Icono del sitio La Razón

Roma, la gran inspiradora de Napoleón

Napoleón, que cumple el miércoles 5 de mayo 200 años de muerto, se inspiró mucho en las bellezas de la antigua Roma para construir su propio imperio y dejó también importantes monumentos arquitectónicos, pese a que nunca visitó la capital italiana.

«Desde sus años de formación en Francia, la historia inspiró a Napoleón», explicó a la AFP Massimiliano Munzi, comisario de la exposición «Napoleón y el mito de Roma», que se abre en el monumental Mercado de Trajano, en el corazón de Roma.

«Sus puntos de referencia fueron siempre los personajes de la antigua Roma (…) los grandes emperadores, pero también los grandes estrategas e ingenieros militares de la antigüedad», explica el comisario ante la estatua del joven Napoleón Bonaparte (1769-1821) que carga un ejemplar del libro de Plutarco Vidas paralelas.

«En la juventud tenía una fascinación por los héroes republicanos (…) luego se fue identificando con los grandes emperadores», comenta con una sonrisa llena de ironía.

Obviamente admiraba a Augusto, el primer emperador romano, así como a los que más marcaron la historia, como Trajano, Diocleciano, Constantino, Justiniano, porque «sentía que los imitaba y al mismo tiempo que era el heredero», explica.

A pesar de esa fascinación, Napoleón, que solía ser representado como un emperador romano y que llegó a dar a su único hijo y heredero el título de «Rey de Roma», nunca llegó a visitar la Ciudad Eterna, aunque sus tropas la ocuparon de 1809 hasta 1814.

«No tuvo tiempo para viajar a Roma, estaba demasiado ocupado con sus campañas militares y en la construcción del Estado imperial francés», asegura Massimiliano Munzi.

«Pero lo esperaban en Roma, en el Palacio del Quirinal (actual sede de la Presidencia de la República y que fue residencia de los pontífices) donde prepararon elegantes salas para su llegada», cuenta.

Roma fue considerada como la «segunda capital del Imperio, por lo tanto era un lugar muy importante, y además era considerada un modelo para la creación del gran Estado imperial francés», reitera el experto

«NAPOLEÓN COMO CÉSAR»

«Con Napoleón, que fue primero cónsul y luego emperador (…) Francia se convirtió en heredera directa del Imperio Romano», explica Munzi.
Para confirmar su linaje ordenó restaurar monumentos emblemáticos del Imperio Romano. Entre los más beneficiados fue la famosa columna de Trajano, a pocos pasos del actual Foro Imperial, construida para glorificar la conquista de Dacia, actual Rumanía, por ese emperador que reinó del 98 al 117.

«Las obras en torno a la columna de Trajano fueron las primeras ordenadas por el gobierno de Napoleón», subraya Nicoletta Bernacchio, otra comisaria de la exposición.

A los franceses les pareció que estaba encerrada dentro de una fosa maloliente llena de basura, algo indigno para un monumento tan importante.

«Con las obras se despejó toda la zona de manera de crear una gran plaza (…) Los trabajos continuaron hasta 1814, cuando los franceses tuvieron que abandonar Roma, y continuaron con el regreso del papa Pío VII, que los terminó», explicó.

Napoleón no solo apreciaba la herencia dejada por los emperadores de Roma, sino que saqueó su enorme patrimonio artístico, se llevó numerosas obras de arte a París, capital de su imperio, en particular al Museo del Louvre.

Incluso estudió la posibilidad de transportar la Columna de Trajano a París, pero encontró una solución mucho más simple: ¡realizar una copia en bronce!

«La columna que se encuentra en Plaza Vendôme, que Napoleón erigió tras la victoria de Austerlitz en 1805 y que fue inaugurada en 1810, es una copia de la de Trajano», recalcó Nicoletta Bernacchio.

A diferencia de la columna de Trajano, que perdió la estatua de bronce dorado del emperador que la coronaba, la de la Plaza Vendôme está coronada por una estatua de Napoleón vestido de general romano.

«Napoleón se sentía un César», con toga, espada y corona de laurel.