‘De kenchas, perdularios y otros malvivientes’, la novela de nuestra cultura chupística
Una reseña de esta novela boliviana, publicada por editorial El Cuervo.
—Advertencia: no lea esta reseña, si no quiere que se le abra la tripa—-
—¿Le meteremos un cachito?
—Jugaremos alalay nomás, no cacho maldito.
—¡Nos serviremos, pero pues, antes, querido amigo-a lector-a, un singanito!
—¡Salud! ¡Seco!
—Ya, pero, ¡lo que se lee (sobre la novela De kenchas, perdularios y otros malvivientes) se anota!
—¿Nombre del equipo?
—Los Defensores del Cacho.
2 valientes (manos) Decidieron iniciar una jugada por demás peligrosa y arriesgada en la literatura boliviana. Apostar al humor en todas sus facetas.
Una novela que rompe los esquemas narrativos tradicionales, apelando a la tradición más solemne de la bolivianidad: el cacho.
Los hermanos Loayza logran magníficamente, a manos cambiadas, producir un nerdgasmo lingüístico, quizás el lector se encuentre abrumado con el lenguaje rebuscado y barroco, sin embargo la gracia de la prosa subsana los posibles escollos.
1 tonto Nuestro héroe, el Hinosencio, inicia su viaje migrando del campo a la ciudad cargando dos valiosas posesiones: la Ciencia y su mano virgen.
3 al tren El tren narrativo logra en sus tres partes recuperar y honrar el patrimonio oral e intangible del cacho y conducirnos hacia su más legendario campeonato.
La trama esta llena de sarcasmos e ironías que se entrelazan y empalman con una urdimbre de eventos fortuitos por demás hilarantes. Aquí se vino a reír.
4 a la cuadra para grande es Hasta que revienta, ¿revienta?
Deben pegarle una vez al cubilete para descubrirlo.
5 quinas en las esquinas La prohibición del singani y el juego de dados, son los artífices perfectos para incluir en la narración robos, asesinatos y hasta un tiro con su respectivo volteo en la ciudad.
Las muertes son por demás memorables y en situaciones sin par. El que se duerme y no vomita es quizás el más afortunado.
6 a las negras/chocas ¿Cuáles? Si bien no existen personajes femeninos, solo menciones y apariciones, la sexualidad no pierde protagonismo entre sus machos y bien dotados personajes. Una ninfa y un sátiro, logran desbordar candela gracias al uso y abuso del licor prohibido.
Los orgasmos son también pequeñas muertes dicen. Y sin duda alguna la colección más grande de porno nacional no morirá, al quedar plasmada en esta historia.
Grande(s) Son las escenas dedicadas a la iniciación en el alcohol de nuestro héroe, las etapas de la borrachera adquieren una suerte de ritualidad, hasta con un Jilakata iniciático advirtiendo sobre el kencherio.
Si los personajes no están ebrios, es porque están de chaki. Los Loayza consiguen genialmente que el chaki se convierta en un personaje, mi favorito, descrito de manera casi poética con todo y sus elementos líquidos, muy alejados del decoro.
Que boliviano no ha experimentado el dulce flagelo del singani, la dádiva del chispazo y las desmesuras del chakal. Y sobrevivido para repetir.
Bien servida Ya esta y un poco mareada la que anota, van a disculpar que desde su corazón de sal, agradezca que el Quirito y el conde Vladi, me hayan permitido durante la cuarentena viajar mentalmente a esas noches de cacho maldito en mi bar favorito de Uyuni: “La llamita”. Donde entre paceños, cochalas, potosinos, chapacos, sorateños, tupiceños y hasta algún coreano perdido pudimos hablar fluidamente el lenguaje cachero, al calor del chuflay y las risas. Atención porque esta novela puede teletransportarte a tiempos borrosos pero mejores, están advertidos.
Escacha Debo confesar que siempre me ha resultado el tiro menos afortunado.
Y quizás de manera mañuda acompañada de muchísimo ingenio, los Loayza, logran parir una escalera de varios personajes, que se van mejorando uno a uno en lo pintorescos y memorables. Todos dignos de pertenecer al paseo de la fama del hampa boliviano. Todos tenemos un cuate cachero y borracho, y si no lo tienes es porque eres tú.
Full entretenida, no se me ocurre más, así que: sobre borre.
Póker Palabra en inglés que hemos nacionalizado para nuestro pasatiempo más nacional. Así como un cura de nacionalidad indefinida al borde del arrepentimiento, un gallego contrabandista y un australiano catarro y de gran marsupia; quienes han convertido el juego de poliedros y el fino licor destilado de uva verde moscatel, en uno de sus motivos para quedarse habitando este espacio andino.
¡Paaaaalo! Porqué la escritora de la presente reseña no ha participado en ninguno de los ya famosos campeonatos de cacho organizados por los cuasi mellizos Loayza y Editorial El Cuervo.
Valeria S. Arias Jaldin es paceña de Uyuni. Ñusta y egresada de Turismo de la UMSA. Historiadora a medias. Dueña de Dreammakers Bolivia DMC. Feminista. Astróloga autodidacta y tarotista. Fotógrafa y catadora de atardeceres. Oveja aurinegra. Coautora del libro “Entrada Universitaria Folklorica” ( 2009, IEB) junto al Dr. Fernando Cajias, retornó a las letras gracias a la pandemia. Aspira a ser políglota, mientras aprende quechua de su abuela.