista, incluso más presente que los mismos actores.
A lo largo de la película, entre los soplidos del viento, las voces en español y en aymara perdiéndose en la lejanía y el rumor de las olas del lago, sentiremos que nosotros también nos perdemos en la textura de tierra, piedra, árboles y agua. Los acercamientos de la cámara lo permiten, nos convierten en observadores privilegiados.
Como ya mostró en sus cortos Martes de challa (2008) y Plato paceño (2013), Piñeiro es un cineasta que le da mayor importancia a la forma cinematográfica, por encima del guion.
Esta tendencia continúa en Sirena, donde se nota que hay una trama llena de historia. Pero, justamente, los detalles de esta historia escrita por el fotógrafo Diego Loayza y Juan Pablo Piñeiro, autor de la genial novela Mandibuyepe, se pierden en esta tendencia cinematográfica.
Ese afán es lo único que se le puede reprochar a la película, pues la historia no queda tan clara. Sin embargo, es también parte de su encanto. Hay un misterio que nuestra imaginación puede hacer más grande o más chico. Nuestra compresión depende de cuánta atención prestan nuestros sentidos.
Con buenas actuaciones y una excelente postproducción, Sirena es una experiencia sensorial y misteriosa que augura un gran futuro para su director.