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Director austriaco expone la cara más sórdida de Europa en la Berlinale

La película cuenta las tribulaciones de un cantante de lengua alemana de muy poca monta.

El director austriaco Ulrich Seidl vuelve a provocar en la Berlinale con Rimini, una película que muestra la «fealdad» de la sociedad europea, su miseria sexual y la sordidez de sus clases más humildes.

Durante dos décadas, Seidl ha destacado por sus películas sin concesiones, a menudo interpretadas por actores desconocidos, o simplemente por gente que trabaja en los empleos más insólitos o vulgares.

Con Rimini, ambientada en desolados hoteles fuera de la temporada estival, la intención es la misma: bailar con la parte más «fea» de Europa, indicó este viernes.

«Yo muestro a la gente como es», aseguró en una entrevista con la AFP.

Rimini es una de las 18 competidoras al Oso de Oro de Berlín.

La película cuenta las tribulaciones de un cantante de lengua alemana de muy poca monta, Richie Bravo, que malvive cantando para jubilados austriacos y alemanes.

Seidl podría ser equiparado visualmente al escritor francés Michel Houellebecq, especialista en describir los peores demonios de una sociedad europea opulenta, viciada por los excesos del consumismo, temerosa del futuro, egoísta con sus derechos adquiridos.

Richie es una especie de Elvis Presley a mediados de los años 70, en la época en la que el rey del rock cantaba en Las Vegas, obeso y adicto a las pastillas.

El músico bebe en exceso y se dedica a acostarse con todas las señoras que quieran pagarle, sin importar condición física.

La aparición de su hija Tessa, de la que nunca se ocupó, y que llega con reclamaciones económicas, provoca el pánico. Richie debe encontrar dinero como sea, y lo más fácil es el chantaje sexual.

Mientras, su padre es consumido por la demencia senil en una residencia para ancianos en Austria, cantando canciones de su juventud nazi.

Sexo y clichés.

La película tiene escenas de sexo con actrices no profesionales.

A sus 69 años, Seidl considera que la audiencia es suficientemente adulta como para aceptar su desafío.

«No me interesan los clichés de la belleza. Y eso significa ver cuerpos distintos, no como les gusta a los medios de comunicación», indicó.

El director austriaco revela que en su niñez acostumbraba a pasar los veranos en la ciudad costera italiana de Rimini. Pero para su película optó por retratarla en pleno invierno, con nieve y niebla.

«Me gusta preguntarme qué es la fealdad. ¿La belleza es realmente las playas llenas, los millones de tumbonas y parasoles?», se preguntó.

«¿O quizás el mar en invierno, las playas desiertas?», añadió.

En la película aparece, como un coro mudo, un grupo de migrantes, presuntamente ilegales, sentados a la espera de algún trabajo, bajo la nieve o la lluvia.

«La llegada en gran número de refugiados es una realidad de nuestro mundo, ya sea en Francia, Italia o cualquier otro país europeo», explicó.

«Va a marcar nuestro futuro –y quería demostrar que nadie se está ocupando de ello», dijo.

Import/Export, su obra de 2015, mostraba a las mujeres provenientes de la antigua Unión Soviética trabajando como prostitutas en Occidente.

Luego ganó galardones en Berlín, Cannes y Venecia con su trilogía denominada Paraíso, un hecho poco habitual para un director de cine.

Seidl dijo estar contento por el hecho de que la Berlinale vuelva a ser un festival con público y estrenos en grandes salas.

«Hubiera retirado mi película si el festival hubiera vuelto a ser en línea», indicó.