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Cuatro caminos para un encuentro

Ando en viaje dando un poco de mi vida
A ciertos árboles y a ciertas piedras
Que han esperado muchos años.

VICENTE HUIDOBRO

¿Cuántos kilómetros, millas, segundos de luz pueden juntarse si colocamos, uno tras otro, los versos de un viaje?

Si bien no puede medirse la distancia que recorre un verso y sus alcances geográficos, podemos decir que la poesía trasciende fronteras y límites impuestos por lo humano. Así, el acercamiento a esas búsquedas, da como resultado la construcción (¿reconstrucción? ¿deconstrucción?) de puentes que permitan el acceso a una poesía más cercana a lo universal, a lo puramente esencial.

Wallace Stevens sentencia en La Superficie de las Cosas: En mi cuarto, el mundo está más/allá de mi/entendimiento;/Pero cuando camino veo que consiste en tres o cuatro/colinas y una nube. Esta aparente simplicidad de las cosas, no es más que el entendimiento de una realidad que nos es ajena hasta el momento en que la asimos, ya sea con la mirada, ya con el tacto.

¿a qué tierra pertenecemos /si nuestros pasos van inquietos /y anhelan nueva arena,/ nuevos riscos? Se cuestiona y nos cuestiona,Vadik Barróny de esta forma se descubre andando una calle, una noche, una tierra cualquiera y, sorprendido ante la inmensidad de lo ignoto, avanza hacia el encuentro de la poesía que lo habita todo.

Así, en ese andar al que todo deslumbra y enseña, al autor se le revela en la voz de aquellos que no tienen voz.

Acaso el milagro del iluminado:

(…)
y el pan cae,
no del cielo,
del mar cae, mi hermano,
porque el mar es de todos,
¿me oyó?

Cae contundente, junto con ese mítico pan, el testimonio de la calle.

En Cuatro Caminos, Barrón va tejiendo un mapa de sensaciones que avanzan de la mano con los pasos dados a través del verso. Se detiene y reflexiona su circunstancia y entiende que la poesía (ese ente superior y etéreo) lo atraviesa sin miramientos para llegar a las manos-ojos del lector:

No soy
mis poemas.
Tan solo
la pila
por
la
que
gotean.

Remata contundente en un brevísimo posicionamiento. El poeta, así, se asume solo vehículo y se entiende parte de un todo que, a su vez, se va desvaneciendo incesantemente a lo largo y ancho de la geografía del viaje que es este libro.

En este contexto dado, el poeta salta del imaginario a lo abstracto, de la cotidianidad a la introspección; mientras construye y destruye palabras y expresiones a voluntad, siguiendo el ritmo que la propia narrativa de su poética le advierte:

(…)
Una flor
traslapada
en su animal anillo.
La música
del [pre]aire
(re)poliniza
su claro orbe.

Y parece que se replantea, para sí y para el lector, la luz que cubre la realidad y por tanto, todo lo que existe provocando, a su vez, que el cauce del poema se bifurque hacia otros horizontes.

Cuatro Caminos es la procesión del poeta a través de sí mismo. Una amalgama de búsquedas que danza entre la tradición y lo nuevo, y que se va auto-re-interpretando conforme descubre su propia naturaleza, sus propias naturalezas (la íntima, la de cada uno; y la otra, la cara que el poeta muestra al mundo y la que el mundo le ha otorgado).

Esta procesión física ya citada en cada sección del libro (bien cuaderno de viaje, bien diario íntimo, bien bitácora de un capitán insomne) es, al mismo tiempo, la consciencia de lo fugaz, de la existencia pasajera, del eterno retorno de la (…) luz que destruye el mundo, lo redime.

Porque para Vadik todo está en movimiento, se crea y se destruye en un ciclo interminable. Todo debe transitar algunas veces al abismo, otras a la nada, otras a la luminosidad; pero siempre en movimiento. Es ahí donde se desarrolla Cuatro Caminos: en el encuentro del poeta con todos los mundos posibles y consigo mismo, llevado de la mano (quizá del cuello) por una fuerza invisible que nunca le abandona; ya la gran Emily Dickinson lo había presagiado: Tomo, pues, mi lugar entre los vivos, /como quien deja que lo lleven, /candidata al azar de la mañana /pero citada con los muertos.

Y todo vuelve a comenzar.

CHARY GUMETA
Chiapas, México. Julio-agosto, 2021.

Chary Gumeta (María del Rosario Velázquez Gumeta) es una poeta y promotora del arte mexicana. Ha participado en diversos festivales de poesía en México y el extranjero, además de haber organizado diversos festivales culturales y de poesía y exposiciones plásticas con artistas nacionales y extranjeros.