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Vuelve el Carnaval de Oruro aunque un poco inhibido por las máscaras sanitarias

Una fraternidad de Thinkus baila por el recorrido de la tradicional entrada en honor a la Virgen del Socavón. Fotos: Rodwy Cazón

Una fraternidad de Thinkus baila por el recorrido de la tradicional entrada en honor a la Virgen del Socavón. Fotos: Rodwy Cazón

Aproximadamente a las 09.30 llegó el primer conjunto, Gran Tradicional Auténtica Diablada Oruro, al Santuario de la Virgen del Socavón. Fundada el 25 de noviembre de 1904, la agrupación convocó cerca de 600 bailarines este año, 100 menos que en gestiones pasadas.

“Yo bailé durante más de 50 años y ahora acompaño a mi conjunto. Queríamos que el Carnaval se realice, porque somos novenantes a la Virgen y es importante”, dijo Mario Fernández, representante de la comitiva.

Entre las 06.30 y el mediodía, las graderías de todo el recorrido lucían vacías o a la mitad de su capacidad. En la tarde, el panorama cambió. Los orureños y visitantes del interior y exterior tomaron lugares para ver la entrada, especialmente en la avenida 6 de Agosto. Pocos espacios vacíos quedaron hasta primeras horas de la noche.

Si bien, la mayoría de los bailarines de los conjuntos folklóricos mostró disciplina al portar su carnet de vacunación e implementos de bioseguridad —además de procurar mantener su atuendo hasta el final—, el contraste negativo se vio en los espectadores. Las personas en las graderías se quitaban el barbijo para comer o beber y luego se olvidaban de colocárselo nuevamente. Hubo quienes, incluso, parecían haberse olvidado que hay una pandemia en el mundo. Ni barbijos ni responsabilidad.

Una fraternidad de Thinkus baila por el recorrido de la tradicional entrada en honor a la Virgen del Socavón. Fotos: Rodwy Cazón

La pasada semana autoridades de ese municipio aprobaron el reglamento de la organización del Carnaval de Oruro, en cuyas determinaciones se declaró a la ruta de la entrada “de uso exclusivo de peregrinación de los danzarines” y, por tanto, quedaba prohibido el tránsito de comerciantes y peatones. No obstante, en la jornada se evidenció la usual circulación de vendedores de todo tipo de años pasados.

Mientras que en el santuario, un personal de al menos 10 personas —entre sacristanes, secretarias y sacerdotes— controlaban el paso de los danzarines. “Estamos con reguardo hasta las 22.00 y luego una empresa privada de seguridad se hará cargo hasta las 06.00 de mañana o hasta que llegue el último conjunto”, dijo Carlos Romero, sacristán del lugar que fue desinfectado cada hora.

La bioseguridad en las calles también se vio en el acompañamiento a los conjuntos. Entre dos y cuatro personas realizaban la fumigación al paso de los fraternos.

La devoción continúa siendo el motor principal que lleva a los bailarines a realizar el recorrido del Sábado de Peregrinación. El traje de Roger Ayaviri llamaba la atención por ser de la “ñaupa china”, que en los años 70 la representaban únicamente varones. Ayaviri, quien viste ese atuendo desde hace 15 años, dijo sentirse feliz de que el Carnaval se realice este año. “Es confirmar nuevamente la fe hacia la Virgen, que nos da bendiciones. Este es un reencuentro de amistad y hermandad”, explicó.

Mientras que fue el primer año para Elsa Colque, orureña que finalmente se decidió a participar cuando cambió de residencia a Santa Cruz. “Es parte del espíritu e identidad del orureño. Siempre quise bailar desde niña y ahora estoy lejos, pero volví para cumplir este sueño”, se sinceró. Esa promesa la hará regresar dos veces más.

El Carnaval de Oruro, por su tradición cultural y su sincretismo religioso, fue declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco, el 18 de mayo de 2019. Debido a la emergencia sanitaria de 2021, la celebración de ese año había suspendida con el fin de propagar el contagio de COVID-19.